Tres.

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— ¿Cuántos invitados has envenenado antes?

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— ¿Cuántos invitados has envenenado antes?

— Es justo, la última vez tú me salvaste de un buen golpe, es ahora mi deber hacerlo cuando soy la que tiene los pies en el suelo — orgullosa de su desición contestó, aunque obviamente estaba jugando con él, ya que ni en mil vidas podría tener la fuerza para sostenerle.

— Entiendo. Comprendo tu punto — aceptando, entonces el peli-naranja se lanzó al vacío sin dejarle pensar algo más.

La joven colocó en su rostro un semblante sorprendido, tanto de ojos y boca abierta mientras veía al Nakahara saltar al vacío. ¿Quién es su sano juicio saltaría a los brazos de una joven solo porque ella te lo pide? Inesperadamente, cuando el joven cayó sobre sus brazos, un aura carmesí le rodeaba todo el cuerpo y tenía el peso de una pluma de ave, por lo que pudo sostenerlo tal como ella había sido sostenida. Los roles se habían cambiado.

Chuuya río como un niño al recordar su semblante asustado, más ahora, parecía muy emocionada con él en brazos. Algo que no pasó desapercibido para el mafioso, fue que muy a pesar de que ella sabía que no tenía la fuerza suficiente, no retiró sus delgados brazos del camino.

— ¡Wow! ¿¡Qué tipo de magia es está!? — preguntó con la emoción en su rostro, imposible de ocultar, y entonces comenzó a moverse de un lado al otro con hiperactividad.

— ¡Espera, espera! — Chuuya intentó tranquilizarla, ya que los movimientos bruscos le asustaban en cierto sentido, sin embargo, ella se veía tan feliz que río a su lado.

— ¡Dime, por favor! — pidió sin detenerse.

— ¡Bájame y te digo! — dijo. La convenció, porque ella le bajó enseguida y el aura carmesí dejó su cuerpo. Una vez en el suelo, se acomodó la ropa y el sombrero — Es mi habilidad, se llama "Por el Dolor Corrompido", que en términos sencillos me permite controlar la gravedad de lo que tocó y de mi mismo. ¿Habías escuchado antes sobre los "dotados" en Yokohama? — terminó por preguntar.

— He leído un poco sobre el tema, pero no creí que fuera a encontrar a uno de ellos, y menos con él que tiene la mejor habilidad de todas — halagó, realmente se sentía fascinada con el joven frente a ella.

Chuuya se sonrojó notablemente. Siempre había amado los halagos, sobre su ropa, sobre su personalidad, su inteligencia, pero ese sobre su habilidad le hizo sentir cosquillas en el estómago debido a que era ella quien lo hacía.

— ¡Tengo una gran idea! — volvió a tomar la palabra y él le tomó atención — Vas a quitarme el peso como has hecho contigo y con una mano me alzarás hacia arriba, yo estaré en un pie e intentaré conservar el equilibrio...

— Para tu tren — por mucho que quisiera seguir viendo su sonrisa y ojos brillosos por la emoción, le detuvo — Eso es muy peligroso, ¿por qué no mejor tomamos el té como has mencionado antes? — avisó y propuso al final.

Ella suspiró, pero terminó asintiendo y caminando hasta el quiosco mencionado antes.

— Siéntese, yo le serviré el té, es mi invitado después de todo — la sonrisa volvió a ella cuando retiró la silla hacia atras para el muchacho.

Este, resignado, se sentó y esperó a que ella tomará su lugar del otro lado. Una vez se sentó, tomó la tetera con cuidado y sirvió en la taza que ya estaba ahí frente a él. Mencionó un pequeño gracias después y ella le alentó a que tomara.

¿Que era eso? Se preguntó. ¿Lodo? Porque sabía tan malo y la textura era una irreconocible. Casi lo escupe en su rostro.

— ¿Qué tal? — escuchó que le preguntaba. No se había dado cuenta que se le había quedado mirando a la cara esperando una respuesta.

— Está asqueroso, ¿qué es esto? — le fue sincero y ella río en consecuencia.

— Es té, pero nunca me sale bueno — admitió — Por eso no tengo invitados y tomo toda la tetera yo sola al final.

Chuuya se sintió un poco mal con su confesión, sin embargo, ella no quitaba su sonrisa, por lo que le hacía sentir menos culpa de ser sincero acerca de la bebida.

— ¿Cuántos invitados has envenenado antes? — jugando, inquirió tomando de nuevo. Al separar sus labios de la taza hizo una mueca.

— Solo a mi padre, nunca nadie viene por aquí, excepto tú hoy que decidiste espiar en propiedad privada — fue otra confesión, está vez incómoda.

— Yo, lo siento... — intentó disculparse, pero ella le interrumpió.

— No lo sientas, realmente me hace feliz tener con quien pasar el tiempo, además, ya me has dado más felicidad en veinte minutos de la que he tenido últimamente. Siéntete bienvenido, es un placer poder volverte a ver — sonrió con inocencia para después llevarse la taza a la boca. Al igual que él, también hizo una mueca que lo hizo reír.

— Para mi también es un placer, pensé que jamás te volvería a ver — confesó con los ojos en el mantel blanco de la mesa.

— ¿Un invitado? — escuchó de pronto y recordó esa voz — Que agradable sopresa, muchas gracias por acompañar a mi hija a la hora del té y no morir en el proceso.

— Ah, señor — el peli-naranja se levantó enseguida — No es nada, el té de su hija es el más refinado en esta ciudad — mintió extendiendo la mano.

— Que manera de ganarte a mi padre... — siseó ella divertida tomando su bebida.

Se saludaron entonces con una sonrisa.

— Has crecido bastante — comentó cuando le tomó la mano con las suyas. Fue extrañó, pero el sentimiento nostálgico y fraternal se hizo presente aún si fueran unos desconocidos.

— ¿Me recuerda? — este preguntó sorprendido, y cuando el agarre se hizo nulo, el mayor asintió.

— ¿Cómo no hacerlo? Cuidaste de mi hija aquel día, te agradeceré eternamente.

El peli-naranja se sintió muy bien consigo mismo por sus palabras. Recordó entonces su espalda al marcharse ese día, y por supuesto, recordó que no sabía el nombre de ninguno, sin embargo, iba a esperar a que se diera el momento de preguntarlo sin parecer apresurado.

— No fue nada, yo solo iba pasando y ella cayó en mis brazos de repente — le contó con una sonrisa sincera.

— Bueno, ya que he venido temprano del trabajo, me gustaría invitarte a comer con nosotros dentro de la casa — invitó complacido, pero el joven hizo una cara rara — Si estás ocupado no hay problema, otro día puede ser — adivinó el mayor.

Chuuya tenía que volver a su trabajo de mafioso, o de lo contrario se iba a llevar un buen regaño de su jefe directo, Mori Ougai. Aunque luego, se lo pensó bastante bien, y llegó a la conclusión de que no pasaba nada si un día se retrasaba un poco.

Entonces asintió volviendo a poner una sonrisa en su rostro.

— Que buena noticia, esperen entonces, haré una buena comida para los dos.

Kanashimi / Nakahara Chuuya 🍷.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora