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Desde aquí observo tu cara envuelta en nubes de tristeza, tan roto, tan solo. Demasiado hermoso como para darse cuenta de las tantas piezas rotas que han estado sometidas a infortunios de crueza.

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Sus caminar era apresurado, desprendiendo en cada paso resonante en el anochecer aledaño ese sentimiento que se estaba volviendo demasiado evidente en sus días; el miedo.

Ni siquiera estaba siendo perseguido por alguien, sólo recordaba una y otra vez las palabras de su padre y no podía tardarse más de unos minutos. Su egoísmo le secaba la garganta, creciendo un coraje en su pecho.

Ese viejo estaba enfermo, o por lo menos eso había dicho el doctor del pueblo y aunque sabía que se refería a salud física, seguía sin poder justificar lo mal que lo trataba. Tenían un buen estatus social y económico, sus prendas eran finas y a pesar de que su casa no era la más grande, contaba con los elementos necesarios para ser considerada con una fachada elegante. Sin embargo, ahí estaba, cumpliendo todas las tareas del hogar cuando perfectamente podrían contratar un sirviente.

No le molestaba ayudar, pero eso era extremista. Su madre no le ayudaba ni en la mitad de las cosas y su padre estaba tendido todo el día en sábanas de seda, levantándose únicamente para cobrarle servicios a los habitantes del pueblo. Tan avaros, tan mezquinos con sus ojos juzgando a cada persona y condenando a quienes no los consideraban modelos a seguir o alguna calumnia artificial nombrada por ellos mismos.

Intentó poner su mejor cara después de tanto descargo personal, no quería dar impresiones altaneras a los pobladores. Suficiente tenía con la sensación aberrante que sus padres causaban y que repercutía en cómo lo miraban los demás.

Caminó un poco más, encontrándose con el pequeño mercado que se ponía a unas cuadras de su hogar.

—¿Otra vez con prisa, joven Kim?— El señor con el puesto de semillas le sonreía, él no tenía problemas con nadie del pueblo pero sabía que había cierto rechazo involuntario al saber de quién era hijo.

—Sí, mi padre... Bueno, supongo que usted lo sabe.— No sabía si estaba bien soltar esa información íntima a cualquier persona, pero la frustración desbordaba de sus poros y a pesar de saber que no todos eran sus amigos, a veces le gustaría tener a alguien con quién recitar sus penas o simplemente platicar de todo y nada.

El gesto ajeno lucía sincero, tratando de expresar aunque fuera un poco de empatía al emitir un lastimero "Pobre chiquillo".

No quiso profundizar la situación, le regaló una sonrisa y procedió a comprarle al hombre la lista que su madre le repitió con frialdad.

Tomó sus quesos, nueces y verduras para completar la despensa de su hogar, siendo sorprendido por varias carrozas y caballos al encontrarse tan apremiado por el tiempo.

Su cintura estaba apresada por las prendas que su madre le obligaba a portar, siendo algo dificultosa la caminata. No es que no le gustaran, porque no lucía mal, era simplemente la intención oculta, esa necesidad enervante de querer lucir perfectos era lo que le carcomía la conciencia y lo enfadaba en el proceso.

—El perfecto hijo de los Kim, claro que sí...— Bufó.— Parezco más un esclavo después de todo.— Entró a su  domicilio, dándole cosquillas en sus fosas nasales el olor a sopa de arroz y pan horneado.

—Tardaste demasiado, niño.— Su madre le arrebató las bolsas, paseando su pomposo vestido hasta la cocina.— Sube o vete si no quieres estar aquí antes de que tu padre se levante.

Taehyung asintió, subiendo las escaleras hasta su cuarto para tenderse en su cama con un suspiro lastimero. Su madre era así de amargada desde que no había podido tener más hijos, la descendencia era un concepto que permanecía intacto en la sociedad de esos tiempos, siendo una completa decepción que el castaño fuera el único hijo que pudieron tener y que fuera el principal óbice de la continuación de su estirpe.

Se levantó, conectando miradas con sus propios ojos color avellana en el espejo frente a su cama. Se sentó frente a él, admirándose un poco.

Estaba tan solo que le dieron ganas de sollozar sin contener ninguna lágrima, sin embargo, se contuvo. ¿Qué ganaría? Se sentiría peor al terminar y no tendría a nadie para otorgarle consuelo.

Negó con la cabeza en un intento de despojar su mente de esos infortunios que lo deprimían. Se retiró las joyas que desde siempre, su madre lo había acostumbrado a usar, cepillándose el cabello con parsimonia después. Eran casi caricias, como si estuviera tratando de darse aliento a sí mismo.

Se levantó sin poder contenerse la mirada un momento más, quitándose el grueso cinto que sujetaba su cintura y suspirando cuando el apresamiento decreció. Finalizó removiendo su pantalón alto y su camisa bordadada, para vestirse nuevamente de un pijama de dos piezas con detalles en hilo.

Tomó uno de sus libros favoritos y se dirigió hacia su estrecho balcón, muy pegado al de la casa ajena.

Eran menos de sesenta centímetros los que separaban a los dos pequeños balcones, ubicados superiormente de un demasiado angosto callejón con escaleras.

Con el libro en mano, una vela y sacando un pequeño banco, se preparó para leer hasta que pudiera conciliar el sueño.

—¡Nos vemos mañana, hombre!— El brusco grito lo desconcertó, no llevaba ni diez minutos de lectura cuando casi tiró el libro al observar como un azabache subía de un brinco al balcón contrario.

—Oh, señorito Kim.— El castaño rodó los ojos por el apodo.

—¿No puede entrar por su puerta como una persona normal, joven Jeon?— El azabache sonrío, viéndose más atractivo de lo que debería con esas prendas informales y desgastadas, portando una camisa de botones rotos que dejaba ver mucho de su pecho pálido y se  complementaba con unos tirantes oscuros que lo abrazaban desde sus hombros hasta su pantalón. Llevaba unas botas negras con aberturas y una bolsa grisácea que se movía a la par que él.

—Lo normal es aburrido, ¿no lo cree, señorito Kim?— El castaño trató de desviar su vista a su libro cuando el contrario sonrío de nueva cuenta.—¿O acaso usted no se aburre regando flores y yendo al mercado todos los días sólo para escuchar a su padre rechistar?

Taehyung frunció el ceño, su naturaleza litigiosa floreciendo.
—Entonces, ¿considera que robando todo el día y engañando a las personas como usted hace para conseguir no sé... esa casa  por ejemplo, es más divertido que lo "normal"?— Señaló su morada.

Una carcajada resonó en el pequeño espacio.—Qué malas cosas le dicen de mí, joven Kim.

—Por algo ha de ser...— Resopló, volviendo la vista a su libro con un calor envolviendo sus mejillas.

—Sí, seguramente.— Dijo aún con una expresión divertida. Sacando después, una pera de su bolsa gris.— Otra vez lo corrieron antes de la cena, ¿no es así?— El castaño cerró el libro, tomando entre sus manos la pera que el chico le había lanzado.— Que duerma bien, señorito Kim.

Taehyung no pudo decir nada antes de que el azabache entrara a su propia casa, guiñándole un ojo como despedida. Su corazón dio un salto, renegándose a sí mismo después de un rato.

Sus padres siempre le habían repetido que Jeon Jungkook era un don nadie, un huérfano de otro pueblo especializado en ser un forastero insolente que vino allí para robarle a los ricos y conseguir cosas como la casa vecina a ellos, que estaba ubicado en una parte bien acomodada de la aldea.

Taehyung mantenía pequeñas discusiones con él al estar sus balcones pegados, pero él jamás le había faltado al respeto. Siempre se expresaba con un vocabulario que no parecía de un aldeano cualquiera, su cuerpo no estaba cubierto de seda fina pero su porte era mucho más elegante que el que sus padres presumían tener.

Su padre se aprovechaba de los aldeanos más pobres, sin impunidad ni remordimientos y Jeon Jungkook solía robar fajos de billetes de los bolsillos más pudientes del lugar para poder llevarse algo a la boca al menos una vez al día.

Al final, ¿quién terminaba siendo más 'insolente'?

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hola, bebés 😗✌️.
¿qué les parece?
este es otro mini libro más de la saga "besos" que tiene relación con lágrimas de luna y está inspirado en una leyenda de mi país que explicaré al final 🖤

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⏰ Última actualización: May 20, 2020 ⏰

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besos en el balcón ⊹  ⎙ kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora