Capítulo único

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"I want my world to start and end with you."
E.L. James

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Bésame

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La música resonaba por toda la sala a través de los grandes altavoces que se alzaban en cada esquina del recinto. Ni siquiera era capaz de escuchar mis propios pensamientos. Mi cuerpo hormigueaba al compás de la canción que sonaba y mis pies se movían solos. Era demasiado adictiva, hipnotizante y atrayente como para resistirte, como para volverse loca, pero sin necesidad de ningún estimulante.

Mi propia voz, cantando desde el centro de la discoteca, era irreconocible entre el barullo de gente simulando ser el cantante que se escuchaba. Y cada tono interpretado con el bajo, la guitarra o la batería suponía un subidón increíble de adrenalina.

¿Qué importaba que mis amigas me hubieran enredado aquel día para salir de fiesta cuando no quería?

Había valido la pena cada maldito segundo.

Un paso más. Una vuelta más... y todo surgía de manera natural.

Mis caderas se mecían al son del pop-rock-latino que retumbaba contra mis oídos, y mis manos se movían solas por mi cuerpo, enredando también, entre tanto, mi cabellera mientras cerraba los ojos con gusto.

Mi mejor amiga llega por fin a mi lado después de haber cruzado toda la sala para alcanzar la barra y tomar nuestras bebidas. Primer sorbo de la noche, y ya me sentía a mil.

Su risa desbocada ante mis caras y mi entusiasmo me resulta contagiosa. Acabamos saltando junto con el gentío, dejándonos la voz cantando y riendo mientras apoyamos nuestros brazos en el hombro de la otra.

¡Este viaje estaba resultando ser la mejor experiencia de mi vida!

Jamás pensé que un simple viaje escolar de final de curso podría suponer una experiencia tan radical y alucinante como la que estaba viviendo, y más en compañía de todos mis amigos.

Si bien habíamos acabado destrozados después de visitar tantos sitios históricos y culturales durante el día, fue inevitable que los más fiesteros no terminaran arrastrándonos a todos a una de las discotecas con mejor ambiente de la zona... y todo a escondidas de los profesores.

Si bien el riesgo fue alto... no me arrepentía de nada pese a mis reticencias iniciales.

Había que admitir el mérito que habían tenido tanto Noel como Kevin a la hora de indicarnos a donde ir. Y eran el alma de la fiesta... ¡Se habían subido hasta el escenario improvisado que tenía el local y acompañaban al DJ de la fiesta!

Nos habíamos dispersados en pequeños grupos una vez salimos del hotel en el que estábamos alojados, pero al final acabamos todos en el mismo sitio. Podía ver desde mi lugar a Myriam e Iván en un rincón bailando juntos y abrazados, a Nate y a Max jugando una competición de dardos con otros extranjeros o a Jane y Rosa a unos pasos de donde estábamos Alba y yo bailando entre otros.

Tomándome de la mano, Alba nos llevó hasta donde estas dos últimas se hallaban y comenzamos a bailar todas juntas. Y creo que pese a nuestro entusiasmo y que solo lo hacíamos para pasarlo bien, no fuimos la auténtica "reina" de la pista.

Y no, no me refería a nuestra querida Carol Berenger, la reina mimada y prepotente, ni mucho menos, la cual se había quedado en el hotel junto con Sara en una sesión privada de masajes... sino a Alicia.

𝑲𝒊𝒔𝒔 𝑴𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora