Capítulo 10 "Puntos de Vista"

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Me gusta despertarme antes de que suene la alarma. Por lo general aprovecho para pensar, tumbado en la cama, en lo que tengo por delante o en cualquier otra cuestión. Ahora bien, cuando me he pasado media noche follando, no sólo en cantidad sino también de forma creativa, no suelo despertarme temprano y menos aún ponerme a leer una revista femenina.
Miro de reojo a Kyungsoo, continúa dormido dándome la espalda. Es una pena que esté la sábana por medio, pero tampoco voy a destaparlo como sería mi deseo.
Retomo la lectura. Secrets no es lo que se dice mi revista de cabecera, ni creo que lo sea nunca, pero el artículo sobre los diez consejos para la primera cita me ha llegado al alma. No porque sean ciertos, sino porque son una sarta de gilipolleces.
No doy crédito a lo que leo. Joder, cada consejo es peor que el anterior. No me extraña que algunas, por muy monas que se pongan, no pillen a un tipo ni estando él borracho, porque hasta el más desesperado prefiere hacerse una paja antes que aguantar a una mujer semejante.
—Creía que la sesión de sexo intervecinal incluía el desayuno —murmura Kyungsoo dándose la vuelta y bostezando.
—Estoy demasiado perplejo como para reaccionar —respondo, señalando mi lectura matutina.
—Ya veo, ya... Como estás tan entretenido, mejor me levanto y te dejo. No quiero que se marche. Curioso, pero es así.
Una de mis normas es no traer a mis amantes a casa, para evitar pasar por el incómodo trance de echarlos sin que se note. Sin embargo, Kyungsoo me lo está poniendo fácil y yo, en vez de simplificar los trámites, escojo el camino complicado. Igual que anoche.
—No, ni hablar, tienes que aclararme un par de asuntos.
Él sonríe levemente y se tumba boca abajo, apoyándose en mi abdomen. Controlo la respiración (y otras cosas).
—Te escucho —dice.
—Bien. Por más que intento razonar, todos estos consejos son estúpidos a más no poder. Por ejemplo: «Asegúrate de dejarle claro que no te vas a acostar con él tras la cena».
—¿Y?
—¿Cómo que «y»? A ver, si yo quedo con una mujer para cenar, entiendo que no se puede ir con la negativa de antemano. Si al final de la velada no surge chispa o química o como cojones lo quieras llamar, perfecto; sin embargo, no voy a aguantar a una petarda que quiere una cena gratis, sólo para que pueda hacerse la interesante. Además, lo más probable es que no vuelva a llamarla —asevero convencido y Kyungsoo me escucha atento.
—Puede que tu teoría no sea del todo errónea, pero ¿cuál es la otra alternativa? — pregunta y, oye, lo que ha empezado como una conversación tonta, hasta puede que sea interesante.
—Según mi dilatada experiencia —no merece la pena ser discreto—, lo ideal es quitarse cuanto antes la tensión sexual. Yo apuesto por follar antes de la cena. Si la cosa va bien, disfrutaremos de una velada interesante y hasta puede que quiera repetir. Si por el contrario nos ha ido mal en la cama, no tiene por qué significar que la mujer en cuestión no sea interesante, pero como ya sé que somos incompatibles en el sexo, al menos me concentraré en darle conversación en vez de pensar en cómo follármela.
—¿Tienes algo con lo que apuntar?
Busco en la mesilla de noche y le entrego un bloc de notas junto con un lápiz. Aprovecho y compruebo de reojo el número de condones disponibles. Bien, tres son suficientes.
—Estupendo, continúa.
—No sé yo si con este numerito del periodista cachondo voy a poder concentrarme —comento divertido y él escribe algo—. Siguiente punto: «Esmérate en tu apariencia, debes dejarle noqueado» —leo en voz alta con tono incrédulo—. ¿Qué chorrada es ésta? Vamos a ver, entiendo que no vas a presentarte en chándal, sudada sin peinar, pero de ahí a venir como si fueras un desmontable...
—¿Un desmontable? —repite riéndose y escribiendo a la vez.
Me está utilizando como escritorio, cosa que me encanta, aunque la única pega es que con el roce constante sobre mi entrepierna, la cosa se va animando.
—Sí, un desmontable. Algunas van tan emperifolladas que da grima tocarlas. Por ejemplo, el pelo, vas a acariciárselo y se te quedan los dedos pringosos. Y no digamos ya el asunto del maquillaje...
—Maquillaje —repite también sin mirarme.
—No las puedes ni besar sin riesgo de quedarte pegado —explico frunciendo el cejo—. Yo no digo que los cosméticos no puedan ayudar a disimular imperfecciones, pero hay cosas que no se pueden ocultar y, claro, a la mañana siguiente te llevas un susto cuando las ves con la cara recién lavada.
—Interesante.
—Y luego están los rellenos y otras argucias para engañar. ¿Para qué ponerse un sujetador con relleno si luego te voy a desnudar y voy a ver lo que realmente hay? —pregunto, a ver si Kyungsoo es capaz de sacarme de dudas.
—¿Sabes qué? —Me da con el bloc de notas en el pecho—. Escríbeme un artículo.
Quiero publicar tu visión del tema, ya que por lo visto tienes mucha experiencia en todo esto. A las lectoras les parecerá muy interesante.
—Ni hablar.
—¿Por qué? —pregunta y mete la mano bajo la sábana con la intención clara de agarrar mi erección.
—No voy a darle munición al enemigo. Si una mujer es lista, se dará cuenta por sí misma de que muchas veces todas esas chorradas sólo sirven para perder el tiempo. Si está segura de sí misma, no necesita más.
—Insisto, escribe un artículo. Para mí.
—Chúpamela —replico, lanzando un órdago.
Kyungsoo, en vez de obedecer, empieza a meneármela, a la par que se acerca para besarme, pero no lo hace, sólo me provoca con sus labios. Me atrapa el lóbulo de la oreja y tira de él. Me hace daño y sólo puedo desear que el dolor sea aún más fuerte.
Permanezco inmóvil, incapaz de reaccionar mientras él hace conmigo lo que le viene en gana. Debo mover ficha, aunque sólo sea por orgullo.
—¿Vas a escribir ese artículo para mí? —me vuelve a preguntar con su tono más insinuante.
—¿Sólo vas a meneármela? —replico, intentando sonar indiferente—. Estás malgastando tus habilidades.
—¿Tú crees?
Sube y baja la mano por mi polla. Reconozco que es una tontería, pero no todos saben hacer algo en apariencia tan sencillo. Kyungsoo presiona lo justo cuando llega arriba, para después ir deslizándose hacia abajo y lograr que yo gima pidiendo más. Cuando mejor lo está haciendo, me agarra las pelotas y aprieta con saña, haciéndome rechinar los dientes.
—Cuidado con eso —gruño, conteniendo la respiración.
Se pasa por el forro mi advertencia y presiona más. No sólo eso, un dedo bastante traicionero se acerca a mi retaguardia. Eso sí que no.
—Dos mil palabras... Puedes usar pseudónimo —añade sin rendirse.
—Está bien —acepto, aunque ya veré luego cómo me escaqueo o le endilgo el artículo a alguien. Joder, o incluso termino por escribirlo yo.
Kyungsoo, satisfecho sin duda con su victoria, deja de poner en riesgo mis pelotas afloja un poco, lo justo para que el contacto sea agradable, aunque no termino de sentirme cómodo con lo del dedo indiscreto, yo siempre soy el de arriba. Aunque Kyungsoo se las apaña para que ceda a sus pretensiones casi siempre, pero en eso no me va a convencer.
Continúa moviendo la mano. Busca con los labios cada punto sensible en mi cuello y, para rematar, emite pequeños murmullos de lo más morbosos, que me aceleran sin remedio.
Comienza a ir en serio, ya no juega, ahora mueve la muñeca de una forma envidiable. Joder, sólo me está haciendo una paja, pero como si fuera la primera vez,
Porque estoy tan excitado y respiro de forma tan errática que voy a correrme de un momento a otro.
Él lo intuye de alguna manera. Sigue regalándome infinidad de mordiscos por todo el cuello, el hombro... Hasta me susurra alguna que otra ordinariez que no hace sino incrementar mi tensión hasta que no aguanto ni un segundo más... Me revuelvo, jadeo y me corro.
Kyungsoo me muerde el labio y, como si tal cosa, se limpia la mano en la sábana, me dedica media sonrisa y, cuando hace amago de abandonar la cama, reacciono agarrándolo de la muñeca antes de que se me escape.
—¿Te vas? —pregunto, sintiéndome un gilipollas.
—Es tarde, tengo trabajo —responde sin darle importancia.
Achico los ojos, tanta seguridad en sí mismo me puede empezar a tocar los cojones.
No lo suelto por si acaso. Empiezo a sospechar que se esfuerza por mantener una distancia emocional, lo que no es muy habitual. Entonces recuerdo la conversación con la señora Choi y encajo las piezas.
—¿Y te vas a ir así, por la buenas?
—Es lo que tiene un día laborable —dice como si tal cosa.
Antes de que la conversación se complique, me las apaño para posar una mano en su polla y empezar a frotar de arriba hacia abajo ejerciendo algo de presión. Kyungsoo intenta disimular su erección y sonrío de medio lado.
—Es que aún me quedan un par de asuntos que comentarte sobre la revista...

Guardemos el secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora