Capitulo 5

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Era de noche y había acabado de darse un baño. Una vez vestido, se miró al espejo. Las marcas de mal sueño e insomnio, así como las arrugas de enojo y ansiedad, habían desaparecido. Desde la revelación indirecta de Killua, sobre su verdadero propósito en el Examen del Cazador, estaba más relajado. De todas maneras, debía estar alerta para la siguiente Prueba, la cual se presumía era la última y se llevaría a cabo en cinco días. Tenía que aprobar y obtener esa licencia.

La habitación era pequeña pero suficiente. Bastante solitaria sin su amigo Gon, quien había ido a charlar con otro de sus amigos instantáneos, un enfermero atolondrado llamado Leorio, que lo atendió en el altercado de la Tercera Prueba y se hicieron amigos. Se alegraba por él, Gon estaba haciendo progresos positivos, mientras que el...

"No hice más que fallar", se quejó, sin dejar de verse en el reflejo del baño. "Al menos, logre llegar hasta la Cuarta Prueba. Todo es gracias a Gon, por el pude controlarme y el fracaso no se sintió tan amargo", reflexiono, intentando ser optimista como su amigo y darse impulso para continuar.

Solo eso quedaba; aprobar el Examen.

Cuando sucediera alejaría sus malas influencias sobre Gon y se dedicaría a cumplir su objetivo. No supo porque su corazón se sobrecogió cuando se preguntó qué pasaría con Killua, con el brillo travieso de sus ojos cielo. Sin embargo, era lo mejor. Debía cortar lazos con todos los que conoció para alcanzar su meta autoinducida: matar a los Genei Ryodan, los ladrones que masacraron a su familia tiempo atrás, y a los Zoldyck, quienes cooperaron.

Agacho la cabeza, apretando con fuerza el apoyo del lavabo con sus manos. Tal vez... No debería hacer un exterminio masivo. Sea como fuera, era sabido que los "ladrones de la araña", como el Genei Ryodan se hacía llamar, aceptaban miembros dispuestos a unírseles, mientras que la familia Zoldyck era una estirpe de asesinos, pero no por eso todos debían ser despiadados homicidas a sangre fría.

Killua era una excepción. Él tenía talento y cualidades de ejecutor pero carecía de la voluntad para seguir los pasos de la carrera. Hace poco le confeso que trataba en lo posible de no matar a nadie, aunque la vida correcta y noble se le suponía algo muy difícil.

Probablemente no todos fueran desalmados. Su juicio de lo que suponía que era pertenecer a una empresa de asesinos en serie le jugó una mala pasada cuando conoció a Killua.

Al principio del Examen para Cazador, logro reconocer a Killua gracias a una fotografía de Internet. Confirmando que era él se acercó, pretendiendo simpatía. No había estado en sus planes encontrárselo tan pronto, pero indudablemente le serviría. Desde ese momento decidió que el albino seria su informante, mientras secretamente ideaba un plan para matarlo a él y a toda la maleza Zoldyck. Sabía que era una meta casi inalcanzable, no obstante, con un miembro de la familia que respondiese a sus preguntas, revelándole los secretos y costumbres de sus parientes, podía reunir suficientes datos para estar preparado y lograr su cometido.

¿Por qué dudaba? Ni que Killua fuera inocente... ¿Por qué flaqueaba su resolución, tan inflexible antes? ¿Sera por lo que dijo Gon, por moral, por Killua? Ni idea. Siempre usaba tanto la cabeza que no podía razonar esos sentimientos confusos, que le surgían por primera vez. ¿Sería un problema para sus planes? Ojala que no. Debía estar seguro y decidido para el momento definitivo.

Escucho la alarma de su celular, ubicado en la mesa comedor, y salió del baño para cogerlo. Al ver el nombre del emisor, su ceño se contrajo de repulsión. Quisiera o no, tenía que contestar.

— ¿Qué ocurre, Hisoka?

Podía oír una leve risita desde la otra línea. Maldito cínico... Pero debía aguantarse sus arranques de locura, ya que Hisoka era su única fuente viable de información y, además, él nunca lo llamaba directamente, solo se comunicaban a través de mensajes.

Romance de VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora