Abrí los ojos en cuanto el sol asomó por la ventana de la habitación. Me hubiese encantado estar dormida hasta las tantas a su lado. Pero mi mente no me dejaba tranquila. Intenté quedarme dormida un par de veces más, pero no pude. Así que me levanté, y cuando vi la libreta que el castaño me había regalado busqué un lápiz y me salí a la terraza.
El aire fresco me hizo coger una chaqueta y allí viendo cómo el sol se elevaba en el cielo me puse a escribir.
Escribir me ayudaba a desenredar el lío de pensamientos que inundaban mi mente. Pero ahora, parecía estar ahogándome con ellos. Miles de preguntas iban y venían a mí. ¿Cómo podía estar segura de lo que me dijo anoche fue real? Lo sentí como real. Pero, ¿lo fue?
Y si lo fue, estábamos jodidos. No sabía cómo iba a poder estar a su lado todos los días, sin poder sentir lo que sentí anoche. Sentía que me habían dado el mundo, y de golpe, me lo arrebataban. Fue tan mágico que mi corazón me decía que jamás se iba a repetir algo así.
Por otro lado me sentía feliz, sabía que le gustaba a Harry, aunque no supiera cuánto, pero lo suficiente para organizar esto, para arriesgarse a esto conmigo. Cuando pensaba en lo contrario, miraba la libreta y me recordaba que debía confiar en mis sentimientos y en los suyos.
¿Pero ahora qué iba a pasar? Yo quería estar como siempre, pero no tenía muy claro si podría hacerlo. Cómo podría verlo besar a otra persona, llevar a casa a otra persona, después de todo esto.
Las horas fueron pasando y a medida que el sol salía, un dolor de cabeza iba apareciendo en mi sistema. Cuando quise darme cuenta había rellenado más de las páginas de las que pensaba. Tenía versos de amor, de desamor y de adiós.
Suspiré e intenté relajarme. Hoy iba a ser un día mágico y tenía que estar agradecida y emocionada. Pensé en mi vestido y mi estado de ánimo mejoró un poco.
Al poco tiempo, escuché el sonido de la cristalera deslizarse. Y me puse de lo más nerviosa. No quería girarme, no quería afrontar lo que iba a pasar. Fuese lo que fuese.
Unos brazos aparecieron en mi vista y me rodearon por detrás.
—Qué madrugadora.
Harry besó mi cabeza y se mantuvo un rato en esa posición. Sus manos acariciaban mis brazos y cerré los ojos para intentar calmarme. El calor que desprendía su cuerpo era tan gratificante como ver que no me había ignorado.
—Hace frío aquí, Dani. Estás helada —me soltó y se acercó hacia la barandilla de la terraza. —Hasta la hora de comer no tenemos nada que hacer, ¿por qué no te vienes a la cama conmigo?
Se giró y por primera vez, desde anoche, nuestros ojos se encontraron. No sé qué esperaba pero no fue lo que encontré. El castaño tenía una gran sonrisa en su rostro y sus ojos brillaban. Todo él desprendía felicidad y aquello me reconfortó. Le devolví la sonrisa y me levanté para aceptar su propuesta de seguir dormidos.
—¿Ya has escrito? —dijo cuando agarró la libreta. Fue a abrirla cuando lo detuve.
—No Harry, por favor. Dámela —quise sonar seria, pero no funcionó.
El castaño se acercó a mí y la cerró con la cuerda que la rodeaba con un nudo para dejarla en mis manos.
—No voy a ver nada que tú no quieres que vea, Dan.
Avanzó hacia dentro y yo sonreí ante su gesto. Mi pecho volvía a estar lleno de emoción y de cariño. Al llegar a la cama, me introduje y me tapé como pude. No había sido consciente del cambio de temperatura hasta ese mismo momento. Harry hizo lo mismo que yo. Y allí estábamos, exactamente igual que ayer. Pero separados por más distancia. Más de la que yo quería.
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Our Song | Harry Styles
RomanceDanielle escribe canciones desde que tiene uso de razón. Para escribirlas, siempre se ha inspirado en novelas o en historias que su abuela le contaba. Su vida dará un vuelco cuando debe decidir si dedicarse a la música por completo, aceptando las co...