Destellos

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Katekyo Hitman reborn le pertenece a la maravillosa Akira Amano, contiene temas fuertes sobre violación y asesinato

La paz en esa ciudad era como un destello, un pequeño flash  en medio de aquella oscuridad, una oscuridad que era ocultada a los ojos de los ajenos de esa ciudad, una oscuridad disfrazada de feliz ignorancia, una sociedad que no se atreve a cambiar y condena aquellos que lo intentan, una ciudad más en el mundo llena de sangre y mentiras, sin embargo era su ciudad, en ella fue feliz en su ignorancia, su madre y ella fueron felices, hasta que la verdad les alcanzó.
Solo era una niña pequeña, solo tenía seis años cuando la verdad de la ciudad donde vivía la alcanzó, su papá hace un año se había marchado a trabajar con la promesa de regresar en su cumpleaños junto a su abuelo, ella había creído que aquel hombre rubio que hacía sonreír a su mamá regresaría con aquel hombre mayor de ojos tristes y cálida sonrisa, aquel que le pidió ser llamado abuelo y que le robo su calor un año antes, no lo podía explicar pero sabía que se había robado algo muy importante de ella, algo que la hacía sentirse calidad y le ayudaba a comprender las materias en la escuela y mantener su equilibrio
Espero junto a su madre cerca de la puerta pero el hombre nunca pasó por ella, su madre se desilusiono  cuando el día pasó y nadie entró por aquella puerta, así que ellas dos solas celebraron su cumpleaños bajo la luz de las velas del pastel en la noche.
Fue un cumpleaños solitario pero amaba pasar tiempo con su mama, se fueron a dormir a las nueve de la noche como todos los días, su madre se veía triste cuando le dio las buenas noches y la arropo, pero ella  sabía por experiencia que no podía hacer nada por ella solo estar ahí como su soporte a la realidad, se fueron a dormir como de costumbre, sin embargo un fuerte ruido la despertó, algo en su interior le gritaba por correr, asi que corrió al cuarto de su madre, lo que encontró la aterró hasta los huesos.
Su madre luchaba por liberarse de estar debajo de su vecino, el señor Matsuda, el hombre que después de clases siempre le daba dulces, su madre le gritó con horror que corriera mientras ella luchaba por apartar al hombre que trataba de besarla y desvestirla, ella solo se quedó mirando quieta el horror frente a sus ojos infantiles, el señor Matsuda la vio y le sonrió
-tsu-chan tu mama y yo solo estamos jugando no te preocupes, es más jugare contigo dentro de poco, te aseguro que te divertirás, es un juego que solo hacemos los adultos-
-nooo, deje a mi hija, Tsu corre, busca ayuda-
el señor Matsuda golpeó  a nana y aprovechó para amarla a la cabecera de la cama, así como le metió una bola de sábanas por la boca, Tsuna no podía moverse, su miedo le impedía hacerle caso a su madre y a su mente que le decían que tenía que correr, sin embargo sus piernas no le respondían, solo podía estar quieta mientras el señor Matsuda  se acercaba a ella, la desnudo y manoseo, su mamá gritaba pero ella ya no podía hacer nada, todo pasó como ella estuviera detrás de un cristal, como si fuera la espectadora de una horrible película, fue manoseada por aquel hombre, besada y ultrajada, recuerda el dolor de ser penetrada por aquel hombre pero aun así no gritó, no se movió, solo fue como una muñeca sin vida, mientras su madre luchaba por ayudarla, no funcionó, esa noche vio la maldad de la humanidad cuando aquel hombre termino con ella siguió con su madre, su madre intentó de todo para terminar con aquel sufrimiento pero terminó con un cuchillo en su corazón, una botella rota en la cabeza y mucha sangre cambiando el lindo color azul de su cama en un rojo, ella no se movió, no hablo , no gritó, sus ojos no vieron nada más que la sangre de su madre tiñendo las sabanas de la cama.
Los destellos de las luces del hospital la recibieron, le informaron que su madre estaba muerta y no encontraron nada en la escena del crimen para atrapar al culpable, policía tras policía le preguntaron lo mismo, si ella recordaba lo que había pasado, si podía reconocer al asesino, como se llamaba su madre y donde contactar a su padre, si tenía más familiares, ella no respondió nada, nadie logró sacarle una sola palabra.
Regreso a aquella casa vacía, no aceptó ir a un orfanato, hizo un escándalo para que le permitieran vivir en aquella su casa, los días y años transcurrieron frente a sus ojos sin vivirlos, las pesadillas llegaba a ella cada noche, la misma escena que años atrás, ella intento hacerlas desaparecer, cada vez que aquel filo pasaba por su brazo la hacía volver a la realidad, por eso dejaba que sus abusadores en la escuela la golpearan, por eso permitía el insulto de la dueña de la tienda donde trabajaba el dolor le recordaba que seguía viva, muchas veces deseaba tomar el filo más abajo y terminar con todo, pero el dulce rostro de su madre diciéndole que viviera la hacía seguir adelante.
Cuando tenía trece años cuando se topó nuevamente con el mousntro que veía recurrentemente en sus pesadillas, la esperaba dentro de su casa, con un cuchillo en mano, era más viejo de lo que lo recordaba y le faltaba un ojo
-Tsu-chan vine a cobrarme mi ojo, sabes cómo me dolió maldita chiquilla cuando me lo quemaste, asi que vine a cobrar esa vieja deuda-
-yo no sé de qué habla-
-asi que no te acuerdas, esa noche cuando tu madre murió tú me quemaste este ojo, por eso me fui pero esta vez vengo prevenido, que dices Tsu-chan continuamos donde lo dejamos-
Tsuna vio las intenciones en sus ojos, matarla y volverla a violar, pero ella ya no tenía nada que perder asi que tomo una decisión, cobraría la muerte de su madre, le arrojo el jarrón al lado de la puerta, cuando se descuidó lo tiro al piso le quito el cuchillo y lo clavo en el mismo lugar donde el mato a su madre, se sintió rodeada de llamas naranjas, esas mismas llamas consumieron el cuerpo de Matsuda hasta que dejaron solo una mancha donde él había estado, él no era el único que se había preparado, Tsuna había descubierto que después de eso el calor volvió y un invierno que se congelaba descubrió que ella podía producir esas llamas, ella entreno solo para poder tomar la vida del asesino de su madre, los destellos de las luces de las casa vecinas alumbraron su rostro lleno de lágrimas, esa noche solo hubo buenos sueños, a la mañana siguiente tomaría sus cosas y dejaría aquella ciudad maldita, donde los destellos de las mentiras no le dieron justicia por su madre.
Años más tarde el arcobaleno Reborn descubriría las sombras en los destellos de aquella ciudad y diría a Vongola que su heredera estaba perdida, ellos buscarían por todos lados sin encontrar rastro alguno de aquella chica que se volvió una sombra, siempre escondida en los destellos de las ciudades, ella tendría a su lado a su fiel amigo, después su esposo el sanaría las heridas con calma y paz, sus días serian tranquilos en la pequeña casa a las faldas de las montañas de suiza, su nombre nunca lo olvidaría por su madre ella llevaría con orgullo su nombre Hibari Tsunahime, pero nunca regresaría a formar parte de los destellos mentirosos de la cuidad de las mentiras.

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