PISTA 10 THE BEST DAY (3:55)

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Daniela Calle

Recordaba todo lo que había ocurrido la noche pasada. Todo. Hasta el último detalle. Lo que me hacían sentir sus labios sobre los míos, cómo me había mirado en la fiesta, cómo me había dejado sin palabras cuando me desnudó en el cuarto de baño. Jamás me habían besado de la forma en la que me había besado ella, nunca había sentido el beso en cada célula de mi ser ni me habían dejado anhelando más. Mucho más.

Aun así, una parte de mí quería seguir negándolo todo, así que había concentrado todas mis fuerzas en mantener a raya cualquier pensamiento sobre ella .Me estudié en el espejo de cuerpo entero sin saber si debía llevar el pelo suelto o no. Esta noche tenía la cita que había pospuesto con Juan, y daba igual que todavía pudiera sentir los labios de Poche contra los míos: debía regresar a la realidad. Una realidad en la que solo éramos amigas que habían compartido un beso cuando estaban borrachas.

Me comenzó a sonar el móvil justo cuando decidí recogerme el pelo. Era Poche.

María José: ¿Ya te ha comido el coño?
Riendo, me hice un moño antes de responderle con otro mensaje.
Yo: Todavía no… Dale un par de horas.
María José: ¿Un par de horas para que empiece o para que termine?
Yo: Para cada cosa… Estoy segura de que tardará mucho tiempo. Algo me dice que no sabes nada sobre dar y mucho sobre recibir.
María José: Algo me dice que no me conoces tan bien como deberías.
Antes de que me diera tiempo a comprender lo que quería decir con eso, me envió otro mensaje.
María José: Diviértete esta noche en la cita. Cuéntame luego cómo te ha ido todo.
Yo: Gracias. Eso haré.

Me envió a continuación una colorida imagen de un esqueleto tumbado en la cama con la frase «Estaré esperando» y solté una carcajada, dándome cuenta de que a pesar del increíble beso que habíamos compartido y del extravagante mensaje de texto que acababa de enviarme, lo ocurrido no significaba nada para ninguna de las dos. Solo éramos amigas.

«Solo somos amigas… Solo amigas…». Me puse otra capa de lápiz de labios rosa.

— ¿Sí? —dije al oír un suave golpe en la puerta.

— ¿Daniela? —Heather, mi compañera de piso, llamó una vez más.

— ¿Sí? —repetí.

— ¿Tienes un minuto?

— Claro, pasa… —Me incliné hacia el espejo y me arranqué un pelito de la ceja.

Cuando entró, me brindó una sonrisa a través del cristal, que le devolví al instante. Cuando me había trasladado desde el campus a esta casa que compartíamos, había pensado que tanto ella como las demás chicas se convertirían en mis mejores amigas, pero no había sido así. Todas estaban muy concentradas en sus estudios de medicina, y, dado que sus horarios coincidían, solían relacionarse entre ellas. Si exceptuábamos las conversaciones matutinas alrededor de la cafetera los fines de semana, solo nos veíamos de paso.

— Las chicas y yo queríamos darte esto —explicó, entregándome una caja envuelta en papel de regalo de color rosa—. Es un regalo de despedida ya que eres la única que no se queda después del verano.

— Pero para eso aún faltan unas semanas…

— Sí, pero ahora que estamos con la residencia, no coincidimos nunca, cada una está por su lado, y no queríamos olvidarnos. —Sacó una pequeña cajita azul del bolsillo trasero—. Y esto es para Poche.

— ¿Por qué le hacéis un regalo a ella? No es vuestra compañera de piso…

— No, pero la vemos a ella tanto como a ti. —Se encogió de hombros—. Me está esperando mi novio abajo. Solo quería darte el regalo antes de ponernos a ver una película.

Sinceramente Calle y Poche - Adaptación caché. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora