Capitulo 1

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Capitulo 1: "El Mejor Plan Del Mundo"

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Como cada mañana, la incesante alarma proveniente de su celular lleno la enorme habitación de pitidos. Esa no sería ni la primera, ni la última vez que aquel -fastidioso- sonido, la despertaba temprano. Estiro su brazo buscando el celular, aún con los ojos cerrados y refunfuñando, palpó la fría superficie de la mesa de luz por unos cuantos segundos más, hasta que dio con el aparato, lo agarró y entreabrió los ojos para ver bien la pantalla. Finalmente pudo darle fin al insufrible pitido.
Entre protestas y maldiciones se terminó de levantar de la cama, paseo la vista por su habitación, hasta que se centró en la prenda que quería: su bata. Aún qué sonase ridículo, aquella bata era una de las pocas cosas materiales que realmente amaba y nunca abandonaría, se la había regalado su abuelo para su cumpleaños, unos días antes de fallecer. Aquél regalo había sido totalmente personalizado, con importantes detalles que tan solo ella reconocía.

Se sentó en el borde de su majestuosa cama, mirando a un punto fijo, como si eso retrasara lo inevitable: ir al instituto. No le desagradaba ir, pero tampoco le agradaba. Su vida estaba literalmente basada en farsas y mentiras, sus amigos no conocían su verdadera familia ni su forma de vivir, y nunca había podido tener un novio real. Siempre había fantaseado con la idea de tener un novio formalmente hablando, presentarlo a su familia, en especial a sus hermanos, y en parte disfrutar del sufrimiento del chico. Pero nunca había podido cumplir aquél sueño, el echo de tener una vida medianamente "normal" cada vez se le hacía más lejano, y ya no sabía que nueva excusas inventar respecto al "¿por qué no puedo ir a tu casa?".

Finalmente, el gruñido proveniente de su estómago la incentivó a salir de su habitación, y a bajar los dos pisos que la separaban del gran comedor, donde el desayuno ya estaba totalmente servido.

- Buenos días, señorita.- Hablo una de las mucamas que parecía estar acomodando los últimos detalles del ostentoso desayuno.

- Buenos días, Lily.- Respondió amablemente la joven, dirigiéndole una sonrisa a Liliane, la ama de llaves.- Ya le dije que no es necesario que se ande con formalidades a la hora de hablarme, ni conmigo ni con nadie en esta familia. No es necesario.- le reprocho con cierto cariño, mientras tomaba asiento frente a la larga mesa de ébano.

- Lo siento, señorita, pero esa es decisión mía.- Le respondió con la usual sonrisa amable que siempre tenía aquella señora. Una de las mujeres que trabaja en el área de la cocina llamó la atención del ama de llaves.- Y aquí tiene su café, con cinco cucharadas de leche, y cuatro cucharaditas de azúcar.- dijo entregándole a la adolescente una humeante taza blanca, tan fina como todo lo que había en aquella mansión.

- Muchas gracias.- Respondió la menor, quien lentamente acercó la taza a sus labios, en cuanto dio el primer sorbo, un grito, proveniente de las escaleras le llamó la atención.

- ¡Buenos días, gente!, ¿cómo están todos y todas? Yo tuve un espectacular sueño y me desperté de muy buen humor, como siempre, no todos los días vas a vivir el día numero diecisiete del último año del instituto.- Los gritos a todo pulmón de James, le subieron un poco el ánimo, aun que nunca lo admitiría en voz alta.

El rubio se sentó frente a su hermana con una amplia y brillante sonrisa, siempre era positivo y alegre, pero esa vez parecía que explotaría en un montón de arcoíris y unicornios. La menor de la familia miró atentamente a su hermano mayor, juraba que James en cualquier momento comenzaría a irradiar luz o brillo, como si de glitter se tratase.

- ¿Y a ti qué bicho te picó?.- Preguntó el chico, recibiendo con una sonrisa una taza de té de manzanilla que una de las mucamas le había alcanzado, mientras miraba la cara larga de su hermanita.

Tell Me a Lie [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora