Capítulo 19 "Una vez más"

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Capítulo 19 "Una vez más"

A primera hora de la mañana noto un movimiento en la cama. Kyungsoo intenta escapar a hurtadillas. Me jode, aunque tengo que aceptarlo, él tiene sus prioridades.-
—No tienes por qué salir a escondidas, soy mayorcito, no me voy a sentir mal por no despedirme de ti —murmuro impertinente.
Él abandona la cama, me mira arqueando una ceja y dice:
—Sólo pretendía prepararte el desayuno y traértelo a la cama, como detalle por la cena de anoche.
—Ah, joder... —mascullo sintiéndome idiota, aunque no tengo por qué admitirlo—.
Espero que incluyas zumo natural y, por supuesto, que me lo sirvas sin camiseta.
—Desde luego... —Levanta los brazos y se quita la prenda para tirármela a la cara y mostrarme su pecho desnudo con esos pezones que me incitan a chuparlos—. ¿Algo más?
—No, de momento no —respondo sonriendo, sosteniendo la camiseta como si fuera una preciada posesión.
Kyungsoo sale despacio del dormitorio y yo me quedo tumbado, pensativo, intentando interpretar este gesto. ¿Después del desayuno ocurrirá algo memorable?
Me quedo acostado y me llevo la camiseta a la nariz para olerla. Una estupidez como una catedral, pero que me hace sentir bien. Además, nadie me ve, por lo tanto puedo comportarme como me plazca.
Pienso en él moviéndose por mi apartamento sólo con sus bóxers y tras dormir abrazados, porque no lo he soltado en toda la noche, comportándome con envidiable contención. Es el momento de dejar que mis deseos salgan a la luz y el primero es ya más que evidente. Sonrío mientras levanto la sábana. No pierdo el tiempo y empiezo a tocarme despacio, no quiero precipitar nada. Cuando él vuelva con la bandeja del desayuno, a ver qué opina de mi polla dándole los buenos días.
—¡¿Quién es usted?! —oigo que grita una voz familiar sacándome de mis fantasías.
—¿Y usted? —replica otra voz más calmada que también reconozco.
—¡Yo he preguntado primero! —exclama Taemin y suspiro resignado. Joder, qué oportuno.
Me levanto de la cama antes de que en la cocina se produzca una pelea de gatos o alguno resulte herido. Cuando llego, los veo a los dos mirándose. Kyungsoo tranquilo, con una taza de café en la mano, y mi asistente con cara de horror y dos de mis trajes colgando de su mano con las fundas de la tintorería.
—Taemin, hoy no tenías que venir, ¿qué haces aquí? —pregunto con amabilidad.
Pero él  no puede apartar la vista de mi vecino. Supongo que se ha quedado en estado de shock, ya que rara vez, por no decir ninguna, ve a alguien en mi casa y él, de alguna manera, se considera el dueño y señor.
—Yo... Bueno, ayer no me dio tiempo de traer los trajes... —titubea y miro de reojo a Kyungsoo, que sonríe.
Entonces me doy cuenta de que, con las prisas, he salido del dormitorio sólo con los bóxers y una erección digna de estudio.
—No tenías por qué traerlos hoy —le digo a Taemin, agarrando las perchas y de paso cubriéndome un poco con los trajes para que el pobre no termine bizco.
—Creía que los necesitabas...
—Gracias, Taemin, de verdad —digo con media sonrisa para que no se sienta más violento. Y también espero que se largue, que yo tengo planes que no incluyen a un asistente mirón voyeuse.
—¿Un café? —propone Kyungsoo y yo lo fulmino con la mirada—. Acabo de prepararlo.
—No... No gracias —balbucea Taemin dando un paso atrás y otro y otro, hasta que se marcha dejándonos a solas.
—Vaya, otra persona dispuesta a todo por ti —murmura Kyungsoo dándome la espalda para centrarse en el exprimidor—. No ha dejado de mirarte el paquete.
Dejo los trajes a buen recaudo, porque ya que Taemin se ha molestado, no voy a arrugarlos.
—¿Tú también me lo has mirado? —pregunto situándome tras él, no para observar cómo exprime media naranja sin mucho arte, la verdad.
Se encoge de hombros. Intuyo que la promesa de un buen desayuno ha sido un farol, es esto de la cocina se le da de pena, sin embargo, puede suplir sus deficiencias como cocinero con otras artes.
Acerco la pelvis a su culo. Presiono. A él se le derrama el poco zumo que había conseguido exprimir. No me rechaza. Subo las manos por sus costados. Permanece quieto. Llego a sus pezones, se los aprieto hasta que él emite el primer gemido, lo que me pone todavía más cachondo.
—Estás consiguiendo que se me caiga todo... —protesta.
—Luego lo limpias —respondo y sé que semejante comentario le ha escocido.
—¿Me pongo una bata y la cofia? —pregunta con sarcasmo.
—Como prefieras...
Empiezo a besarlo en el cuello. Paso la lengua por la zona. Araño con los dientes. Todo sin dejar de apretar sus pezones de una forma un tanto grosera. Kyungsoo se deja hacer.
—¿Te follas a tu asistente?
La pregunta pretende descolocarme, y lo consigue durante un instante, lo que tardo en reaccionar.
—¿Quieres los detalles más morbosos? —replico sin responder a la cuestión, que piense lo que quiera.
