" Luján. "

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— A veces, mirar hacia mi ventana me calma de todo el estrés que acumulo durante el día.

Luján habló en voz alta. Aquél día, nadie le prestó atención en lo absoluto a lo que tenía para decir. Como si sus lamentos el viento se lo llevara. « ¿Durante el día? » Pensé. Tal vez miraba a su ventana por las noches. Pero ignoré por completo el significado de sus palabras.

— Entonces.. ¿Mirás sobre la ventana por las noches?

Me animé a preguntar. Por alguna razón, ella me miró y sonrió. Tal vez por el simple hecho de que se sintió escuchada, o quizá por mi repentino interés. Aunque, suena como lo mismo...

— Sí. Me gusta ver lo tranquilas que son las calle durante la noche.

Es cierto que debajo de sus ojos, grandes bolsas oscuras se encontraban saludando a todo ser que las notara. Decidí no preguntar. Entonces, el timbre finalmente sonó. El receso ya terminó, y pronto nos tocaba la materia Historia. Extrañamente, esa era la materia favorita de Luján. Muchos disfrutaban de su gran sonrisa, pero otros simplemente la odiaban.

El timbre, nuevamente. Este era diferente ya que indicaba que era tiempo de volver a casa. Me parece que todos, menos Luján, estaban felices y emocionados por irse. Si bien ella decía que tener amigos te ayuda a desarrollar tu personalidad, ella parecía estar sola siempre. Aunque es cierto que un chico más bajito que ella era su amigo. Parecían estar juntos cada vez que podían, pero los amigos y amigas de él no le permitían estar tanto tiempo juntos. En especial por su actitud. Ahora que lo pienso, esa puede ser la razón del porqué solía ser insegura la mayoría del tiempo.

— Me gusta el café, su gusto amargo me es muy agradable de cierto modo.

¡Vaya! Así que por eso siempre se compraba un café todos los recreos. Casi la misma hora. No muchos iban a comprar al kiosco, pues la mayoría traía comida desde sus casas. Pero ella jamás trajo comida desde su hogar. Eso parecía fuera de lo común para algunos, incluyéndome.

Lo cierto, es que su voz era algo cálida al escucharla. Era tan serena, que tal vez te relajaría oir su voz. ¿Con aquella voz tan suave la hablará al kiosquero? Siempre luce triste o, también, aterrado cuando Luján le habla. Pero sólo cuando es turno de ella. Si vieran su rostro, tal vez se les podría poner los pelos de punta. Aún así Luján habla, y el kiosquero escucha.

— La oscuridad es aterradora. Siento como si alguien me espiara mientras intento dormir.

A ella le daba pánico la oscuridad. Suena irónico, pues solía utilizar ropa oscura todo el tiempo y se ocultaba en la oscuridad. Como si tuviera en mente castigarse a sí misma.

Algo que noté, fue que en la hora de biología ella estaba escribiendo algo. No sería extraño si Luján prestara atención. « ¿Le gustará escribir? Me gustaría leer sus escritos en algún futuro. » No pude preguntarle. Durante muchos días, ella estuvo ausente. Y me preocupé bastante. Él parecía saber dónde estaba ella ahora, pero no me animé en preguntarle. No voy a mentir, me preocupé bastante.

Digamos que ella tenía un solo amigo, cuyo nombre era Guillermo. Según todos, Luján era bastante extraña y nadie quería ser su amiga. « Pero yo sí quiero.. » Eso pensé al escuchar lo que todos debían sobre ella. Últimamente, me quedé esperando en la puerta principal, para ver si algún día la volvía a ver.

Finalmente, Luján volvió. Pero vi que ella estaba emocionada, y nerviosa. También pude notar que estaba muy lastimada. aes decir, tenía heridas por todos lados. La saludé y le pregunté que había sucedido.

Evitó responder esa pregunta a toda costa. Pero me volvió a mirar, esta vez sonriendo.

— No te preocupes, ahora todo estará mejor.

Dudé mucho en lo que quiso decir. Caminamos para poder entrar. Y cuando lo hicimos, comenzó a dejar cartas en los casilleros. Hay que aclarar que no había nadie en los pasillos, todos estaban en clases.

Durante años, un grupo que nunca fue popular decidió molestar y burlar todo lo que Luján hacía o decía. ¡Intentaba detener a ese grupo todo lo que podía! Guillermo también me ayudaba. Ella antes rebelaba cosas sobre ella, pero con el tiempo fue dejando de hacerlo y la gente perdió su interés en ella. Todo por culpa de estas chicas.

Me detuve en mis pensamientos. Pero vi que tenía un último sobre y que se dirigía a mi casillero. Es ahí cuando volví a la realidad. Una vez se alejó de manera considerable, me acerqué a mi casillero para ver lo que me esperaba. Sentí como alguien me miraba, así que supuse que ella se detuvo a verme. Tal vez para ver si ya estaba leyendo la carta.

“ Querida Abigail.

Pido disculpas por este método de comunicación, pues mereces una explicación completa. También debo agradecerte por estar allí para mí, tú sabías que no éramos las mejores amigas y aún así decidiste ayudarme.

Apesar de todo, seguiste intentándolo. Viste en mí lo que no muchos vieron, y tú junto con Guillermo fueron los únicos que querían verme bien. Estoy muy agradecida. ¿Quieres saber porqué sonreía cada vez que eras curiosa? Claro, te lo responderé. Reitero, fuiste una de las personas que se interesó en mí, gracias.

Pero es hora de un cambio,
es hora de decir adiós.
Gracias, en verdad.

– Luján. ”

Salí corriendo.

Ella ya no estaba la última vez en donde pensé que estaba. Cuando empecé a leer, ya no sentía que alguien clavaba su mirada en mí. Yo.. grité su nombre, grité por ayuda. Pero nadie vino. Era como si fuéramos las únicas dos en todo el lugar.

Puedo jurar que mis lágrimas podrían inundar todo el instituto.

Corrí hasta la salida de emergencia ya que era el camino más fácil para llegar al gimnasio. Esperaba a que nada haya sucedido. Tenía la sensación de que ese era el lugar, porque no sólo estaba lejos de todos, sino que allí fue donde la víctima anterior había cometido el suicidio. Su mejor amiga, que en paz descanse.

Llegué. No sabía que hacer, no tenía ayuda, nadie estaba conmigo. Entré en desesperación, tal vez ya era demasiado tarde. Intenté recordar lo que sucedió hace dos años. Se me ocurrió un lugar, solo estaba rezando a que no haya pasado, no podía suceder. Entre lágrimas, me dirigí a la sala de almacenamiento. Allí solían guardar el equipo de gimnasia. Una vez más suspiré con miedo, y abrí la puerta...

Ya pasaron tres días desde que Luján no se encontraba entre nosotros. Era como si nadie se hubiera percatado de su existencia.

Ahora que lo menciono.. Guillermo también desapareció. Fue extraño, él no leyó la carta que era suya. Todo era tan confuso, y tan aterrador a la vez. Me preocupaba el hecho de que nadie recordara ni su nombre, como si yo me lo estuviera inventando. Odiaba eso. Ella sufría en silencio todo este tiempo, y nosotros nunca lo notamos.

Hoy tenemos dos estudiantes nuevas. Luego de tanto tiempo, dos personas nuevas quisieron unirse a nosotros. Llegaron al salón, y siendo honesta; me sorprendí demasiado. Paloma y Guillermina eran sus nombres. Esta última me daba la impresión de que era Guillermo. Parecía ser que tenía razón y eran la misma persona. El profesor mencionó que un estudiante estaría de vuelta.

En cambio, Paloma era completamente nueva. Era como una nueva versión de si misma. Pero, nadie recordaba a ese ser que durante todos los recesos, pedía el café amargo con un pequeño alfajor. Era triste. Como si yo hubiera estado viendo y ayudando a alguien que en la realidad no existía.

Tal vez era sólo mi imaginación, una pesadilla. Como sea, es bueno tenerte nuevamente, Luján. En esta vida, espero que puedas disfrutar lo que en la anterior no pudiste.

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2020 ⏰

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Luján, cuando tu fin llegó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora