Capítulo 5

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Abrió los ojos cuando los rayos del sol comenzaron a acariciarle el rostro con suavidad. Parpadeó por unos segundos poco antes de moverse y quedar de costado sobre la cama. Extendió la diestra y buscó la figura que suponía, debía hallarse a su lado: vacío. El omega se encogió durante un instante, sin saber controlar el extraño sentimiento de abandono que le invadió abruptamente. Se sobresaltó en menos de un segundo, terminando por sentarse sobre la cama para buscar con la mirada a su alfa: de nuevo nada.

Se deslizó fuera de la cama con celeridad, colocándose las botas en tiempo récord. El frío de la mañana penetró por las rendijas de la ventana, logrando que el rubio se abrazara a si mismo casi por mero reflejo.

Un poco más despierto, pudo notar la pequeña vela casi extinta que descansaba sobre la mesa de madera, aquella donde Dylan llevaba un pequeño libro con las cuentas de la cosecha que había iniciado con él. El dinero no escaseaba gracias a los contactos de la familia en el pueblo, de igual manera, habían pasado desapercibidos, como criados de la familia O'Brien. Debían hacerlo todo por su cuenta, pero era un pequeño paraíso que había crecido en las pocas semanas que llevaban en el lugar. Probablemente la falta de electricidad y de algunos otros servicios era un poco incómodo, pero se mantenían en contacto gracias al extraño y singular correo convencional, siendo así, que no levantaban ni una sola sospecha para con los suyos.

Un suspiro se escapó de sus labios cuando salió de la sencilla habitación, encaminándose hasta el pequeño comedor, donde de nuevo, se halló con nada más que soledad. Arrugó ambas cejas al tiempo que paseaba sus pardos alrededor de los muebles de madera, apretando los labios al notar el vaso vacío que yacía sobre la mesa. Probablemente, Dylan había madrugado aquella mañana, cuidando de no despertarlo después del percance del día anterior.

No era como si no estuviese acostumbrado a hacer trabajos por su cuenta. Preparar la tierra, así como reparar la cerca no eran tareas que considerara fuera de sus posibilidades, pero al final del día, había terminado tan mareado y acalorado, que habría terminado por ser más una carga para Dylan que una ayuda. De cualquier manera, cuando la época de cosechar llegara, sabía que tendrían que recurrir a un par de manos extras, y confiaba que, para esas fechas, la situación fuese mejor para ambos.

Se apresuró a acomodar la melena rubia detrás de sus orejas, poco antes de regresar a la habitación para mudarse de ropa, buscando algo más apropiado para salir a la fría brisa matinal.

El campo era amplio. Sumaban un par de hectáreas, que, por aquel momento, eran grácilmente iluminadas por los primeros rayos del sol. Se apresuró a buscar algún rastro de Dylan en las cercanías, pero de nuevo no halló más que un vacío que volvió a encogerle el corazón. Odiaba sentirse así. El lazo tirando en su interior le hacía potenciar los sentimientos hasta el grado que, estar sin marca a ese punto, comenzaba a ser sumamente doloroso.

Volvió a apretar los labios al tiempo que echaba a andar por el pequeño camino que daba hasta el exterior del sembradío, percibiendo el aroma del alfa que llegaba a él pese al escaso tiempo que este había pasado en el lugar.
No meditó sus decisiones, no supo exactamente el momento en que su naturaleza volvió a tomar voz y voto, haciéndole transitar por los inusuales caminos de tierra, hasta que finalmente, se halló con los adoquines del camino principal.
Era poco menos de una hora el camino hacia el pequeño pueblo, donde Dylan solía ir de vez en cuando a comprar lo necesario para ambos. Quizá era lo que había estado haciendo aquella mañana, quizá Dylan estaría en el pueblo comprando un par de víveres o enviando una carta más a Tyler. Eso debía ser, por supuesto. Él debía darse la media vuelta y volver a la pequeña casa del viñedo, en espera de pasar un corto desayuno en compañía de su alfa antes de iniciar su rutina matutina.

Pero eso no sucedería. Contrario a lo que su propia razón dictaba, fue su naturaleza omega la que casi aulló de dolor en búsqueda de su alfa desaparecido. Lo necesitaba, lo necesitaba de una extraña manera que ya no podía dimensionar a ese punto.

It's you | Dylmas AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora