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Aquel tipo se había quedado dormido después de la botella que se habían bebido en su departamento. Era un hombre rico y con una piscina en su hogar, pero se veía que no sabía beber. Se sumergió hasta hundir su cabeza en el agua burbujeante y contener la respiración para luego salir y lanzar un bostezo.

El tipo era guapo, era una lastima que no fuera a hacer nada con él esa noche.

Después de esos días en los cuales se había recuperado venía con tanta energía para acostarse con cualquiera y justamente se quedaba dormido. Tomó todo el dinero que traía en su billetera y salió de ahí después de vestirse.

Seguramente Yuu también estaría aburrido en donde fuera que estuviera, pues con el vejete que se había ido era uno de esos precoz que terminaban a los tres minutos y se quedaban dormidos adentro de ti «Que asco» pensó al recordarlo.

Sus largos cabellos rubios seguían escurriendo por lo mojados que estaban, no había cogido una toalla para secarse y ahora a mitad de calle no pretendía regresar al departamento de su último cliente. Recogió sus largos mechones de color claro entre sus manos para intentar sujetarlos a lo alto de su cabeza con una de sus pulseras y que dejaran de joder sus ojos que comenzaban a irritarse y ponerse rojos.

Sacó su teléfono móvil para llamar al moreno y asegurarse de que estuviera bien, tenía la manía de hacer eso últimamente por el simple hecho de que aquellos tipos del otro día seguían rondando por ahí, no quería que volvieran a acercarse a Yuu y mucho menos que Hirotaka lo hiciera, era un pervertido el cual no debía tocar lo que era suyo.

Esperó por unos segundos eternos hasta que le contestaron del otro lado, la voz del moreno sonaba rasposa y algo atontada. Siguió caminando con el teléfono en su oído mientras le cuestionaba.

Me he quedado dormido, sólo eso. —Uruha soltó una risita—. Ya voy para mi casa, ¿Te iras a la tuya?

 

—No lo sé, no quiero dejarte solo con Manami. —ahí estaba un detalle que lo tenía más que emputado. Esa señora que se hacía llamar “madre” tenía días de no volver de su ciudad natal, le había dejado a Manami y al parecer ya no pretendía volver por ella. Quería pensar que quizás le había sucedido algo, porque si averiguaba que de verdad la había abandonado, él le haría algo.

Entonces te veo en mi casa. Nos vemos. —colgó para después soltar un bostezo y guardarse el teléfono en los pantalones que no traía puestos.

Cruzó la calle sin problemas pues no había mucho tráfico—cosa extraña— y siguió su camino hasta un local donde entró para pedirse un café. Después de ordenar giró su cabeza a un costado por puro placer de perder el tiempo y observar a las personas.

Divisó casi de inmediato a aquel castaño que se había encargado de acosar al moreno en esos días, hace unos cuatro días que se había acostado por segunda vez con Yuu para pagarle la deuda que era suya y saldarla de una vez. Pero eso no quería decir que no volvería a buscarle, y aunque era su trabajo a ese hombre no terminaba de tragárselo.

Se acercó a él con su vaso en mano, se miraron directamente por unos minutos sin decir absolutamente nada, sólo mirándose inexpresivos y hasta con algo de molestia.

The end.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora