Capítulo 15: Travesura.

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Viernes. La peor semana que he tenido en mi vida. Bueno, tampoco en mi vida, en el año. ¿Por qué?

Primero: El idiota de Tyler me ha estado acosando con putos papelitos todos los días. Me puso cosas como: “Ten cuidado con el drogadicto ese de mierda” “Eres tan ingenua que no te das cuenta que estas rodeada de mentirosos” “¿En serio confías en Samantha y Liam? ¿Y en tu madre también?” “I N G E N U A”. Me ha vuelto loca. Y no es que yo crea en todo lo que me dijo antes y en todos estos papeles de porquería, pero estas cosas me hacen desconfiar en las personas que nombra, y me odio por eso. Un chico que me hizo la vida imposible contra mi mejor amiga (No meto a Liam porque no es nadie, ni tampoco a mi madre porque es una puta mentirosa). Encima, ¿Él qué sabe? Si supiera cosas que yo no, ¿Cómo las descubrió? Cada día aumentan más y más las preguntas y no he encontrado siquiera una respuesta.

Segundo: Liam también me acosa. No es que esté loca y sienta que dos chicos me persiguen, encima de diferentes maneras, es que no es un presentimiento, es verdad. En el caso de Liam es de una manera mucho más diferente. Cada vez que nos cruzamos por los pasillos o por cualquier lado me guiña un ojo, me mira hasta que paso por su lado, varias veces me para, me aprieta contra la pared y me dice alguna estupidez como él sabe hacerlo. ¡Odio eso! ¡Lo odio! ¿Es que este chico nunca escuchó nada sobre el espacio personal? Parece un perro. No sé, falta que me lama la cara… Ay que asco.

La semana que viene quiero que sea mejor, igual si es mala no me importará. Es la última semana y ¡Por fin vacaciones! Me he c(opiado)uidado en todas mis materias para no tener que cursar en verano. Nunca estudié tanto. Mis ojos no se despegaron del libro. ¿Pero qué es lo mejor? Termino la escuela. Adiós escuela, para siempre.

Estoy en matemática, ¡Ultima hora!

-Bien, como ya están por terminar mejor les daré clase a los que deben cursar en verano-. ¡Yay! Me casaré con esta vieja…Ay que asco, mejor no. Todos gritamos de felicidad y nos vamos de allí. Mientras salimos, Alba y yo le sacamos la lengua burlonamente a Sam, quien sí debe quedarse.

-¿Harás algo al terminar las clases?-. Pregunta Alba mientras llegamos a nuestros casilleros.

-No creo, ¿Tú?-.

-Sí harás algo-. Dice sin contestar mi pregunta.-Y yo también-. Agrega. La miro frunciendo el ceño.

-¿De qué hablas?-. Pregunto.

-Me tomé la libertad de anotar a todo último año a un viaje obligatorio por fin de curso-. Suelta.

-¡¿Qué?!-. Grito llamando la atención de todo el pasillo.

-¿Ves esa multitud de ahí? También se acaban de enterar de que deberán ir ahí-. Miro a todos mis compañeros de clase leyendo una hoja pegada en la pizarra de actividades.

-Te pasas, ¿Sabes?-.

-No quería terminar y no hacer nada con el curso que he compartido más de once años. Tú llegaste mucho después pero igual será bueno. Es como un viaje de egresados.

-Igual te conviene dormir con los ojos abiertos, amor-. Alba ríe y yo me uno.-¿Saben que fuiste tú?-. Pregunto mirando a chicos quejándose, riendo, veo que a algunos les ha gustado aparecer “mágicamente” en esa lista.

-¡No! ¿Acaso quieres que muera?-. Suelto una risa. Suena una música parecida a la de un videojuego y Alba atiende su teléfono. ¿Por qué no me sorprende que sea de Alba? Cuelga y me mira.

-Ya debo irme, te quiero y nos vemos-.

-Bien, yo más-. Me planta un beso en la mejilla y se va. Yo también podría irme, el problema es que no sé a dónde. Me siento tan mal en casa. Es muy grande. Para dos personas era extremadamente grande, para una ni hablar. Me siento sola ahí dentro.

Salgo de la escuela y comienzo a caminar sin rumbo, de repente, paso por un local donde venden celulares. Podría comprarme uno.

-Hola, ¿En qué puedo ayudarla?-. Pregunta una mujer con cabellos rubios.

-Quiero…-. De repente se me ocurre tener cinco años, hacer algo “malo”, algo donde después me puedan castigar.-El mejor teléfono y el más caro que vendan-. Digo. La chica me trae un celular, luego de esperar un rato, que es bastante grande pero me enamoro de el al minuto que está en mis manos.

-¿Lo quiere? Ya viene así-. Pregunta con una sonrisa y agrega al ver mi expresión.

-Sí, ¿Cuánto cuesta?-.

-Como estamos casi a finales de noviembre y se acercan las compras navideñas hemos bajado el costo y sólo sale $25.500.

-¡Lo llevo! ¿Puedo pagar con tarjeta?-. Pregunto.

-Sí-. Me pide la tarjeta elevando su mano.

-No la tengo aquí-. Me “apeno”.

-Hagamos la compra en línea-.

-¡Buena idea!-. Comienza a preguntarme los datos y luego llaga lo que estaba esperando…

-Dígame el número de tu tarjeta-. ¿Y qué respondo? Los números de la tarjeta de mi madre. Le arruinaré un poco su diversión sin la necesidad de llamarla, seguirla o algo así.

-Debe esperar dos días y podrá llevarse el teléfono. Firme aquí-. Firmo un papel y me voy de allí. Y así paso toda la tarde: comprando ropa, zapatos, películas, cosas y más cosas. Claro está, lo más caro que hay en los locales. Odio comprar cosas, y más por línea, me parece inseguro. Pero ahora soy feliz haciéndolo y más aún cuando escucho por fin:

 -Tu tarjeta de crédito está sobregirada-.

Y aquí estoy, sola en mi casa con cosas que me gustan pero que no creo que use tanto. Me siento como una niña pequeña después de haber hecho una travesura. Sí, soy infantil, y amo serlo.

Estoy viendo una de las películas que compré donde hay una chica que tiene un accidente y queda en coma pero sigue viendo todo lo que sucede… es loco. Yo muero si me pasa algo así. De repente, suena el timbre.

¿Quién osa interrumpir?

Bajo las infinitas escaleras y abro la puerta.

-¿Qué haces aquí?-.

Gritos Silenciosos (2° Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora