—¿¡Que hiciste qué!? —rugió Sophie, dejando caer el recipiente de crema que Hunter le estaba tendiendo. El contenido se derramó en el suelo sobre los pies de ambos, pero a ninguno de los dos pareció importarle mucho. Estaban más ocupados fulminándome con sus miradas indignadas, que reponiendo los materiales de la cocina.
El guardia acortó la distancia entre nosotros y arrugó el cuello de mi camisa en su puño.
—Voy a matarte —dijo apretando los dientes.
—¿Qué otra opción tenia? —repuse, encogiéndome de hombros. Hunter me soltó con un empujón. Sophie se agachó para recoger el recipiente y lo apoyó en la improvisada mesa de cajas con fiereza, el cartón flaqueó y algunas gotas de crema saltaron sobre él.
—Arrastrarla de nuevo a la habitación —dijo, contando con los dedos —, prohibirle la salida del castillo, dejar que se perdiera en el bosque... ¡Pudiste habernos llamado antes!
—¿Porqué seguimos hablando de esto? —gruñó el guardia, frunciendo mucho el ceño mientras sonreía frenéticamente —. Deberíamos volver a buscarla.
—No —negué con la cabeza.
—¿No?
—No —repetí —. No volveremos por ella. Regresará, estoy seguro —mentí, asintiendo con una convicción fingida.
—¿Y si no? —pregunto Sophie, enfadada —. ¿Qué vamos a hacer? ¿Con quién demonios te casarás? Porque ya le hemos dicho a la prensa que será ella, no podemos cambiarla de nuevo o parecerás un fácil.
No respondí, me senté en una de las cajas y posé mi mirada en el suelo. Habían transcurrido veinte minutos desde que Jillian se había marchado, ahora nos encontrábamos nuevamente en nuestro escondite en la cocina, y las insistentes preguntas y protestas de los chicos estaban desesperándome. Cuando la limusina que llevaba a Jillian se marchó del castillo estaba convencido de que volvería, pero ahora con la mente fría, escuchando a Sophie plantearlo en voz alta, las dudas comenzaban a arremolinarse en mi mente. ¿Qué pasaría si me equivocaba y Jillian no daba marcha atrás? Había supuesto que si le contaba la verdad, si era sincero con ella, aceptaría. Pero no lo hizo, ni siquiera habló. Se subió al coche y se marchó... quizá para siempre.
Dios. ¿Qué acababa de hacer?
—Llamaré a su hermano —dijo Hunter, acercándose a la puerta.
—No, Hunter, si lo llamas será...
Antes de que terminara de completar la oración, Bellamy entró a la sala, empujando a su gemelo en su camino. Hunter se recargó contra la pared para recuperar el equilibrio, Sophie lo observó con una mueca desconcertada y yo me puse de pie inmediatamente.
La súbita reaparición del guardia me preocupó. Ahora que volvía a estar con nosotros, me percaté de que había desaparecido desde el momento en el que Jillian llegó al palacio, y Bellamy no era el tipo de persona que se esfumaba sin razón. Algo andaba mal, podía leerlo en su expresión, eso sin mencionar el moretón que empezaba a asomar en el costado de su mandíbula.
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KINGS, QUEENS, AND FUCKED UP THINGS
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si formaras parte de un cuento de hadas? Jillian no. Nunca. Ni en sueños. Tenía una familia genial, un hermano genial, amigos geniales. Una vida por la que no necesitaba fantasear con historias sobre...