Capítulo 13: El eslabón débil

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Al empezar a abrir los ojos Lucrecia sentía el dolor en su cuello, empezó a ver que estaba en una cama del hospital y a su lado estaba alguien a quien nunca se hubiera esperado encontrar en esa situación.

-¿Qué haces tú aquí? -Lucrecia uso un tono un poco agresivo.

-Eh tranquilita eh, yo solo te encontré en la calle tirada y desmayada, hice lo que todo el mundo hubiese hecho. -se defendió Nano ante el tono de la mejicana.

Lucrecia se dio cuenta que se había equivocado con el tono, desde su salida de las Encinas y desde su colaboración con el resto de chicos para pararle los pies a Polo había cambiado mucho su actitud con la gente, intentaba no sonar siempre tan arrogante, pero había veces que sin querer le salía su vena antigua.

-Perdona...ay por favor que dolor -al intentar tocarse el cuello Lucrecia se dio cuenta que llevaba un collarín- ¿qué ha pasado?

-Pues anoche te encontré en el suelo, supongo que te golpearon con el bate que había a tu lado, estabas consciente pero como un poco desorientada y cuando te hable te desmayaste. Entonces te cogí y te traje aquí, según los médicos tienes un fuerte golpe en el cuello y tendrás que llevar ese collarín durante unos días, pero no es grave solo te has quedado esta noche en observación.

- ¿No es grave? Tengo que llevar este collarín un tiempo, por favor es lo más antiestético, voy a quedar horrible en las fotos.

-Me olvidaba que estaba tratando con la princesa mejicana – se ríe de forma burlona, Nano.

-No querido, princesa no, reina.

La enfermera entra en la habitación interrumpiendo la conversación para hablar con Lucrecia, cuando termina de contarle la medicación que debe tomar para calmar el dolor en su cuello si fuese necesario, da a la chica de alta y junto a Nano salen los 2 del hospital.

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-Estoy harta sabes, yo pensé que cuando salieras todo seria mas tranquilo, que por fin podríamos estar juntos los 2, sin cárceles, sin crímenes, sin nada de eso y nunca estas por casa. Aparte tengo que huir de nuestros antiguos compañeros de clase porque todos creen que yo se lo que estas haciendo cuando no tengo ni idea, porque no me cuentas nada.

Polo estaba sentado tranquilamente en la butaca de su casa, mirando a un espacio perdido del salón, escuchando a Cayetana desfogarse, pero sin prestarle mucha atención salvo a la parte que le interesaba. Lucrecia también estaba metida en el ajo, entonces Samuel contaba con los mismos adeptos de la ultima vez. Al principio Polo creía que el chico estaría mas solo, que al dejar el instituto y después del tiempo que había pasado ese grupo que se junto contra él seria incapaz de reunirse de nuevo, pero a los 3 chicos contra los que ya sabia que le tocaría luchar ahora estaban Carla y Lucrecia, de las que sabía de momento.

-¿Me estas escuchando? - Polo miro por primera vez la cara de Cayetana, mas que cabreada se la veía asustada, en parte era normal había golpeado según contaba a la chica y ella no estaba prevista para estas situaciones que venían. Polo sabia que tocaba ser practico, la necesitaba de su lado, la soledad podía ser un contratiempo en una batalla de esta magnitud.

-Caye...se que he estado muy liado estos días, se que tu no querías que iniciara una venganza, pero merecen ser castigados, cariño no te acuerdas como nos privaron de nuestra vida juntos, como me encerraron y como te trataron a ti...la venganza es el camino.

-Dime que tu no mataste a la inspectora por favor, dime que no has vuelto a matar.

-Cielo...ya te dije que mate a Marina por accidente, soy incapaz de matar a nadie, la inspectora sufrió un desgraciado accidente, supongo que estaba en el sitio equivocado en el momento menos indicado. No tienes de que preocuparte vale, todo se solucionara.

Élite: Toda una vidaWhere stories live. Discover now