A escondidas [Wigetta]

ᴀ ᴇsᴄᴏɴᴅɪᴅᴀs

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Palabras (5011)

Escrito en Enero, entre los días 15 a 18 (si, me acuerdo perfectamente) por eso está ambientado antes de las elecciones a alcalde. Lo publico ahora porque en ese momento no me convencía como estaba escrito, me parecía muy simple y tenía muchas faltas de ortografía y coherencia. Ahora lo veo más completo, aunque no descarto que haya una falta.

¡Disfruten!

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La luz de la luna alumbraba el pequeño sendero en su paso al pueblo de Karmaland. Varios sonidos proporcionados por el ambiente acompañaban su fría caminata, desde el ruido incesante de los insectos y el armonioso movimiento de las hierbas a causa del fuerte viento, hasta el aullido de los lobos y las pisada de aquellos seres de piel putrefacta que a veces se sincronizaba con el vibrante sonido emitido por las arañas.

Esa tarde noche, luego de salir de una mina natural que había encontrado después de una exhaustiva exploración por un bosque más allá de los límites permitidos, decidió regresar a su casa árbol para poder fundir los materiales y tomar una merecida siesta de un día mínimo; pero todos sus planes se vieron arruinados al llegar a su hogar y ver cómo sus cultivos explotaban afectando de igual forma a sus animales.

Unas risas lo sacaron de su burbuja de enojo y declararon a los culpables de esa "broma" que al ser descubiertos huyeron como vil ratas que son y ¡Oh vaya!, no pensaron - nunca lo hacen - que por su estúpida broma ahora tenía que caminar en la fría noche, con esas horribles arañas y con un hambre de mierda; además no intentaron remediar su error y por eso se vengaría en un futuro. Mañana.

Buscó en unos de los armarios y sacó una capa con capucha, la cual él suponía que por el momento que le abrigase hasta ir y volver, también una de las tantas mochilas guardadas para poder transportar todo de un modo más fácil.

Su plan era llegar al pueblo e ir a buscar un lugar donde pudieses comprar comida - la que sea - porque la poca que había en su casa él la llevó a la cueva y al salir ya no le quedaba más, y con su fuerte de alimentos destruida no le quedó otra más que encontrar otro medio por el cual abastecerse, para así luego regresar a su casa-árbol, descansar y al día siguiente ir a robarle un par de animales a su buen amigo Luzu, que estaba acostumbrado a esto por parte de su compañeros pero no le molestaba porque él feliz de ayudarlos.

Ya próximo a ingresar en uno de las partes iluminadas del poblado y sumergido en sus ideas que se vieron interrumpidas, al igual que sus pasos silenciosos, de manera drástica al percibir a sus sentidos ser activados por una presencia desconocida y ver una silueta oscura y esbelta surgir entre la oscuridad del ambiente que era seguida de cerca por otra figura más pequeña, que él identificó como una persona y un lobo.

Intentando hacer el menor ruido posible y con gran cautela fue siguiendo a aquel extraño enmascarado; se detuvo abruptamente cuando observó a aquel sujeto abrir con una maestría impresionante la cerradura de una vivienda. Esperó unos minutos oculto en la sombra que generaba un árbol evitando ser visto al momento que el de extraño atuendo saliese seguido por el pequeño animal.

Aquel varón singular, que desde su llegada a ese vecindario nunca había visto ni siquiera a una persona semejante a ese hombre en lo que llevaba su estadía en Karmaland, la que es mucha por cierto; empezó a decir cosas en una mala imitación de lo que parecía ser el acento francés.