★ Estrellas gemelas ★
⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ 9. Pero eso no es todo ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆
Sophie y Mad estaban tumbadas boca arriba, con gafas de sol y sobre unas toallas que les restaban años con dibujos de Dora y Doraemon. Algunas partes de sus cuerpos sobresalían hasta tocar el pasto húmedo que compartía el color verde con el marrón de la tierra.
—¿Tienes alguna idea de dónde están los demás? —Sophie decidió interrumpir la meditación.
—Pues no, no tengo ni idea. ¿Te refieres a los chicos o a sus padres? —Maddie se apoyó sobre sus codos—. Aunque, bueno, mi respuesta es la misma sea lo que sea...
Mientras Maddie giraba la cabeza para ver dónde andaban los demás, Sophie formulaba una frase en su cabeza.
—Bueno, lo importante es saber qué hora es. A saber dónde nos van a llevar después... —gimió como si acabasen de anunciar su muerte—. Ugh. ¿Qué más da donde estén? Ya vendrán —se contradijo.
—Tampoco pueden estar muy lejos.
☆☆☆
El paisaje era marrón y rocoso, la arena tapaba las irregulares rocas que formaban el acantilado. Sin duda, era un lugar que llamaba mucho la atención al estar tras unos árboles y estos tras un prado, pero sin adentrarse en el bosque era difícil de encontrar. ¿Si gritaban? Probablemente nadie les escucharía. ¿Qué debían hacer?
Esos pensamientos y más danzaban de forma desordenada en la mente de Calvin. Veía completamente negro pero igualmente era incapaz de moverse, incluyendo sus párpados. Pero estaba pensando, así que eso significaba que al menos, vivo, estaba.
Comenzó a desesperarse al no poder hacer absolutamente nada. Intentó impulsarse para ver si podía salir de su cuerpo a través de su proyección, pero estaba demasiado débil para siquiera entender su propia existencia. Aún no sabía que hacía ahí, besando las rocas del suelo que ahora estaban tintadas de rojo intenso.
☆☆☆
Dormitando, Mad se quitó las gafas de sol porque pues, ya no sentía ningún sol. Al abrir los ojos lentamente para que los rayos no le atravesasen todo el cráneo como una bala, vio que había alguien frente a ella, tapándole el bronceado. Cuando ya se incorporó, reconoció a la madre de Calvin.
—Maddie, cariño... ¿Sabes dónde están los chicos? —hizo su sonrisa, su marca personal.
Maddie respondió, pero no sin antes bostezar.
—La verdad es que no tengo ni idea... Eso nos preguntábamos nosotras —al decir eso, quería confirmarlo con el apoyo de Sophie pero ella estaba en el quinto sueño.
—Es que en un rato nos tenemos que ir ya... Estaría bien que aparecieran. Vosotras id recogiendo también —aparecieron los demás padres por detrás.
Maddie asintió cansada y dio un golpe lo suficientemente ruidoso para que Sophie se despertara de un susto, intencionadamente, claro.
☆☆☆
Calvin por fin abrió los ojos. La cabeza le iba a reventar. Le dolía la nariz, tal vez se la había partido; su brazo izquierdo no respondía, estaría roto; no podía abrir el ojo derecho del todo, estaría abultado... Todo eso sin contar cada herida que tenía en el cuerpo en las que una de ellas, en la pierna, le dejaba la carne a la intemperie. Después de todo, seguía vivo. Intentó levantarse muy lentamente para asegurarse de que no hacía ningún esfuerzo que no debía y con solo impulsarse un poco con su brazo derecho, sintió un dolor horrible. Se volvió a desplomar en el suelo y lo único que le salió fue llorar mientras olía su propia sangre.
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Estrellas gemelas
FantastiqueCalvin Wayne suele dormirse en clase de filosofía, sobre todo los lunes a primera hora. A sus diecisiete años, lo único emocionante que ha hecho es tener una amonestación por su comportamiento. Después de que sus cabezadas se convirtieran en tradici...