20: The world is ugly, but you're beautiful to me

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Nuestra primera cita fue muy linda. La mejor que he tenido en mi vida y, por supuesto, me moría de ganas de repetirla.

La llevé a su casa temprano, justo a la hora que Rory me había pedido en el mensaje que me mandó unos minutos después que abandonamos el lugar. Por ese horario no me dio tiempo de ir a mi lugar favorito, pero tampoco le iba a llevar la contra al mellizo del amor de mi vida y arriesgarme a no volver a salir con ella.

—Y... ¿cómo te la pasaste? —pregunté cuando estábamos cerca de su casa.

—Estupendo —me sonrió.

No supe qué responder. Tal vez parecía un idiota por la sonrisa que se formó en mi rostro al escuchar esa pequeña palabra.

Cuando llegamos, noté que su hermano nos vigilaba desde la ventana de su habitación. También a su papá junto a él, observando cada uno de nuestros movimientos. Sin embargo, el rostro que más daba miedo fue el de mi amigo, arruinando el final que quería darle a ese magnífico día.

Así que tuve que pasar al plan b.

Le di un abrazo a Candace y dejé uno de sus dulces favoritos en su mano, el cual estaba acompañado con una pequeña nota. Me separé de ella cuando estuve seguro de que lo tomó.

—Nos vemos mañana, Candy.

. . .

Candace:

¿Por qué hacía eso? Sí, amaba que dijera cosas tan lindas, pero en mi cabeza tenía muchas dudas. Y todas surgían por culpa de la apuesta. Quise dispersarlas después de escuchar la pequeña platica que tuvo con Rory, pero resultó algo difícil porque una parte de mí se seguía acordando de la apuesta.

Además, parecía hacer lo posible para arreglar las cosas entre nosotros y querer borrarme todas esas preguntas sobre la apuesta. Lo lograba por instantes, y eran los mejores del mundo.

A pesar de mis dudas, nuestra primera cita fue muy linda.

El día parecía ir bien hasta que abrí la puerta principal de mi casa. Escuché como bajaban las escaleras rápidamente y, en un abrir y cerrar de ojos tuve a Rory y a mi padre frente a mí.

—¿Por qué no me dijiste que saldrías con él? —preguntó mi papá.

—¿No te falto al respeto? —cuestionó mi hermano.

Ambos me atacaron con preguntas al mismo tiempo.

—Les dije que no te presionaran —habló mi madre—, que tú nos contarías cuando estuvieras lista.

—Pero, como siempre, son unos ansiosos —complete.

—¿Entonces? —dijeron al unísono.

—Entonces, ahora me iré a dormir porque estoy muy cansada y mañana tengo que ir a la escuela —me acerqué a cada uno y les di un beso en la mejilla—. Hasta mañana.

No hice caso a sus llamados y traté de no reírme al escuchar como mi madre trataba de calmarlos, eso sería algo casi imposible.

Una vez que me encontré en mi habitación —y de haber cerrado la puerta— por fin me atreví a sacar lo que dejó Arvel en mi mano. Era uno de mis tantos dulces favoritos, también un pequeño papel doblado en cuatro partes. Lo desdoblé y leí el mensaje:

"Eres hermosa 😊

Y aun no entiendo por qué me gustas tanto"

*

En serio, traté de no hacerlo... pero terminé por enseñarle el dichoso papel a Phoebe y Gerard. La reacción que más me encantó fue la de Gee.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora