Zhiyin tuvo que reconocer que su esposo tenía la misma habilidad de Yanfeng, o mejor para recomponer el desastre que había provocado. Su ropa ya estaba en el lugar correspondiente, mientras su rostro ya estaba totalmente limpio. Había sentido la calidez de los dedos de Fengxiao sobre sus labios ahora hinchados y anheló un poco más. Y lo más importante de todo era que no le había desagradado para nada.
En esos momentos su esposo se encontraba arrodillado detrás de él peinando el desastre cabello entrelazando sus dedos entre las oscuras hebras. El masaje era reconfortador pero solo provocaba que le diera más sueño del que ya tenía, así que en cuanto sintió que el mayor terminaba de peinarlo dejó caer su cabeza hacia atrás sin poder avisar. Sus ojos se cerraron y por no sabía por qué vez en el día se quedaba dormido, eso le ocasionaría problemas más adelante, lo sabía.
Fengxiao había dado órdenes de que comenzara el viaje por lo que acomodó a su esposo contra su pecho mientras él se recostaba entre los cojines del carruaje. De esta forma amortiguaría algún movimiento brusco. Aprovechó que Zhiyin dormía para tocar levemente por encima de la tela la panza donde su hijo hacía todo lo posible por ponérsela difícil a su papá. Sonrió levemente abrazándolo, enterrando la cabeza en su nuca. Se sentía tan bien tenerlo entre sus brazos que parecía un sueño.
Anhelaba que naciera el bebé y fueran una familia feliz. Creía que ahora podría ser, después de cambio radical de su esposo. Ojalá que todo siguiera en esa calma, quería vivir en paz aunque fuera una sola vez en su vida. Cerró los ojos y se permitió descansar. Estaba agotado aunque no lo dijera y el calor de Zhiyin lo calmaba.
Para cuando Zhiyin comenzaba a despertarse ya estaban llegando a su destino. Había dormido plácidamente toda la noche y la leve incomodidad en la cadera con la que despertaba todas las mañanas no estaba. Se revolvió para sentir un almohada rara detrás de él más no le prestó importancia. Se sentía cálida y a pesar de que no era esponjosa como le gustaba a él, se sentía deliciosa.
-Despierta- una voz acarició su oído- ya llegamos-
-Solo cinco minutos más- habló soñoliento y con voz pastosa, tanto que lo que dijo fue inentendible.
Pudo jurar que la almohada retumbó y una mano quedó sobre su pecho. Zhiyin hizo un sonido con su garganta de reprimenda pero nada más. Esa mano invasora comenzó a moverse sobre su pecho en dirección a uno de sus pezones mientras otra se posaba sobre su muslo. El ceño de Zhiyin se frunció, una sensación extraña recorría su cuerpo pero en el estado de soñolencia que estaba le era difícil diferenciar lo que era ficticio de la realidad.
Algo húmedo y caliente recorrió su cuello de forma lenta. Algo atrapó uno de sus pezones, la mano en su muslo se movió arriba peligrosamente. Sus ojos se abrieron de golpe y con un rápido y agitado movimiento se soltó de aquello que profanaba su cuerpo y se pegó a la otra pared del carruaje. Fengxiao ahora estaba frente a él con los brazos abiertos que volvieron a su regazo con calma.
-Esposo mío, que pretendías hacerme- le acusó Zhiyin apretándose la túnica con la mano y recogiendo las piernas intentando poner distancia entre ellos.
-Despertarte- este le dijo de forma natural.
-Así no despierta normalmente las personas del mundo- casi le gritó alterado con un sonrojo en sus mejillas. Se había dado cuenta que en los últimos tiempos era algo que ocurría con frecuencia delante de él y no sabía la razón. A veces era un poco lento para algunas cuestiones.
-¿Tengo que describirte como me despierto yo todas las mañanas?- Fengxiao recostó la espalda a la pared mientras acomodaba sus piernas estirando una quedando a un lado de su esposo consecuentemente –Con un brazo sobre mi cintura, una pierna entre mis muslos y alguien casi queriendo fundirse conmigo-
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Enamorado de un idiota (Novela original)
RomanceTransmigrar de un mundo donde el cultivo es ilegal a uno donde es el objetivo de tu vida, mejor imposible. Que lo hagas a un cuerpo diez años más joven, cuando en la vida anterior a los 31 años todavía es uno virgen. Nada mal. Donde todos te miren...