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Capitulo #11

SIEMPRE GANO, NO LO OLVIDES

19 de Marzo del 2020

Jueves

AURORA GARTI

Han pasado unos días desde la última vez que hablé con Axel en la azotea, aunque esta vez no desapareció, decidimos mantener la distancia para que nuestro plan funcionara y solo hablaríamos en persona cuando fuese sumamente necesario.

Aunque no es algo fácil para mi mantenerme alejada de él, debido a la conexión que hemos creado entre nosotros e incluyendo el hecho de que es en la única persona en la cual confío. Pero algo curioso cambio después de la charla con Axel, el acosador dejo de mandarme cartas y también de escribirme por mensaje de texto y por un lado me siento aliviada pero por el otro tengo un mal presentimiento, como si las cosas fueran a empeorar todavía más.

Camino con Ruby en dirección a la piscina del internado, solo teníamos autorización de ir si teníamos clases de natación o si estábamos en hora libre y nuestra ocasión fue la segunda, lo mejor es que casi siempre se encuentra solo y por eso es uno de mis lugares favoritos.

Las puertas para entrar son transparente por lo que puedes ver a través de ella y gracias a eso vimos lo que vimos y nos detuvimos antes de entrar.

Ruby puso su mano tapando su boca por la impresión y antes de que dijera algo la sujete por su brazo y nos escondimos tras un muro.

Se encuentra nada más y nada menos que nuestra querida Leah, sentada a horcajadas encima de las piernas de Thiago— un compañero— mientras se besan y se tocan en partes donde no brilla el sol.

Vaya, y yo que pensaba que era un pan de Dios.

— Dijiste que tienes un celular escondido aquí en el internado ¿no?— le pregunté en un susurró a Ruby.

— Sí— afirma distraída sin dejar de ver la escena frente a nosotras.

— ¿Lo tienes aquí contigo?

Ella asiente y me sonríe a boca cerrada, paw leerme la mente— Grábalos amiga— saco el celular de la toalla en la cual lo tenía envuelto y me lo dio.

Comencé a grabarlos y solo necesitaba unos diez segundos de grabación para tener todo lo que necesitaba— Vamos— le dije a Ruby saliendo de nuestro escondite.

Al entrar nuestros pasos se hicieron escuchar por todo el lugar haciendo que ambos se pusieran de pie sobresaltados levantándose de la silla en la cual estaban sentados, Leah me miró horrorizada pero en cambio Thiago tenía una expresión más relajada.

— ¡Aurora!— exclamó mi nombro con un claro nerviosismo en su tono— Que sorpresa, no pensé verte aquí.

— Se nota— murmure para mi misma.