El avión aterrizó en la hora estipulada y el grupo de viajeros salió a explorar la ciudad de Estambul. Cada uno de ellos se sorprendía por una cosa en particular, Vanessa por el color del cielo, Isaac por la arquitectura, Albert y Aleksander por los músicos callejeros.
Mientras caminaban Vanessa miraba con tristeza al castaño de pecas, a pesar de que se arrepentía de haberlo besado e ilusionado, además de que se arrepentía de haberlo rechazado, quería hablarle, lo deseaba con toda su alma.
Ella no estaba enamorada de él, no era una simple ilusión, sino que lo amaba, nadie podía imaginar cuanto lo amaba, no sólo porque era su mejor amigo, sino por la conexión que sentía con él, las cosas que habían pasado y su persona, su personalidad, corazón y demás.
Perdería su cabeza en cualquier momento sino se confesaba, pero sabía que las cosas no irían bien si lo intentaban. Su mente se contradecía y no podía encontrar una solución a esa contradicción. Y si pedía ayuda o consejo no podría encontrarlo, Albert estaba ocupado con sus asuntos y la otra persona a la que podía acudir, su padre, estaba lejos y de seguro atravesando lo mismo que ella. Estaba sola en el tema de su amor.
Recorrieron la antigua capital del imperio Bizantino con asombro y muchas expectativas, observaron la basílica de Santa Sofía o Ayasofya, el símbolo de la ciudad, un espectáculo para todo el que aprecie la buena arquitectura. Pasaron por el gran Bazar entre aglomeraciones de turistas y cientos de vendedores anunciando sus productos. Probaron los famosos Kebabs, un tipo de flauta con vegetales varios y carnes, como el cerdo, el pollo y la ternera, Issac quedó adicto a estos y pidió al hombre del puesto la receta, y este riéndose se la dio, por cierto, Issac sabía muchos idiomas, entre ellos estaba el turco, cosa que sorprendió a Albert y este le pidió que le enseñara.
En fin, todos ellos la pasaron muy bien hasta llegada la noche.
En la noche Vanessa haría el mismo ritual de esparcir las cenizas al viento y esta vez se reunirían en las barandas que colindaban con las costas de Estambul. Cuando llegó la noche y con ella la hora de esparcir la cenizas el grupo empezó a andar hasta llegar a las barandas.
La pelinegra tomó un puñado de cenizas y las lanzó al mar en un gesto solemne y respetoso, quería demostrar lo mucho que se tomaba enserio su papel. A ella se le fue encomendada esa misión e iba a cumplirla de la mejor manera.
Aleksander se colocó a su lado y miró con una sonrisa su seriedad. La chica de ojos miel miró a su amigo y disimuladamente le sonrió. Los demás comentaban la belleza del paisaje y el cómo la ciudad de Estambul influyó en la historia tanto antigua como actual. En ese momento, Albert recibió una llamada y él, extrañado, contestó. Se alejó de los demás para hablar, pero de inmediato se asustó de las palabras que escuchó:
— Sé dónde estás, hijo. También sé lo que quiere hacer tu hermano. Los estoy vigilando, ya voy en camino, será mejor que se muevan porque de alguna u otra manera les haré daño.
Aquellas palabras hicieron estremecer al hombre, sin embargo, este supo poner la situación a su favor y le dijo a su padre, por una vez, enfrentándolo:
— No te acercarás a mi hermano, no tengo miedo y pienso que eres la peor persona que conozco, me alegra tener el apellido de mi madre, ¿sabes? No me gustaría ser un Álvarez como tú, no te merecerías nuestro hermoso apellido, púdrete.
Y el hombre colgó. Sabía en el agujero en el que se estaba metiendo. Su padre era un hombre violento, capaz de todo y de conseguir sus propósitos de todas las maneras posibles, no le importaría maltratar a su hijo menor para ser más famoso de lo que era.
Con el teléfono aún en mano miró cómo su hermano, tan inocente, le sonreía a Vanessa y se reía de los ocurrencias de Isaac. Convencido de que no quería perder lo que más apreciaba, hizo una llamada importante a las autoridades colombianas, diciendo su ubicación, por qué llamaba y la necesidad con que lo hacía, pero sabía que eso no funcionaría, su padre era escurridizo y si lo que decía era cierto, él se encontraba lejos de su hogar y en camino a hacerles la vida imposible.
En el hotel en el que se hospedaban, Vanessa, al igual que Aleksander, daba vueltas en la cama.
Los dos pensaban en el otro y en muchas cosas más.
Esperaban tener el valor para proceder en su relación y ayudarse mutuamente con sus traumas, pero llegado un momento echaron la casa por la ventana y se levantaron decididos de sus camas, caminaron hasta la puerta y la abrieron.
Sus reacciones fueron de sorpresa cuando se vieron el uno al otro, frente a frente, en el pasillo. Visiblemente incómodos y nerviosos se quedaron sin habla y se invitaron a pasar con gestos, al final fueron salvados por un somnoliento Issac, que había escuchado las dos puertas abrirse con estruendo. Este dijo:
— Vayan, hablen. Lo necesitan, par de reprimidos.
Y se volvió a encerrar en su habitación, que casualmente estaba a 3 puertas de la Vanessa.
Sin saber muy bien que hacer, Aleksander pasó al cuarto de Vanessa y esta miró la espalda de él mientras cerraba la puerta, sin saber si voltear o no, el castaño se quedó inmóvil en su lugar. La chica avanzó a él, pero este exclamó:
— Extraño a la antigua tú, a la antigua Vanessa que me miraba con esos ojos brillantes y se entusiasmaba por los deportes, aquella que soñaba con ser futbolista... quisiera que ella volviera.
"Ella también te extraña"— pensó ella, no obstante, no fue lo que dijo.
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El dolor de amarte | ✔️ EFECTOS DE AMARTE 1#
Teen FictionLa vida de Vanessa cambia cuando un viejo amigo de su padre muere. Ese amigo, Elián, siempre estuvo para su pequeña familia, compuesta por ella y su padre. Antes de morir el hombre le pide a Vanessa viajar en compañía de sus mejores amigos, Isaac y...