🌼 O1 🌼

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Respiraba algo frenético, nuevamente había tenido una pequeña pelea con los Min, el hermano menor, Yoongi un beta, pero que protegía bastante bien su territorio. Jung maldijo, pues la pelea no había llegado a nada, sólo el con el labio partido y el odioso beta quien también jadeaba.

—Vete de mi territorio, te gusta estar jodiendo —escupió el beta con molestia mirando como el otro líder se limpiaba la sangre.

—No vale la pena este mugriento lugar, vámonos.

Comenzó a caminar cuando Yoongi sin pensarlo grito algo que a los de su bando dejo en seco, además de que el alfa sentía morir.

—¡Lo dice el alfa que huele a vainilla! —dicho esto se hecho a correr junto a los demás betas y alfas.

Los del bando Jung miraron al líder quien se contenía, no quería tener un dolor insoportable de cabeza por un idiota como min, miró a los alfas con unos cuantos betas quienes contenían sus comentarios, Hoseok camino nuevamente restándole importancia a lo anterior, los demás caminaron tras él.

Llegaron a su territorio siendo recibidos por más betas hombres y mujeres, sí, en el pandilla de jung se aceptaba a cualquier integrante que supiera defenderse, no eran tan temidos, pero el ser desconocidos les traía menos riesgo a ellos.

Hoseok se dejó caer en el sillón, nadie lo veía, aprovecho para oler sus prendas, un ligero olor a vainilla se impregnaba en su chaqueta, sacó de uno de los bolsillos un frasco con loción de madera y café, algo mejor que la vainilla. Aunque esto terminaba en desastre pues los olores a veces no se quedaban en sus ropas y la vainilla sobresaltaba.

Yoongi sabía de su olor la primera vez ambos líderes se encontraron de noche, Min se había abalanzado sobre jung quien estaba tan centrado en defenderse que no presto atención cuando el beta dejaba de golpearlo y ahora se dedicaba a olerlo, la vainilla era bastante potente, haciendo que el beta estallara en risas.

Echó la cabeza hacia atrás tratando de relajarse, como odiaba a ese molesto beta, pero más le enojaba el hecho de oler así. ese no era el olor de un alfa.

Sonará machista, pero Hoseok se encargo de que la pandilla siguiera viva gracias a él, su padre era un alfa fuerte, de gran musculatura y un olor potente, café con pino, dando esa intimidación que no muchos alfas consiguen.


En cierta parte el alfa se sentía decepcionado, su padre murió en una de las batallas para ganar el territorio que ahora lideraba, pero a diferencia de su padre, el veía por la vida de sus compañeros, evitando ser reconocidos.

Sólo defendían cuando alguien ebrio pasa por ahí queriendo violentar a las omegas, incluso hacían rondas nocturnas para evitar las violaciones.

Se levantó para tomar un vaso de agua, mientas lo tomaba uno de sus mejores amigos se acercaba a él, Jeon Jeongguk un omega de temprana edad, era como un hermano menor para él, le sonrió al castañito quien le devolvió la sonrisa.

—Hoy le pegué a unos alfas que querían abusar de una beta, ¡hyung soy fuerte!— exclamó alzando sus puños al aire feliz, recibiendo un asentimiento por parte de Jung.

—Sí lo eres, y mucho ggukie, pero no quiero que rondes solo, sabes que está prohibido, más para ti que eres omega, ¿de acuerdo?— el menor asintió y Hoseok también.

Al caer la noche se iban a casa, Jeongguk vivía con el líder, los demás se despidieron sin volver a tocar el tema del olor a vainilla, aunque sabía que sería un rumor más en su pandilla, pues Hoseok ya esta acostumbrado a esto.

Ya en su departamento, el castañito se echó en la cama de jung, porque si algo le gustaba era el olor a vainilla del mayor, el alfa sonrió ante la acción del menor, sentándose en la cama de Jeongguk quien giro la cara mirándolo.

—A veces me gustaría que todos fueran como tú ggukie, que amen mi olor —dijo mientras miraba el suelo, quitándose unos cuantos anillos.

—Hyung es que ellos son de estereotipos, no creen que un alfa pueda oler dulce o que un omega pueda dominar, la sociedad es un asco —se levantó para ir con Hoseok, lo abrazo, sintió como la cabeza del alfa reposaba el su hombro.

No podía evitar el dolor, su vida fue un desprecio, su madre lo abandonó en un orfanato donde conoció a Jeongguk, el único niño que siempre le decía lo bonito que olía. Ambos prometían que de grandes serían los alfas más poderosos del territorio.

Pero las cosas cambiaron pues Jeongguk resultó ser omega, sin embargo esto no irrumpió los panes de los chiquillos quienes aún tenían en mente ser los más poderosos. Y lo habían conseguido.

Hoseok se levantó para ir a su cama, agradeciendo a Jeongguk por estar con él sin importar qué, por confiar en él. ya ambos en sus respectivas camas, el alfa miraba el techo.

—Alguien, alguien te amará, con todo y tu olor a vainilla —susurró mientras cerraba sus ojos. sólo necesitaba escucharse para saber que todo estaría bien.


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vainilla. 𝐎𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora