1;- oh,no es tan malo

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HyunJin había leído la carta de su madre tantas veces que se la sabía de memoria. La letra era picuda, escrita con rapidez, nerviosa, y con gran separación de renglones. Sentía como si cada palabra le llegara al corazón, no faltaba ninguna, tampoco sobraba. No existía matasellos, ni una dirección, tan solo la fecha de cumpleaños del alto, era como un regalo; el regalo de su cumpleaños número diecisiete.

Metió el papel con cuidado en el sobre, doblándolo y metiéndolo en el bolsillo de su sudadera negra; suspiró fuertemente, se removió incómodo por el frío de la noche y por el tiempo que llevaba parado ahí, en el pequeño balcón, concretamente desde el atarceder.

Desde donde estaba se sentía enano, los tejados de las casas formaban tenebrosas sombras, la calle estaba abarrotada de gente, el aire era espeso y él respiraba pesadamente, todo aquello se le hacía una masa compacta que le quitaba de la realidad y le oprimía el corazón; HyunJin se sentía muy solo esa noche,el ruido de los vehículos transitando en la lejanía y las voces de las personas llegaban hasta él como leves murmullos.

Desde el balcón, la gente perdía sus rasgos, se convertían en pequeñas figuritas que andaban muy despacito, como si fueran los caballos del ajedrez jugando a hacer puntillismo, el castaño rió nasalmente ya que le recordaban a las figuras de lego, los primeros que le compraron sus padres de acogida, los coches y motos también se veían juguetes coloridos y manejables.

A HyunJin le gustaba mucho asormarse al balcón y perder la noción del tiempo allí, era un experto en ello, de pequeño se colaba en el despacho del rector del orfanato y miraba por el suyo; en aquel sitio no tenía amigos, por eso jugaba con algunas monjas que pasaban hacer revisión de las instalaciones y los montones de educadores, aún recordaba el nombre de cada uno, cada noche les rezaba arrodillado en la cama de su compañero de cuarto para desearles una buena noche, y luego subia a la litera de arriba sin poder conciliar el sueño.
Ahora el viento chocaba contra su delicado rostro; HyunJin nunca dejaría de ser un niño.

La sensación que tenía el castaño en estos momentos era indescriptible, sentía que no era partícipe de nada, que era ajeno a todo, que estaba fuera de juego. Se sentía un rey desde ahi arriba, alguien poderoso que podia verlo todo. A veces soñaba que podía volar, pero luego despertaba y casi lo agradecía, pensaba que podía tirarse del balcón ahora mismo y que no le pasaría nada, aunque la verdad es que tendría la cara echa mierda; aunque por un lado no le importaría con tal de salir de esa casa, ser un pájaro y viajar.

El creaba un mundo a partir de lo que veía en el balcón, miraba el cielo estrellado y se imaginaba criaturas que provenían de la luna, todo lo podía ver desde donde estaba, para el no existe lugar mejor.

Cuando sentía ese hundimiento en su pecho sabía lo que venía ahora; el llanto, intentó aguantar las lágrimas al escuchar la puerta abrirse y cerrarse fuertemente

—¿Estás ahí, HyunJin? ¿HyunJin, cariño? —preguntó Rae—

Soltó el aire que llevaba en los pulmones, sin evitarlo, de forma entrecortada

—¿Estás ahí? —repitió su madre

Su voz era ronca, cercana, ansiosa; HyunJin se sobresaltó un poco y limpió el rastro de lágrimas que estaba dejando con la manga de su sudadera, sus manos sudaban, estando echas puños.

—Sí...mamá, estoy aquí— sorbió su nariz y se concentró en el panorama que se desenvolvía delante suya

—Pensaba que no estarías, menos mal, ¿has salido?

—No, mamá

—Bueno...oh, ¿estás ahi? —reprochó,al ver a su hijo en el mismo sitio de siempre— ¿Qué haces? Anda, entra, vas a coger un resfriado de esta manera.

𝑩𝑹𝑰𝑮𝑯𝑻 𝑺𝑰𝑫𝑬 𝑶𝑭 𝑻𝑯𝑬 𝑴𝑶𝑶𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora