Capitulo 118

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Capítulo 04 – El Cazador de la Orilla del Agua

--¡¡Chigusa, resiste!!

Los gritos de Ouka-san resonaron una y otra vez.

Estábamos en una habitación de cristal en un rincón del laberinto en el 55° Piso. Después de que el musgo gigante desató su feroz ataque, nos retiramos a esta habitación para evitar luchar contra otros monstruos.

Rápidamente destrozamos las paredes y colocamos un guardia en la entrada, y ahora estábamos tratando de curar a Chigusa-san y Luvis-san.

--<Oh luz del sol, que puedas derribar la ruina.>—<Luz del Alma.>

Casandra-san, nuestra Sanadora, estaba aplicando su Magia Curativa a Chigusa-san y Luvis-san mientras yacían en el suelo. El Báculo que Chigusa-san sostenía a su lado brillaba con una luz cálida que se asemejaba a la luz del sol, envolviendo a los heridos en su abrazo. Esta forma de curación extremadamente rara tenía el poder de cerrar cualquier tipo de herida sangrante... pero la enredadera que atormentaba a Chigusa-san y Luvis-san no desapareció.

Por el contrario, la luz de la Magia Curativa parecia estimular su crecimiento, de modo que se volvía aún más vigorosa y brotaban exuberantes hojas.

--¡Ooh, ooooh...!

--¡Esto no sirve de nada! ¡No puedo deshacerme de la enredadera...! ¡No hay nada que pueda hacer para arreglar esto!

Casandra-san grito mientras se levantaba sobre la sudorosa y gimiente Chigusa-san.

Ya habíamos probado todas las pociones y antídotos. Todas fueron inútiles. No podíamos deshacernos de la enredadera creciendo en las heridas. Cuando intentamos arrancarlas por la fuerza, Chigusa-san y Luvis-san gritaron de dolor, y cuando las cortamos con nuestras espadas, nuevas crecieron para reemplazarlas.

Casandra-san estaba perpleja, su voz sonaba vacilante.

--Lo más probable es que las semillas que entraron a sus cuerpos hayan echado raíces y se estén alimentando de su fuerza... Así que las pociones y los antídotos hacen lo contrario a lo que queremos...

--¿¡Estás diciendo que no hay posibilidad de recuperación!?

Ouka-san pregunto, inclinándose sobre Chigusa-san.

--Más precisamente, creo, las enredaderas absorberán la fuerza de sus cuerpos mientras se recuperan...

Daphne-san, quien estaba parada junto a Ouka-san, gimió con una expresión sombría en su rostro.

Si fuera solo una cuestión de heridas, ya estarían curadas. Pero si se estaban siendo despojados de su vitalidad segundo a segundo, entonces no había forma de que pudieran continuar luchando. No solo eso—en el peor de los casos, sus vidas mismas serian...

Mikoto-san estaba de espaldas al resto de nosotros mientras usaba <Yatanokurogarasu> para proteger la entrada, pero no podía ocultar su preocupación. Cada pocos segundos miraba hacia Chigusa-san.

--Esto no está dentro del reino de la curación, ¿Verdad? Es como si el monstruo los estuviera parasitando.

Dijo Akemi.

--Exactamente... una planta parásita.

Dijo Kira. Ouka-san y los demás palidecieron ante sus palabras.

--¡Chigusa...!

Haruhime-san dijo con los ojos llorosos, sujetando la mano de su mejor amiga de la infancia.

A través de todo esto, había estado escuchando en silencio la conversación. Mire a Luvis-san.

Al igual que Chigusa-san, su rostro estaba húmedo de sudor. Su brazo derecho había sido envuelto en una tela para curarlo, pero era inútil pensar que podría recuperar el antebrazo. Además del hecho de que el monstruo lo había aplastado más allá de todo reconocimiento, ya estaba comenzando a pudrirse. Volver a conectarlo simplemente no era una opción.

La Aventura De Un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora