C A P Í T U L O 36

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  —Reserva al nombre de Justin Covey White. 

  Estábamos esperando en la cima de las escaleras de mármol que conducían a la grandísima puerta de entrada del maravilloso restaurante.

  De camino desde el lago hasta el restaurante, la noche se nos acabó echando encima. Acabamos en un bellísimo restaurante de Hollywood, eran impresionantes las dimensiones y quedaban super elegantes los griegos decorados en la fachada. 

 Cuando el guardia de seguridad tachó algo en su libreta y tecleó algo en su iPad, le comunicó algo, que fue completamente inaudito, a alguien, pero enseguida nos dejaron entrar con cordialidad.

  El trato fue realmente excelente y muy profesional, allí todos parecían moverse vestidos de etiqueta mientras que yo llevaba unas pintas de lo más extravagantes y vergonzosas, el rubor se apoderó de mis mejillas.

  —Deberías haberme avisado de que íbamos a venir a un sitio como este —le susurré a Justin mientras aguardábamos mientras caminábamos detrás de aquel grande hombre, el cual caminaba imponente. —. Mis pintas no son apropiadas, parezco recién sacada del vertedero. 

  —No digas gilipolleces, Eden —contestó por lo bajini con los dientes apretados. —. Estás perfecta, ¿vale? 

  Asentí con la cabeza y me limité a seguir al camarero que nos guiaba.

  Subimos unas amplias escaleras en espiral, y llegamos a la segunda planta de tres, nos encontrábamos rodeados de grandes plantas.

  El restaurante era de color negro complementado con detalles en dorado, lo que provocaba que el contraste que formaban las plantas verdes quedara precioso.

  No era un lugar acogedor, es más, era muy amplio y extenso, pero me encantaba, tenía un toque que lo hacía super elegante.

  El camarero se paró junto a una mesa en la tercera planta de tres, aquel restaurante era fabuloso, quedé impregnada de él.

  Nunca antes había visto un restaurante tan grande como aquel; no obstante, no habían ni tres mesas ocupadas, a parte que desde nuestra posición no se divisaba ninguna pareja más y aunque el local era amplio, me sentía en completa libertad, al pensar que nadie podía ni verme; ni escuchar nada de lo que dijese.

  Tras varios minutos sin hablar, había aprovechado la ocasión para colocarme la servilleta plegada sobre los muslos, cuidadosamente.

  —¿Has estado aquí antes? —le pregunté mientras esperábamos a que otro de los muchos camareros que pululaban por allí nos sirviera las cartas para pedir.

  —Sí. Siempre venía aquí a las reuniones que tenía mi padre con el bufete, me ha preparado desde los dieciséis. —Justin era tres casi cuatro años más mayor que yo... Aunque debido a que suspendió un año de instituto, aún no había pasado a la universidad, justo aquel año, cuando yo empezase segundo de bach, él empezaría con la universidad, me pregunté a cual tenía pensado ir, me habían mencionado que todos asistirían a Stanford, ¿pero él? Pensé que tal vez él tuviese otros planes.

  —Por curiosidad... ¿A qué universidad vas a ir? —le pregunté sin ningún remordimiento, al fin y al cabo... Éramos algo más que amigos.
 
  Me incliné hacia delante con los dedos entrecruzados y los antebrazos posados sobre la mesa, me fue un poco complicado acatar aquella posición debido al incómodo vendaje que tenía rodeándome.

  —A mi padre le gustaría que asistiese a Harvard, —me sorprendí, tal y como yo. —pero me he negado, iré a Berkely.

  —Ah... —desvié la mirada hacia abajo..., ni Stanford, como me esperaba, ni Harvard, como quería.

ÉL - Un Verano En California  [US #1#]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora