Capítulo 18

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Debido a que estuvieron hablando durante mucho tiempo en el lago, Ignazio y Valentina estaban en la carretera al anochecer y la lluvia decidió caer. Estaba oscuro y con los estrechos caminos de tierra comenzó a parecer una mala idea conducir a pesar de ser cuidadoso. Habían guardado silencio desde que entraron en el vehículo hasta que Nazio rompió el silencio.

- ¿Qué te parece si nos quedamos en ese hotelito? – Él preguntó, apartándola de sus pensamientos.

- ¿Qué?... ¿Qué hotel?

- Vi uma placa con el nombre, justo aquí a la derecha... – Señaló con el dedo, tomando la curva.

- ¿De verdad crees que es necesario?

- La lluvia es más fuerte y no veo muy bien el camino. Pasamos la noche y te dejo en casa por la mañana. – Ella dudó un momento, pero asintió. Si no habia otra manera...

Y cuando Ignazio dijo "hotelito", ella pensó que era una forma de hablar, pero no... Estaba en lo cierto. El lugar era pequeño y casi lleno. Y aunque no parecía una buena idea tener que compartir una habitación por una noche, aceptó sin protestar.

Nazio abrió la puerta y entraron. Se sentó en una silla junto a una pequeña mesa mientras se quitaba los zapatos y Valentina se tumbó más que rápidamente en la cama. Ella se quedaría allí si él que tratase de acomodarse y dormír en la alfombra. Él la miró con diversión, caminó hacia la cama y, antes de que ella pudiera abrir la boca, la puso ambas manos debajo de ella y la hizo girar, tirándola al suelo y luego riéndose con satisfacción... De ella y el estruendo.

Ella se levantó rápidamente, completamente indignada, agarró una almohada y comenzó a golpearlo, que reaccionó con rapidez, armándose por igual, golpeándola sin piedad. Y en algún momento, ella lo golpeó, sacando su almohada, solo obligándolo a defenderse mientras ella se acercaba... Pero cuando él se acercó le quitó el "arma" de la mano y la sostuvo por la muñeca, atrajiendola hacia sí para besarla como lo había hecho antes.

Era casi una mezcla de diversión y euforia con deseo y atracción. Toda la broma lo había hecho más feliz que cualquier otra cosa en su vida hasta ese momento. Su corazón latía con fuerza en su pecho, nunca se había sentido así... Siempre pensó que estaba enamorado de Giorgia, pero se dio cuenta de su error cada vez más mientras continuaba besando Valentina. Con ella todo parecía ser diferente. Obviamente tenía atracción física, pero había más... Era casi como si la necesitara y solo a ella.

Ella detuvo el beso poco después repentinamente, y agitada retrocedió unos pasos.

- Yo... Me voy a duchar. – Se dio la vuelta y caminó hacia el baño sin decir nada más. Ignazio prácticamente se cayó sentado en la cama. Su respiración era rápida y sentía calor. Y allí permaneció durante varios minutos casi sin moverse...

Valentina terminó de bañarse, pero se quedó debajo de la ducha un poco más. Había apoyado su mano izquierda en la pared mientras su derecha estaba en su cara. El agua tibia le caía por el pelo y la cara, tuvo que calmarse porque con solo dos besos, Ignazio la había sacado del rumbo. Estaba tan envuelta en sus pensamientos que ni siquiera escuchó que él entró al baño.

Estaba tan inquieta que ni siquiera se acordó de cerrar la puerta cuando entró y al girarse completamente sorprendida, no tuvo tiempo de reaccionar. Estaba completamente desnuda y para su sorpresa, Ignazio también... Y él la agarró. Ella comenzó a sentir sus manos deslizarse por su espalda y ella envolvió sus brazos alrededor de sus hombros, aferrándose a Nazio aún más mientras él se mojaba... ¿Cuál era el punto de negarse ahora después de ese beso en la habitación? Y por un momento se preguntó si se arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer, pero se dio cuenta de que lo lamentaría si no hacía lo que quería, y lo que quería en este momento era precisamente estar con él.

Ignazio la levantó como si pesara menos que una pluma, y cuando ella envolvió sus piernas alrededor de su cadera, la sostuvo y la condujo fuera del baño hacia la habitación. Y tan pronto como llegó a la cama, él se dejó caer sobre el cuerpo de Valentina. Ella cerró los ojos cuando él comenzó a besarla desde la base de su cuello hasta la oreja.

Y ella era apenas consciente de lo que estaba sucediendo, ya no pensaba con claridad, y cerró los ojos. Ella solo sintió sus manos vagar por su cintura y luego por sus piernas. Sintió que su tobillo de alguna manera fue parar en el hombro de él, y luego, su boca estaba sobre su rodilla, llegando a sus muslos. Ella sintió que él besaba su cuerpo como si fuera su boca, solo podía suspirar mientras él hacía lo mismo con sus senos poco después... Y para Ignazio, verla sin ninguna barrera, completamente vulnerable y prácticamente retorciéndose ante su toque era simplemente el paraíso. Era difícil creer que se volvería aún más placentero cuando realmente hicieran lo que habían comenzado.

Labios Compartidos | Ignazio BoschettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora