Enfréntate al pasado

Mi nuevo hogar

Odie el hecho de que tocaran el tema de Nathan, pero mi reacción fue peor cuando mi madre pronuncio cinco palabras que arrojaron el poco buen humor que me quedaba por la borda:

-ahí está nuestra nueva casa- como diablos hacía esa mujer para estar tan feliz? –y miren! Esta justo entre la casa de la abuela Heidi y la de sus primos los Bennet!-

Descripción de mi madre en ese momento: diabólicamente optimista, esa era la única explicación de que no la entendiera. O tal vez había otra, estaba el hecho de que cada vez que decían algo de lo que yo no estaba de acuerdo me volvía infernalmente pesimista.

El solo pensar que debía pasar el resto de mi adolescencia rodeada de gente a la que quería, pero me trataban como si aún fuera la pequeña Margot Parnell de cinco años que jugaba con su primito Jason me volvía loca. El problema es que esa niñita delicada como una margarita había sido reemplazada por Magg Parnell, la adolescente de dieciséis años que lo único que quiere es estar en paz y volver a su vida normal, lo que implica volver a mi lujosa casa en Coral Gables Street. Pero sabía que eso no ocurriría hasta las próximas vacaciones de verano, las cuales durarían un par de meses  y luego me vería obligada a volver a ese horrible agujero negro.

Ni bien baje del auto, sentí un par de brazos estrechándome con una fuerza extraordinaria, y luego una fuerte presión en mis mejillas que se mancharon de labial carmesí. Solo podía ser una persona, la tía Helen, quien estaba bella como siempre, su pelo caía en forma de una coleta enrulada –y un tanto despeinada- sobre su espalda, y sus labios formaban una grande y dulce sonrisa, aunque su labial estaba corrido por tanto besar las mejillas de mis hermanos y mías

-muñequita hermosa no te das una idea de lo que te extrañe- el amor con el que mi tía pronuncio esas palabras me conmovió, y al ver el brillo en sus ojos, hice un juramento inquebrantable con migo misma, debía mostrarme feliz cueste lo que cueste, ya que a mi familia le importo y mucho, no quiero que se sientan decepcionados de mí.

-aiii tía Helen, yo también te extrañe mucho- dicho esto le di un fuerte abrazo de oso.

En ese momento divise una figura de mujer muy elegante, que estaba terminando de saludar a mis hermanos. Lucia como si fuera Julie Andrews recién salida de  ‘El diario de la princesa’. Se trataba de mi amada abuela Heidi, la mujer más elegante que había conocido. Iba vestida impecablemente con un conjunto en tonos chocolate y avellana, y como siempre tenía perfume a prüne III, un aroma suave y delicado que parecía estar hecho especialmente para ella

­­­­­-Mi linda Margot que gusto tan grande me da verte- dijo con su tono de realeza británica- no puedo esperar para que horneemos muffins juntas

Detalle importante sobre la gran Heidi Bennet: tiene debilidad por la pastelería. Detalle importante sobre la pequeña Margot Parnell, es decir yo: tengo debilidad por los deliciosos muffins con chispas de la abuela.

Por alguna razón todo estaba más tranquilo de lo que debería estar, no había ruido, no, peor, no había chicos, por lo que me atreví a preguntar

-¿Dónde están los muchachos?

-Charly está trabajando pero vendrá más tarde- respondió mi tía mientras me dirigía hacia la nueva casa

-¿y los otros dos?- pregunto mi hermana llevada por la curiosidad del silencio

-John está dormido y Jason está en su práctica de football- respondió mi abuela.

Johnny había cumplido los tres años en agosto, era el bebito de la familia, tenía el cabello suave y rubio, aparte había heredado los ojos café de mi tía al igual que yo, la única Parnell de ojos oscuros. Jason tenía diecisiete, y era jugador de football americano en su instituto aunque yo no sabía que los domingos tuviera entrenamiento a las 11:30 de la mañana, sobre todo el domingo previo al inicio de clases.

Me dirigía al umbral de mi casa y cuando entre quede boquiabierta al ver la decoración. Era hermosa, de paredes completamente blancas y el mobiliario  precioso, con piezas campestres y elegantes. Cada sección de la casa era magnifica, y no fue difícil adivinar quién había sido el –o más bien LA- responsable de la decoración. Por todos lados se veía la firma del autor.

Mi madre es decoradora de interiores –la mejor de todo el estado de Florida- no hay nadie que no contrate a Sindie Parnell para decorar su casa. Ella y su equipo habían venido hace un mes para ver la casa y encargarse de la decoración, lo cual es una habilidad especial en mi mama. Jamás dude de su estilo, pero esta vez hizo un trabajo tan grande que me sorprendí.  

-si te gusto esto ve a ver tu cuarto- susurro mi madre a mis oídos, y dicho esto mi papa agregó

-podrías subir tus cosas de paso- y me tendió la valija  

Subí corriendo las escaleras con maleta y bolsos en mano seguida de Cookie procurando no caerme. Seguí el pasillo hasta encontrar mi habitación. Me encontré con una puerta en la que estaba escrito mi nombre, que estaba rodeado de plumas negras. La abrí y entre, en el centro y pegada a una pared, se encontraba la cama con una colcha blanca con lunares negros y un respaldo de cuero color azabache, y por encima de él, reinaba una guitarra Gibson roja. En las ventanas había unas hermosas cortinas de seda, y enfrente de ella se encontraba un teclado, el instrumento que más amo tocar. También había una tele, un estéreo para mi i pod, un enorme armario en donde puse mi valija y un baño privado. Era la habitación perfecta, había espacio para todo: libros, ropa, accesorios e incluso una casita para Cookie, quien ya se había acomodado.

Amaba mi casa, pero tener que estar en ese pueblo viejo y sucio me enfadaba.

Mis pensamientos pararon al escuchar pisadas dentro del baño.

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Holaa! quien estara provocando esos ruidos? respondan lo que creen en los comentarios, y no se olviden de votas y compartir.  (Margot en multimedia)