|ºSinnerº|

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—¡Quítate, maldita sea!— Gruñó a gran voz el apuesto castañito, buscando que aquél alto moreno de hoyuelos se apartase de una vez por todas.

—Existe una palabra llamada "Permiso" ¿La conoces?— El tono en su voz sonaba sereno, más poseía una rudeza natural. De esas que te erizan cada vello del cuerpo al oírla.

—¿Sabes quién soy yo?— Replicó, harto de la situación. Si no se apartaba por las buenas, a por las malas.

—Sí. Kim SeokJin, hijo único de los Kim del centro ¿Y?— Se notaba de a leguas que al chico le importaba un carajo su apellido y eso... Oh, eso enfurecía a Jin. —Soy Kim NamJoon, de los Kim del norte.

Obviamente el castaño conocía a la perfección el nombre de NamJoon y su providencia.

Esos mismos Kim que no tenían ni una pizca de riqueza, esos que sus empresas estaban al borde de la quiebra.

—¿Y aun así tienes la osadía de entrometerte en mi camino?

Jin inspeccionó al moreno de pies a cabeza; No portaba ningún tipo de prenda cara o de marca y sus zapatos estaban desgastados.

No valía la pena siquiera verlo, pero...

—Conozco esa mirada.— Murmuró NamJoon apretando sus puños, mientras que Jin no podía apartar la vista de esos carnosos belfos. —Ustedes siempre nos ven por encima del hombro, nos desprecian solo por no tener su fortuna.

El Kim mayor enarcó una ceja ¿Acaso lo culpaba a él de su miseria?

—Escucha... Como te llames.— SeokJin amaba sacar a las personas de sus casillas, pisotearlas. Claro que sí. -Me importa muy mierda lo que digas ¿Sí me entiendes? Por mí, tú y tu familia pueden pudrirse en el estiércol de sus animales. Total, sus vidas valen menos que mi reloj de muñeca.

Oh, no. Él no había dicho eso ¿Verdad?

—Eres... ¡Un ser despreciable!— Soltó NamJoon con todo el rencor que su adolescente cuerpo de 16 años pudo contener.

Jin dio un respingo al ser tomado con brusquedad de sus hombros y empotrado con fuerza contra los casilleros, los cuales no tardaron en hacer escándalo. Sus labios dejaron escapar un jadeo adolorido, estando a nada de maldecir.

Pero, enmudeció por completo al ver esa aura de dominancia que desprendía el cuerpo ajeno. Tanto, que le intimidó en demasía.

—A-aléjate.— Masculló en un tono demasiado bajo, uno que nunca había conocido en sí mismo.

El moreno soltó una risa ronca y Jin se sintió perdido al enfocar la mirada en esos filosos orbes oscuros, llenos de un sentimiento intrigante.

-Supongo que conoces el "Por qué" de destituir a los Kim del norte.- Cuestionó, el mayor siendo incapaz de responder aún si la contesta era positiva.

Claro, esa familia practicaba algo llamado "Homosexualidad." Esa palabra siquiera era deletreable en su casa y la poca información que conocía de ello, es que era un pecado gravísimo. Visto como algo anormal, abominable ante los ojos de Dios... Esas personas merecen morir quemadas en las llamas del infierno o eso era lo que Jin aprendió, por más que preguntara solo recibía reprimendas.

—Dime, SeokJin... ¿No te interesa saber más sobre ésta asquerosa práctica?— Preguntó, su voz engrosándose en el momento que la cercanía fue mucha.

Sus respiraciones se mezclaban y la sensación de sus labios rozándose causaba un cosquilleo ansioso en ambos. El castaño no era idiota, desde el primer segundo en que se encontró con NamJoon el día de su ingreso al prestigiado instituto del mayor, notó que éste poseía una belleza muy llamativa.

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