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Separó sus labios de los de él para después decir que se iba, el mayor asintió diciéndole que después se veían. Se quedó en aquella sala de hospital mientras que los especialistas trabajaban haciéndole las fototerapias a la menor. No tenía conocimiento de cuánto duraban pero aún así era paciente y sabía que no durarían más que su paciencia. Mantenía su cabeza echada para atrás contemplando el techo mientras que las personas caminaban de un lado a otro siguiendo el ritmo de sus vidas como era costumbre. Le sorprendía que algunas personas se tomaran el tiempo para darle los buenos días, se le había olvidado la última vez que alguna persona hacía aquello sólo por hacerlo, sin tener en cuenta la obligación de hacerlo como cuando estaba trabajando en aquellas empresas.

Quizás la última vez había sido cuando un viejecito pasaba enfrente de su casa mientras él mataba el tiempo jugando con los insectos que había en el jardín delantero que tanto cuidaba su madre. Las personas de antes tal vez eran más amables y no veían al resto de las personas como sombras que se mueven de un lado a otro. Ese viejecito le hizo creer en eso.

Luego de esperar pacientemente se levantó para salir a desayunar, su estomago comenzaba a gritarle por comida y él no quería hacerlo enojar. Salió de ahí sin quitarse de la cabeza la propuesta que Ruki le había hecho de irse a trabajar donde él lo hacía, no era para lo que había estudiado pero sin duda era mucho mejor que eso de la prostitución y el castaño le había prometido que tendría una buena paga después de que hablara con sus superiores. No tenía mucho qué pensarse porque la verdad era que aquello le convencía mucho pero también sentía que si aceptaba terminaría debiéndole algo a ese tipo y seguro se lo cobraría haciéndole que aceptara ser su pareja definitivamente.

—Tu comida se enfriará si no la comes, o me la comeré yo. —le sonrió mientras tomaba asiento frente a él sin esperar ser invitado pero al moreno no le molestó aquello, lo supo al ver su sonrisa.

—Shou…—murmuró observándole mientras este le arrebataba el plato de comida y comenzaba a llevarse el tenedor con arroz a la boca—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Que sorpresa! —exclamó emocionado ¿Hace cuánto que no le veía?

—Yo debería ser el que pregunte eso, ¿Qué hace aquí el señor “Mei es lo mejor y Tokio es una basura”? —Yuu rió ante su comentario muy acertado, el moreno fue quien había terminado yéndose a Tokio en lugar de él, quien de verdad lo deseaba—. Vengo de vacaciones, creo que al final nunca podré vivir y trabajar acá.

—Pues… las cosas que suceden. Pero aún sigo pensando que Mei es mucho mejor.

—Claro, lo que tú digas. Pero al parecer cuando tuviste oportunidad corriste, tus padres estuvieron emputados con todo el mundo por mucho tiempo. —parecía divertido al recordar la cólera que tuvieron los padres del mayor cuando aquello pasó—. Y veo que sigues igual de enano como siempre.

—Y yo veo que tú sigues igual de imbécil como siempre, ¿Lo sabías? ¡Por eso no viniste a Tokio como querías! —se defendió ante su insulto, conocía a alguien mucho más bajito que él y no estaba dispuesto a que le llamaran enano—. ¡Ya deja de tragarte lo que yo compro!

Shou terminó por acabarse el plato del mayor por lo que este tuvo que comprar más para él. Luego de eso decidieron salir un rato a caminar para contarse todo lo que habían vivido esos largos años en los que no se habían visto, comenzando con que el más alto estaba comprometido cosa que hizo reír mucho a Aoi puesto que jamás lo imaginaría casado. Por su parte Yuu no le quiso contar absolutamente nada de su vida allí, ya que no le encontraba caso contarle sus problemas como que era sexoservidor, que cuidaba de una niña enferma y que todos sus estudios se habían ido a la mierda, ah, y que en el camino se había hecho gay. Lo último seguro asquearía mucho a su amigo si este seguía siendo igual de homofóbico como le recordaba. Mejor decidió contarle más cosas sobre la ciudad que seguramente le interesaban mucho al otro.

The end.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora