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Las lágrimas comienzan a salir como si hubieran estado esperando la soledad para mostrarse. Los minutos pasan y solo me muevo para abrir el agua caliente cuando siento que la bañera va perdiendo temperatura.

Me quedo ahí, simplemente acostada, mirando al techo y con los brazos hacia afuera. Esto si fue duro y en este momento solo pretendo que el agua se lleve mis problemas aunque sé que no es posible.

De pronto siento que los cristales se rompen en mi habitación. Muevo las pupilas hacia la dirección de donde vino el ruido pero luego vuelvo a mirar hacia el techo. Algo o alguien rompió mi ventana y me sorprendo a misma al no asustarme.

— ¡Mierda!

La voz de Benjamín.

Cierro los ojos y lágrimas nuevas se deslizan por mis sienes. Él no. No quiero verlo. Sólo lograría acrecentar mi amor por él y ni siquiera se quién es. Es injusto. Toda esta mierda es injusta.

Una cabeza con cabello castaño ondulado se asoma por la puerta del baño que da hacia mi habitación. No me inmuto ni me muevo, consciente de que estoy desnuda. Odio que me vea así.

— ¿Ma - Malena?

Siento su voz nerviosa por primera vez, sin rastro de la seguridad que vino mostrando todo este tiempo.

— Yo... Yo rompí tu ventana en un intento por abrirla... Quería dejarte una nota, lo lamento mucho... Limpiaré y te la voy a pagar, lo prometo. — Me suelta aún nervioso.

Me quedo en silencio. No tengo nada que responder. No me importa.

— ¿Que tienes? ¿Estás bien? — Pregunta en voz baja.

No contesto. Intenta acercarse a mi.

— No. — Espeto. — Largate.

Puedo ver de reojo su expresión estupefacta. Está confundido.

— Pues no me iré hasta que me digas por que.

Me río.

— Te irás cuando alguien llegue a casa, eso es lo que siempre haces, desapareces.

Se pasa las manos por el pelo y me permito mirarlo. Hoy está distinto, tiene puesta una remera blanca que casi se le pega al cuerpo, un pantalón de deporte negro y unas zapatillas negras deportivas. Hoy hace frio para estar en remera. Mira hacia el suelo, evitando mis ojos, nervioso por no saber que contestar.

— ¿Es porque ayer te bese?... Pues lo siento, yo creí que te había gustado. No lo volveré a hacer. 

— No es por eso, solo déjame sola, vete.

Se para en un pie y luego en el otro sin dejar de mirarme confundido.

— ¿Puedo volver más tarde?

Cierro los ojos, cansada y niego con la cabeza.

— ¿Puedo volver a verte? — Me pregunta con voz nerviosa.

Trago saliva. No tengo respuesta.

— Ahora no Benjamín, dejame sola.

Se queda en silencio, luego se voltea de golpe y se va a pasó acelerado hacia mi habitación. Puedo escuchar como pisa los cristales y luego silencio. Pero el silencio solo dura unos segundos porque puedo sentir como corre nuevamente hacia el baño. Me sobresalto, sentándome en la bañera al mismo tiempo que me tapo los pechos con mis manos.

Benjamín entra nuevamente al baño y se mete de golpe a la bañera conmigo. Así, vestido y con los calzados puestos. Se arrodilla frente a mi, empapándose toda la ropa. Yo levanto las rodillas e intento cubrir mi desnudez con la espuma del agua.

— ¡¿Que estás haciendo?! ¡¿Estás loco?!

Me toma de los hombros y me acerca a él ignorando mis reclamos.

— ¡No puedes hacerme esto Malena! ¡Dime qué mierda hice para que no quieras volver a verme! ¡Dímelo!

Me samarrea dentro de la bañera e incluso por un segundo mis pechos quedan al descubierto pero no les presta atención. Comienzo a llorar y él continúa insistiendo.

— ¡Dime qué dije! ¡Dime qué hice! ¡Porque desde que te vi por primera vez en esta maldita ventana estoy obsesionado contigo!

Me toma con más fuerza pero yo no puedo aguantarlo más. Lo empujo por el pecho y lo abofeteo con fuerza.

— ¡No hiciste nada! ¡Soy yo! ¡Yo tengo el maldito problema!

Vuelve a acercarse a mi y me agarra los brazos mientras observo como la mejilla se le pone roja.

— Dime que tienes. — Me ordena.

Le devuelvo la mirada y sus ojos verdes me desarman.

— Benjamín... — Respiro hondo. — Solo me quedan 6 meses de vida.

Sus ojos se transforman de una mueca perpleja a una de miedo. Parpadea rápidamente intentando digerir lo que dije sin dejar de mirarme fijo. Se queda en silencio un momento y yo solo espero que hable.

— Pero... ¿Como? — Susurra aturdido.

— Tengo un tumor maligno en el cerebro desde los 13 años. Intentamos hacerlo más pequeño dos veces con cirugía y acabar con el resto con quimio pero el maldito vuelve a crecer....

— ¿No pueden hacer absolutamente nada? — Pregunta alterado.

Trago saliva.

— Ya lo intentamos absolutamente todo. Nada funcionó. Lo único que me queda es entrar nuevamente a cirugía y estirparlo todo, pero corro un riesgo de un 50% de morir en el quirófano.

Benjamín cierra los ojos y me suelta.

— Es eso... O 6 meses... y ya acepte la cirugía. Será dentro de dos meses. Por eso no quiero volver a verte... Porque solo conseguiré enamorarme y no servirá de nada...

Benjamín no levanta la mirada. Ambos nos quedamos ahi, en la bañera y en silencio. Poco a poco lo siento más cerca de mi y sus brazos comienzan a rodearme con delicadeza, como si me fuera a romper. Siento su perfume, ese perfume que me volvió loca y no puedo evitar llorar.

Rompo a llorar en sus brazos, me desahogo con él. Hundo mi rostro en su cuello y lo abrazo de la misma forma.

— Ya no quiero volver a sentir.

Él levanta mi rostro de golpe y veo sos ojos empañados.

— ¡No digas eso! ¡No te rindas! ¡Tienes las mismas posibilidades de sobrevivir! ¡Puedes lograrlo!

Me besa de golpe y luego apoya su frente contra la mia.

— Y no vuelvas a decir que no quieres volver a sentir...

Me quedo callada ante sus palabras. Sé que soy negativa, pero no puedo ser optimista cuando siempre todo me salió mal.

— Yo te voy a hacer sentir cosas que nunca antes sentiste.

Trago saliva y se me seca la boca. Él comienza a besarme el cuello y yo cierro los ojos.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora