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- 1979 -


Dejó su morral colgado en el perchero de pie que había junto a la puerta; inmediatamente comenzó a desabotonar su túnica mientras se quitaba los zapatos sin desatarlos.
Sintió un toque familiar entre sus piernas y sonrió.

- Aramis... - susurró inclinándose y tomando al animal en sus brazos; enseguida notó que los pelos de éste se crispaban un poco – Vaya, parece que has sentido el olor de un perro... de uno muy sucio e insoportable por cierto – agregó sin poder evitar reír mientras acariciaba la barbilla del kneazle, provocando que éste ronroneara.

Cargó al animal hasta el sillón y lo depositó sobre uno de los mullidos almohadones del mismo, para luego tomar su varita del bolsillo de su túnica antes de sacársela y con un rápido movimiento de la misma, quedar con su pijama.

Hizo otro movimiento y la tetera comenzó a silbar y derramar el agua hirviendo en el interior de una taza donde la cadena de un infusor colgaba.; otro movimiento de su muñeca y la ropa comenzó a caminar hacia la lavadora.

A la pasada una camisa de Antonin acarició su trasero y Severus no pudo evitar sonreír.

Realmente tenía la vida que había soñado... y sin embargo a veces sentía cierta congoja.

Largó un suspiro al pensar en eso y dejó su varita sobre una mesita auxiliar que siempre se encontraba repleta de libros y papeles con anotaciones; intentaba mantener el orden, pero su esposo resultó ser bastante desordenado.

La convivencia había sido un éxito y ambos se complementaban... Antonin solía utilizar muy poca magia, por lo que era común encontrarse artefactos Muggles como lapiceras, pilas, cajas de fósforos, rollos de cámaras sin hechizar, encendedores y por supuesto, el estéreo del auto... así igual con el televisor.

No había sido difícil adaptarse a todo esto... Si bien Severus había sido críado en Grimmauld Place donde absolutamente todo estaba relacionado al mundo mágico, tuvo que aprender a hacer muchas cosas a lo Muggle cuando su madre y él regresaron con Tobías, a la casa de la Calle de la Hilandera.

Se acercó hasta la humeante taza de té y aspiró el reconfortante aroma mientras estiraba el control remoto por sobre su hombro, apretando el botón rojo para que el televisor se encendiera; Antonin había encantado el aparato para que captara la señal de las emisoras de Inglaterra y Rusia... o como la llamaban los Muggles el Soviet.

Las noticias últimamente eran de Afganistán; la situación allí era de conflicto y muertes... no muy diferente a lo que ocurría en el resto del mundo.

Había escuchado algunos rumores de que una Guerra Mágica estaba a punto de desatarse, pero se mantenía en el más absoluto secreto... muchos decían que El Profeta había sido intervenido por los Mortífagos, sin embargo a él no le constaba... aunque a decir verdad, el clan había crecido tanto que dificilmente se podía precisar quiénes pertenecían y quiénes no, por no mencionar que la mayoría de los miembros utilizaban máscaras para no ser reconocidos.

Los rumores de los supuestos estragos provocados por los seguidores del recientemente autoproclamado Lord Voldemort eran ampliamente difundidos por una publicación que solía aparecer de vez en cuando en las calles Londinenses, tan sólo hojas arrojadas desde algún lugar o enrolladas en ciertos productos de consumo frecuente; todas firmadas por un "defensor de la verdad" un "disidente del terror"... un tal El Quisquilloso.

Severus solía tener la discusión con su esposo acerca del uso de la máscara, por lo que éste había optado por no llevarla consigo casi nunca.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora