La noche muere, las estrellas se diluyen junto al añil.
Las constelaciones nos quieren llevar.
Allá en el cenit nos tienden una alfombra celeste.
Allá esperan que nos envolvamos en un claro lienzo.
Leuco manto galáctico, se extiende como cola de dragón.
Surca la bóveda celeste, enroscándonos a los dos.
Única prenda que nos cobija en ese rapto imaginario.
hacia el invencible infinito y vacío definitivo.
Somos llevados por esa cinta blanca
Por tierras impensadas, por universos improbables.
Te cuento mis cosas, lo que será y nunca fue, de esos mundos
Todo mientras termina de morir la noche y la lumbre se come el añil.