Thirty Eight.

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La lluvia y la tormenta se había apoderado de las calles y era insufrible conducir, mi teléfono no paraba de sonar por lo que preferí estacionar a un lado de la calle vacía y contestar el teléfono.

-Dime Daniel, ¿qué pasa?-hablé tranquila.
-Al fin contestas, me tenía preocupado-fruncí el ceño.
-¿Cuál es el problema?-pasé mis dedos por el puente de mi nariz.
-Ya son las doce del mediodía, hay una tormenta horrible fuera y tú no estás aquí ¿dónde estás?
-¿Ahora me controlas?-se escuchó como se atragantaba con lo que sea que estaba tomando y mordí mi labio para no reír.
-¿Yo? claro que no-se encargó de contestarse a si mismo entre una risa nerviosa-sólo es Mía, no deja de preguntarme.
-Ajá, puedo imaginarlo-reí-pues, estoy yendo para allí si eso te deja más tranquilo, oh disculpa, para que deje a Mía más tranquila-volví a reír.
-Está bien, se lo comunicaré ¿estás con el coche?
-Sí, estoy a pocas calles, no tardaré en llegar.
-Bien, no tardes y avísame por cualquier cosa.
-Bueno, adiós.

Finalicé la llamada y no pude evitar poner una sonrisa tonta en mi rostro. Amaba mucho a Daniel, pero no podía dejarle el tema tan fácil y simplemente llegar como si nada hubiera pasado y volver con él.
Cuando estacioné el coche Daniel se acercó corriendo hacia mi con un abrigo cubriendo su cabeza.

-Vamos vamos-chilló moviendo su mano enérgicamente.

Corrí hacia él y me apretó a su cuerpo para quedar debajo del abrigo junto a él, corrimos hacia la puerta y entramos con rapidez.

-¡Mami!-chilló Mía al verme entrar y corrió hacia mi.

-Cariño, estoy mojada-me quejé cuando me abrazó-no quiero mojarte-se separó lentamente.

-Papá estaba preocupado-elevé mis cejas mirándola.

-¿A sí?-me giré a mirar a Daniel el cual paró de hacerle señas a la niña y me miró negando-me dijo que tu eras la preocupada.

Me agache para quedar a su altura, ella negó riendo.

-No, estaba preocupado porque no sabía donde estabas y no sabía si estabas bien-reí-¿dónde estabas, mami?-mi risa se esfumó y la miré sin saber como responder.

-Si "mami" ¿dónde estabas?-Daniel se sumó a la escena.

-Fui a la casa de Zach.

-Zach está en su luna de miel con Steph-contestó Daniel sin creerme.

-Exacto-hablé obvia-me pidió que cuidara su casa y así lo estoy haciendo, fui a ver que todo estuviera en orden-Daniel asintió sin creerme-¿tienes hambre?-le pregunté a Mía la cual asintió-¿almorzamos?-asintió euforicamente y luego corrió hacia la cocina.

-No fuiste a la casa de Zach ¿cierto?-negué incorporándome.

-Fui a ver a Jonah-hablé tranquila mientras caminaba hacia la cocina.

-¿Qué? ¿Porque?-me detuvo antes de entrar.

-Porque quería ir a verlo-hablé con una mueca-¿desde cuando te debo explicaciones?-pregunté y él soltó mi brazo dejándome entrar a la cocina.

Mi cara de estupefacción debió haber sido la razón por la cual Daniel sonrió satisfecho.
Sobre la isla habían tres platos, uno para Daniel , otros para Mía y el último para mi; cada plato tenía una porción de Lasagna, se veía deliciosa a la vista y el aroma que inundaba la habitación era más que suficiente para hacerte babear.

-¿Tú hiciste eso?-le pregunté a Daniel señalando la isla, el chico asintió orgulloso de si mismo y yo asentí con una mueca dándole mi aprobación.

•Don't stop loving me•  3°《Daniel Seavey & Jonah Marais》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora