Corre

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Estoy almorzando y luchando por no dormirme y acabar toda la noche despierta; es un ciclo que todos los estudiantes conocemos los primeros días.
El hecho de que la casa esté tan vacía y tranquila no ayuda. Mamá debe estar por ahí haciendo mandados y mi hermano en la escuela.
Por suerte, tengo un salvador al otro lado de la mesa.

-Larita, que vas a hacer hoy?

-No sé pa, menos dormir, lo que sea.

-¿No querés acompañarme a trabajar?

-¿Que me das a cambio? 

-*-*-*-*-


D

espués de pasarme la tarde organizando carpetas,  estoy en el liceo de nuevo.
Para que mentirles, estuve 3 horas arreglando mi uniforme, que si la remera por dentro, por fuera, la pollera para el costado o mitad y mitad, y bueno, llegué.

Me apresuro en ir al salón, quiero sentarme en mi lugar preferido.
En todos los salones del mundo, mi lugar es en la 3era fila y contra la pared derecha.

Hay pocas personas, en el pasillo unas cuantas parejas "pololeando", otras sentadas en el piso conversando y yo que no conozco a nadie, pobre de mí.
Encuentro vacío mi banco y me siento a perder tiempo mirando historias en Instagram y empieza a entrar gente a la clase.

AY POR DIOS, ahí está, Ramiro.
Se queda en el marco de la puerta, observando tras sus lentes de sol, como si la clase fuera suya.
Yo ya estoy nerviosa, qué hago me hago una coleta, agarro el celu, nonono, mejor volteo la cara y me apoyo en el puño como si estuviera distraída, si, eso.
Disimuladamente miro de nuevo, sigue ahí, por dios qué engreído.

-Hola chicos! 6to verdad?

Entra una señora petisa y rubia, meh, parece un amor, seguro es de inglés.
Ramiro le sonríe a la profe y se quita los lentes de sol.
No se por qué un gesto tan básico como que se acaricie la barbilla me provoca tantas ganas de besarlo, basta Lara pensá con claridad.
Por desgracia se sentó re lejos, pero es que hasta el pedazo de espalda que le sale del banco está re buena.
Creo que está de más decir que no me concentre un carajo, pero no pasa nada, fueron presentaciones solamente. Y así se pasaron las horas, en cada recreo Ramiro desaparecía, el timbre sonaba y el volaba, no voy a negar que intente perseguirlo, pero había mucha gente en el medio.

Y así pasaron las horas y las horas, ya son las 9. El profe nos dejó salir 5 minutos antes así que voy a escribirle a mamá para avisar que estoy camino a casa.
Está re oscuro, pero no como cualquier noche, pareciera que se quemaron todas las luces de la ciudad. Me da un poco de miedo pero la parada del autobús queda a menos de dos cuadras.
Las demás personas se fueron a otra parada que queda un poco más lejos, pero de igual manera no me sirven los que pasan por allí.
Mejor empiezo a caminar y con suerte habrá alguien más en mi parada.

No he caminado ni media cuadra y siento una silueta atrás de mi, avanzo más rápido y puedo sentir las pisadas cada vez más continuas, miro a mi alrededor, desesperada.
No hay nada, locales vacíos a mi izquierda y una avenida casi siniestra a la derecha.
Ya debería doblar en esta calle, mejor sigo una más a ver si lo pierdo.
En la esquina hay un grupo de hombres callejeros, fumando y palmeandose la espalda.
Cuando paso cierro los ojos y junto fuerzas para no llorar, para poner cara de grande, cara seria, respetable.
Los hombres se unen a la silueta y ahora tengo un escuadrón caminando a 5 metros de mi, se van riendo, como si lo disfrutaran.
Empiezan a hablar más fuerte, dirigiéndose a mi.
Ya no aguanto más, doblo la calle y empiezo a correr, a llorar, intento gritar pero no me sale la voz, siento un galope constante a mis espaldas, miro rápido para atrás y cuando vuelvo a girar me choco de frente con algo.

-Lara?

-yo....yo...

-dame la mano y camina.

Las pisadas se vuelven cada vez más lejanas y mi corazón vuelve a mi pecho.

-Yo...gracias Ramiro

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