Chispa nunca había conocido a un gato tan peculiar como Azor.
La noche que lo encontró, se acostaron luego de que Chispa le tratara las heridas. Pero en vez de dormir, se pasaron la noche hablando, y Azor le contó su historia. Le contó que toda su vida lo habían perseguido unos seres invisibles, que lo atacaban sin razón.
-Mi madre no me creyó.- Le dijo. -Nadie me cree. Todos piensan que estoy loco. Por eso ya no intento acercarme a otros gatos. Bueno, eso, y muchas otras razones.
Chispa asintió, sumergido en sus pensamientos.
Azor continuó. -Quizás tienen razón, ¿sabes? Quizás si estoy loco. Pero si lo estoy, ¿que puedo hacer? ¿Ignorarlos? ¿Dejar de pensar en ellos? No puedo. Cuando vienen, es imposible pensar en otra cosa. Aunque no existan, no puedo dejar de correr.
Chispa le tomó la pata a Azor, para calmarlo. -Esta bien. Yo no te juzgaré. No tienes que preocuparte por mí.
Azor lo miró con sus grandes ojos naranjas. -Entonces, ¿no crees que estoy loco?
-Claro que no.- Respondió, pero no estaba seguro si decía la verdad. "No lo juzgaré."
-Gracias, Chispa.- Con eso, se quedaron callados, y se durmieron.
Chispa recordó este momento una semana después, mientras revisaba las heridas de Azor. Se dio cuenta de que tenía unas heridas frescas. Estaba en mucho mejor estado que cuando lo encontró, pero...
-¿Azor, te has estado atacando el lomo de nuevo?
No respondió.
-Hablamos sobre esto. No puedes andar haciéndote daño como si nada.
-¿Y qué quieres que haga? ¿Quieres que me torturen? ¿Quieres que me maten? ¡No tengo opción, Chispa!- Azor gritó con un destello de furia en los ojos. Pero al darse cuenta de lo que había dicho, bajó la cabeza. -Lo siento.
-Está bien, pero intenta ser un poco más razonable. Mis recursos son limitados, no puedo seguir tratándote las heridas así como así.
-¿Y si yo salgo a buscarte más recursos?- Tenía un tono desesperado en la voz.
Chispa no quería decirle que sí. Eso sería una invitación para que siguiera lastimándose, pero si el en verdad no podía controlarse, entonces ambos necesitarían mucha más medicina.
-Muy bien.- Le respondió. -Pero yo voy contigo. No quiero que termines medio muerto en un callejón por ahí.
-Perfecto! Entonces salgamos ahora mismo.
-Espera, que necesito terminar esto!
Una vez que Chispa terminó vendando a Azor, partieron. Azor salió corriendo, con Chispa trotando tras él.
-Bien, ¿adónde vamos?
-Bueno... cuando Ema necesitaba más medicina, siempre venía de esa dirección.- Apuntó con la cola hacia la derecha. -Así que deberíamos ir hacia allá.
-Ya. Entonces vamos. Y quizás atraparemos algo de comer en el camino.
-Ah, sobre eso... ¿Me puedes enseñar a cazar, cierto?
Azor se detuvo. -No sabes cazar?
Chispa sacudió la cabeza.
-Eh... Está bien. Yo te enseño.
-Pareces nervioso.
-Si... es sólo que nunca antes he enseñado nada.
-Pues, empieza mostrándome cómo se hace. Creo que hay un zorzal por ahí.

ESTÁS LEYENDO
Ciudad de los Gatos (En Edición)
PertualanganLos humanos han abandonado la tierra y han dejado atrás todo lo que conocían. Ahora sus antiguas mascotas, los gatos, tendrán que adaptarse para sobrevivir en un mundo hóstil, lleno de peligro en cada rincón.