—Por cómo te ha mirado, está claro que lo tienes a tus pies —aduce echando la cabeza hacia atrás, mientras yo le aprieto los pezones con más fuerza de la recomendable, aunque por cómo inspira, está claro que no quiere delicadezas.
—Desde luego, tienes un harén envidiable —añade gimiendo.
—¿Te incluyo?
—Hummm...
—Buena respuesta —comento, aunque me hubiera gustado un poco más de decisión. Sin embargo, lo que ahora deseo es tirármelo, así que deslizo una mano hacia abajo hasta posarla en su culo y comienzo a deshacerme de sus bóxers.
Él apoya las manos en el borde de la encimera. Se muestra demasiado sumiso y no me fío, pero de momento aprovecharé la ventaja... Y vaya si le saco partido, pues lo desnudo por completo y yo me ocupo también de mis calzoncillos.
Ambas prendas quedan olvidadas en el suelo de la cocina.
Subo una mano por su columna hasta llegar a la nuca y, apretándosela ligeramente, lo obligo a bajar la cabeza, de ese modo su trasero queda más expuesto. Mantengo la presión. Kyungsoo emite un pequeño murmullo, aunque no tengo muy claro si es de protesta. Me tiene sin cuidado, quiero follármelo ya, ahora, en mi cocina. Se acabó la tontería del hombre comprensivo, llevo un buen rato empalmado y digo yo que me he
ganado el derecho a disfrutar un poco.
—Jongin... —jadea mi nombre cuando me coloco tras él.
—¿Hummm?
Empujo sólo un poco, quiero tentarlo, desesperarlo. Mueve el culo, intenta liberarse. Siento su humedad en la punta de la polla. Siseo de gusto.
—Los condones —me recuerda, aguándome la fiesta.
—Tranquilo —musito—, sólo te la voy a meter un poco. Quiero sentirte...
—Joder... —protesta intentando apartarse, pero no se lo permito.
Adelanto las caderas al tiempo que con una mano froto la punta de su pene y empiezo a masturbarlo lentamente, doy un paso más y estoy dentro.
—¡Qué pasada! —exclamo cuando por fin lo penetro hasta el fondo. Me quedo quieto sintiéndolo. Cierro los ojos. Hacía siglos que no follaba a pelo.
—Maldita sea... ¡No puedes hacerme esto!
—Respira —exijo—. No me correré, sólo vamos a disfrutar un ratito.
Empiezo a moverme despacio. Entrando y saliendo. El ritmo preciso para ver el cielo, pero no para descontrolarme. No voy a arriesgarme a tanto.
—¿No has oído nunca eso de que antes de llover chispea? —dice en tono quejica, aunque, si quisiera, me dejaba plantado ahora mismo con un calentón de mil demonios.
—Kyungsoo, no pienses... Déjate llevar.
—No me cuentes milongas —continúa quejándose.
Pero yo sé que el contacto le resulta tan placentero como a mí. Sigo penetrándolo, gozando de la fricción, todo sin dejar de masturbarlo. Cada vez jadeamos con más intensidad.
—Déjate llevar... —repito, gozando tanto como él del roce de piel con piel.
Aprieto los dientes, continúo acariciándole el pene para que sienta al máximo.
—¡Jongin! —grita mi nombre sacándome de la ensoñación sexual que había creado Aparta, maldita sea.
—Joder, vale, vale...
Me retiro a duras penas y nada más abandonar su calor y su humedad, pienso que en cuanto sea posible tengo que tirármelo sin látex de por medio, algo que por cierto hace siglos que no me atrevo a hacer.
No quiero que por un detalle tonto se enfade y se rompa el clima creado, así que tiro de él para que se dé la vuelta y tenerlo cara a cara.
Kyungsoo me mira con los ojos entornados. Puede darme un bofetón y yo no me quejaría, sin embargo, reacciona como a mí me gusta, tomando las riendas. Alza el brazo y me agarra de la nuca para que me incline y lo bese. Lo hago con ganas, con todo el deseo acumulado, succionándole la lengua, mordiéndole el labio y él hace igual conmigo, lo que me excita sobremanera.
—Vamos al dormitorio —gruño, antes de que mande al cuerno los principios del sexo seguro (otra vez) y acabe lo que he empezado, sin sopesar las consecuencias.
—Llévame —me pide con un tono de falsa sumisión que me encanta.
No soy muy dado a estos esfuerzos cuando por lo general ellos solos se meten en la cama y se abren de piernas; lo de los gestos heroicos puede dejarte los riñones para el arrastre y no es lo mío, no obstante, con Kyungsoo me apetece tirarme el rollo.
Lo sujeto por el culo y él se aferra a mis hombros. Camino así hasta el dormitorio, disimulando, ya que me ha costado más de lo que pensaba, pero nada más sentir sus manos arañándome el pecho se me olvida todo para centrarme sólo en Kyungsoo.
Saco a toda prisa un condón y él me lo arrebata para encargarse de ponérmelo, entreteniéndose más de lo que yo desearía. Inspiro mientras sus manos juegan con mi polla. Nos miramos fijamente. Kyungsoo se tumba, arrastrándome con él.
—Después del esfuerzo y de tenerme empalmado un buen rato, lo menos que podrías hacer es currártelo un poco —digo, chupándole un pezón, algo de lo que no me canso, incluso llego a mordérselo.
—Como quieras... —acepta y reajustamos posiciones.

Guardemos el secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora