Valentina se despertó de repente y desorientada, se movió tan rápido que despertó incluso a Ignazio con un poco de sobresalto. Parecía no recordar dónde estaba, así que cuando abrió los ojos se sorprendió al darse cuenta de que estaba durmiendo al lado de otra persona. Después de Alessandro no había habido otra compañía.
Incluso involuntariamente, Ignazio y ella se miraron por unos segundos. Sus ojos recorrieron sus rostros muy cercanos, sus narices casi tocándose. Su corazón se aceleró y el de él pareció congelarse. Y sintió la necesidad de besarla en este momento, pero ¿ella aceptaría? Incluso estaban casi abrazados... Y después de unos segundos que parecieron muchos, sus labios se rozaron...
Ella se levantó rápidamente, tirando la manta sobre el sofá e Ignazio, que la miraba extrañamente.
- ¿Está todo bien? – él preguntó con preocupación.
- Sí – respondió bajito y luego dio unos pasos hacia las escaleras.
- ¿Estás segura? No te ves bien.
- ¡Estoy bien!
- Valentina... – se puso de pie.
- ¡Dejáme! – ella gritó tan pronto como lo miró. Y su mirada mostró algo de ira... Luego se volvió y rápidamente subió los escalones, dejándolo completamente confundido y enojado. ¿Por qué había actuado así? Ese fue un rechazo más. Antes estaba triste porque no podía ayudar a salvar a una persona, ahora él estaba allí para pagar todo lo que ella había hecho por él y ¿así era como ella reaccionaba? Después ella se quejaba de sus actitudes.
*****
Valentina se levantó temprano a la mañana siguiente. Tenía ojeras y cansada, casí no había dormido. Su rostro denunciaba cómo había sido su noche, y para completar su cabeza le dolía tanto que incluso el impacto de cada paso en el suelo era doloroso. Y cuando llegó a la cocina se sintió mucho peor con lo que vio.
- ¡Ignazio! – Ella gritó, sacudiéndolo por el hombro. Su cabeza descansaba sobre los brazos que estaban sobre la mesa, durmiendo. Lo peor era que había dos botellas de vino completamente vacías junto a él, lo que la hizo echar fumo por las orejas, por lo que lo sacudió nuevamente esta vez con más agresividad. – ¡Ignazio! – Gritó de nuevo y él levantó la cabeza quejandose.
- ¿Qué? – Preguntó adormilado. Solo por su pronuncia Valentina pudo darse cuenta de que todavía estaba un poco borracho. Era temprano, debería haberse quedado allí toda la noche.
- ¿Qué crees que estás haciendo?
- Bebiendo, ¿sí?... Me rechazaste y me ignoraste cuando solo quería ayudarte.
- ¿Y crees que esa es razón suficiente para estar así?
- Me parece que sí. – Señaló y se levantó.
- Realmente eres un borracho. ¡No vas a cambiar! – Ella gritó enojada. En ese momento vio cómo él respiró más profundamente, claramente no esperaba escuchar eso. – ¡No cambiarás porque eres débil! ¡No hay voluntad en ti! – Le dio la espalda para irse, no se quedaría allí. La situación ya estaba cruzando los límites de lo aceptable.
- Valentina – Llamó y ella no respondió. – ¡Valentina! – vociferó enojado y ella se volvió asustada. – ¡No hables de mí como si me conocieras! – Gritó.
- ¡No, no conozco! ¡No quiero conocer más!
- ¡Pares de hablar! – Gritó.
- ¡No! ¡No puedes soportar la verdad y ese es el menor de tus problemas!
- ¡Cállate! – Ignazio gritó en voz alta y casi inmediatamente agarró una de las botellas por el cuello y la arrojó a la pared lateral, no lejos de Valentina.
Ella solo hizo un movimiento con los brazos para tratar de protegerse la cara de los fragmentos de vidrio que, a pesar de alcanzar cerca de donde estaba, no llegaron a lastimarla. Un segundo después ella, bajando los brazos, miró a Ignazio con más indignación que cualquier otra cosa. Su espanto le cortó el aliento y apenas contuvo su nerviosismo, claramente le temblaban las manos. Estaba aterrorizada e incluso sus ojos se volvieron cristalinos.
Él a su vez parecía asustado. Se había arrepentido en el momento en que arrojó la botella y se preguntó por qué demonios no podía controlar esos malditos impulsos que tenía.
- Valentina, yo ...
- No – ella murmuró, levantando su dedo índice. – No vas a decir una palabra más... – ella respiraba tan profundamente que él podía escuchar. – Recogerás tus cosas y saldrás de mi casa. Ahora. – dijo casi deletreando.
- Valentina...
- ¡Ahora! – gritó con toda la fuerza de sus pulmones.
Ignazio se dirigió hacia la puerta, levantó la mano para tocar su brazo, pero ella lo esquivó rápidamente para que él no la tocara y Nazio simplemente agachó la cabeza saliendo de allí.
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Labios Compartidos | Ignazio Boschetto
Fanfiction"Amor mío Si estoy debajo del vaivén de tus piernas Si estoy hundido en un vaivén de caderas Esto es el cielo, es mi cielo Amor fugado Me tomas, me dejas, me exprimes y me tiras a un lado Te vas a otro cielo y regresas como los colibrís Me tienes co...