II. MIS INICIOS

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Así transcurrió mi infancia, entre el pesimismo de mi abuela y la ausencia de mi mamá, con muy pocos gustos o salidas sin juguetes o ropa buena, pero ahora que lo pienso fue tranquila, siempre esperando que mi mamá se cuadrara muchos hombres en las noches para tener dinero para la comida, pagar arriendo y uno que otro dulce.

Día tras día, noche tras noche con el olor a gases y monóxido entrando por las ventanas del apartamento, todo igual, sin mayor novedad, solo esperando las pocas ocasiones especiales como la navidad, el año nuevo, fechas en las que mi mamá era generosa compraba trago, torta, una pizza o tal vez un pollo asado y en mi cumpleaños me llevaba al cine, este era el mejor momento, estábamos juntos, compartíamos, incluso yo me sentía especial, casi importante para ella.

Todavía amo el cine, no encuentro una mejor distracción en mi vida, pues a lo largo de ella el cine me llevó a través de lugares que no pensé que existieran, me saco de mi pobreza y me mostro sitos ricos y elegantes, me enseño de héroes y villanos, me mostró esperanzas y me llevó a galaxias muy lejanas en donde me permitió soñar. Sueños, algo que las putas venden pero muy pocas tienen, a mi abuela jamás le conocí o le oí hablar de algún sueño, es más como dije anteriormente, nunca le escuché ninguna postura positiva hacia algo, porque según ella cuando algo estaba bien es porque estaba a punto de cambiar.

Frases como:

-Piensa mal y acertarás
-Nada es gratis
-De eso tan bueno no dan tanto
-Lo peor está por venir

Y su máxima somos los hijos del Pecado, los olvidados por Dios.

Me criaron y me asustaron durante toda mi infancia, si, la vieja no tenía sueños y si los tuvo alguna vez también los vendió.

En cuanto mi mamá, tuvo sueños y metas, claro dentro de su contexto, siempre pensando en algún cliente importante que la sacaría de puta, o como se iría a trabajar a una casa de alta categoría y dejaría las whiskerías y el striptease, solo cómo ganaría más y viviría mejor. A veces cuando estaba borracha, hablaba de aquel hombre, de aquel ejecutivo gringo, aunque para mi mamá todos los extranjeros son gringos, si hablan cualquier idioma distinto al coreano, en fin recordaba a aquel cliente que la tuvo fija durante casi tres meses, no permitiéndole acostarse ni trabajar para nadie más, pagando sus noches y días por entero sólo para él, que la llevó a bailar y le dio regalos, ese hombre que le prometió que volvería y al cual esperó durante largo tiempo, el que se supone que es mi padre, mi madre asegura que es él, pero mi abuela dice que no se puede estar seguro porque solo soy el hijo de una puta y los hijos de puta pueden ser hijos de cualquiera.

En el fondo me gustaba creer que ese hombre extranjero, que la había querido había sido mi padre y por algún motivo no pudo regresar, incluso fantaseaba que en cualquier momento él volvería a buscarnos, sería un hombre acomodado, de pronto rico.

Sacaría a mi mamá de los burdeles y nos llevaría a vivir a una casa bonita, me veía jugando con él en los jardines, teniendo un carro para ir a pasear e incluso en mis delirios la abuela sonreía.

Así pasaron esos años que ahora veo lejanos, como si fuera un siglo y que a veces me cuesta recordar, son solo fotografías en mi mente recuerdos lentos, pausados casi ajenos, sin mayores sobresaltos, recuerdos que no son plácidos pero tampoco desagradables, recuerdos de una infancia que desapareció.

Poco antes de cumplir mis trece años, mi mamá, una tarde se levantó más temprano, salió se sentó con un café y un cigarrillo, me miró, pero esta vez, me veía distinto había algo indescifrable en su mirada.

-Kyung coma algo porque quiero que esta noche me acompañe- Sentenció.

Se volteó mirando a mi abuela y le ordenó.

Hijos del Pecado [KAISOO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora