-Al final no me has enseñado tu despacho -comenta Kyungsoo cuando llegamos a casa.La prueba de fuego. En el descansillo, las dos puertas. Su casa. La mía.
-¿Querías verlo?
-Reconozco que tenía cierta curiosidad...
Esa voz ronca es una provocación en toda regla. No son imaginaciones mías. Joder. Vale, tranquilidad, me digo.
¡Qué coño tranquilidad! ¡Al carajo con eso!
Antes de que las palabras estropeen lo que puede ser una prometedora noche, e importándome un comino que estemos en el rellano de la escalera, me acerco a él y lo acorralo contra la pared. La luz se apaga, cojonudo, y yo voy directo a su boca. Lo beso con fuerza, volcando todo el deseo y la tensión que he acumulado durante la velada.
Kyungsoo gime y hunde las manos en mi pelo, tira de él y eso hace que me vuelva aún más loco y muestre más desesperación por follármelo.
Por culpa de los sensores de movimiento, la luz se enciende, deslumbrándonos robando un poco el clima creado, no obstante, a mí esta noche nada me desanima.
Abandono sus labios y me dirijo al cuello, se lo mordisqueo y él sisea excitado, después voy lamiendo la zona con suavidad. De momento mis manos sólo lo sujetan, aunque en breve pasarán a mayores.
Me he empalmado, claro, y eso significa que me gustaría deshacerme de los pantalones cuanto antes, pero para eso debemos entrar en casa. Sin embargo, me está resultando tan morboso esto de meterle mano en la escalera, a la antigua usanza, que me da pereza parar y buscar las llaves.
Un poco de riesgo no viene mal de vez en cuando, así que, tras darle un beso profundo, cargado de intenciones, y de gemir sin apenas despegar los labios, meto la mano por debajo de sus pantalones y la voy bajando despacio hasta su trasero, ocupándome de sensibilizar la suave piel del interior de sus muslos. Cuando me acerco a su sexo, Kyungsoo gime, me tira otra vez del pelo y se arquea en busca de mayor contacto.
Es mi turno de gemir, bien alto. A estas horas no creo que a ningún vecino le dé por pasar por la escalera, y menos estando nosotros en el ático, aunque la idea de que nos descubran a punto de follar me pone todavía más cachondo, y por lo visto a él también.
Recorro su sexo con un dedo, por encima de la ropa interior, y percibo lo húmedo que está. No puedo esperar... Me muevo un poco para acomodar mi erección, pero justo cuando voy a penetrarlo con el dedo me doy cuenta de que me va a parecer poco, así que caigo de rodillas y, aprovechando la ley de la ventaja, le bajo el pantalón hasta las rodillas.
-¿Estás loco? -sisea, intentando apartarme.
-Estoy cachondo -lo corrijo y me las apaño para bajarle el boxer y dejar a mi entera disposición su miembro-. Hummm...
-Aparta, maldita sea, que nos van a pillar.
-Hummm... -ronroneo de nuevo, pasando la lengua pero sin presionar demasiado. Quiero que se desespere, que se le doblen las rodillas, que ruegue, que me grite, lo que sea, y para eso nada mejor que mantenerlo al límite.
Juego con la punta entre sus testículos, tanteo, pero me las apaño. Kyungsoo gime cada vez más desesperado. Por suerte, mantiene las piernas abiertas y sus protestas se van acallando.
No así... sus jadeos, que intenta contener sin éxito, algo sin duda para sentirme orgulloso. Y más que me voy a sentir cuando consiga tenerlo a mis pies, en el sentido literal y en el figurado, porque, joder, la sola idea de imaginar una situación a la inversa, en la que él esté chupándomela de rodillas, casi consigue que me corra, y sin desabrocharme los pantalones.
-Tenemos que parar... -dice, intentando que suene como una protesta.
-Ni hablar. Te quiero excitado, desesperado y dispuesto a todo por correrte musito, antes de dar una nueva pasada con la lengua-. Capaz de suplicarme. Aguantar cuando yo quiera hacerte esperar, hasta que decida que ya puedes correrte.
Acerco de nuevo mis labios, pero de repente él me empuja.
-Pero ¡¿quién te has creído que eres?! -grita, subiéndose los pantalones.
-¿Perdón? -digo perplejo ante el giro tan brusco de la situación.
-No voy a consentir que ni tú ni ningún otro me vengáis con numeritos de controlador.
-¡Joder! -exclamo poniéndome en pie y estirando los pantalones. Sólo falta que me hayan quedado marcas en el tejido, porque me costaron una pasta-. Eres un desagradecido. Que yo sepa, te estaba gustando.
-Ésa no es la cuestión. Si quieres follar, por mí perfecto, pero no te atrevas a mangonearme con gilipolleces controladoras. Tú no controlas nada, ¿me oyes? ¡Nada!
-¿Qué carajo estás diciendo?
-Que no te necesito, que si quiero tener un orgasmo, venden unos excelentes, eficaces y realistas vibradores que solucionan el problema y, mira por dónde, esta noche creo que voy a usar uno.
Sin dar crédito a lo que estoy oyendo, veo que Kyungsoo saca las llaves y, mirándome como si yo fuera una lagartija, abre la puerta de su casa y me deja plantado con una erección monumental y, que yo recuerde, no tengo ningún cacharro a pilas que usar, al que recurrir para aliviarme.
¿Cómo se ha podido torcer tanto la noche?
Ni yo mismo me lo explico, pero necesito desahogo, así que me encamino a grandes zancadas hacia el cuarto de baño de mi dormitorio al tiempo que me voy desnudando. Dejo el traje a mano para que mañana Taemin lo lleve a la tintorería y me meto bajo la ducha, dispuesto a remojarme para ver si se me aclaran las ideas de una puta vez y de so meneármela, porque entre lo excitado que estoy y la mala hostia que tengo, me va a ser imposible conciliar el sueño.
Lo más desesperante es que, mientras me masturbo, lo único que me viene a la cabeza, y mira que me esfuerzo por desterrarlas, son imágenes de Kyungsoo. Así que, frustrado por tener que ocuparme yo de algo para lo que siempre he tenido a alguien a mi disposición, acabo corriéndome en la ducha, aunque, la verdad, no resulta nada satisfactorio.
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Guardemos el secreto
Romance« ¿Quieres pasar una noche inolvidable? ¿Asistir a eventos exclusivos? ¿Cenar en los mejores restaurantes? ¿Codearte con gente vip? Perfecto, aquí me tienes. A cambio sólo te pido una cosa: a la mañana siguiente ahórrame, por favor, escenas romántic...