Esto me daba mala espina.
Ahora que tenía el consentimiento del emperador para usar mis invocaciones sin que me usen como un arma de guerra, invoqué un "Pesadilla" para moverme por la ciudad hasta el hogar de Jazmín.
Estaba feliz, relajada y pensaba incluso negociar con su padre para que dejara de enviar mercenarios; Jazmín podría ir y venir con ellos cuando quisiera; después de todo, yo no tuve una familia que me quisiera, pero ella sí y sería injusto mantenerla alejada de ellos.
Digamos que trataba de ser más considerada; sin embargo, la barrera erigida con magia de fe alrededor de la mansión, me daba mala espina.
Los guardias, preocupados, trataban de entrar desde afuera, probablemente porque también les pareció raro.
Los pasé sin darles importancia y ellos se sorprendieron al ver que crucé. Los escudos de fe de Rose no podían detenerme.
Me mantuve alerta mientras observaba el bello jardín y los arbustos de jazmines a los laterales del camino de adoquin.
Llegué a la entrada, y en el vestíbulo, me topé con una escena del crimen, sangre y uno de los sirvientes con su cabeza reventada. Fruncí el ceño y me agaché.
Era como si la hubiesen puesto en una prensa que la comprimió pareja.
No debí disolver la party con Jazmín; así la encontraría fácilmente en esta gran casa. Sin embargo, no era mi único recurso y había aprendido a improvisar.
[Invocación Demoníaca]
Centenares de ratas salieron a mis pies y comenzaron a correr en torno a la mansión. Recorriendo pasillos, andadores, escaleras y habitaciones.
Cadáveres... Más cadáveres y una mujer, oculta en un baño mientras observaba con miedo a dos chicas en una habitación.
Una era Jazmín y la otra, al ser obviamente menor, debía ser su hermana.
Deshice las invocaciones y corrí a toda prisa, pero la escena que me recibió... Esto estaba mal.
—¡Rika! —Jazmín estaba sonriente, pero a la vez lloraba. En una de sus manos, yacía el cadáver tibio de su pequeña hermana y en la otra, una rubia muñeca de porcelana—. Ya nadie intentará separarnos —su vestido y su rostro estaban manchados y salpicados con sangre.
—¿Qué hiciste? —no podía creer lo que mis ojos veían.
—Ellos no querían que estuviera contigo —respondió—. Amenazaron con no dejarme ir, con enviar más mercenarios tras de tí, así que hice lo que tenía que hacer —parecía feliz y triste; sonreía y lloraba—. Todos los que se interpongan entre nosotras deben morir.
Yo te pertenezco y mi lugar es contigo —
—Jazz...
—Yo te amo.
La miré a los ojos y entonces me di cuenta de lo que había hecho, de lo que yo causé.
—Esto no... Esto está mal —por primera vez en esta vida, esas palabras rondaban por mi cabeza.
¿Cómo era posible que yo, que causaba desgracias al por mayor dijera eso?
—¿Rika?
Me acerqué a ella y la abracé.
—Rika ¿por qué estás llorando? —¿lo estaba? Por supuesto que lo estaba, todo el mundo a nuestro alrededor parecía derrumbarse.
—Jazz... —tenía un nudo en mi garganta, pero me forcé a decir lo que debía—. Te amo.
ESTÁS LEYENDO
Emisaria De La Diosa Del Mal 2
FantasiContinuación desde el episodio 74 de la historia original.