Meses después...
Los días del viaje ya eran cosa del pasado y nuestro grupo de viajeros se había dispersado. Cada uno de ellos había tomado un rumbo diferente y no miraban atrás con respecto a sus errores pasados.
Vanessa estaba acudiendo a un psiquiatra y a una psicóloga para su salud mental, la que es igual de importante que la física, ella estaba siguiendo las recomendaciones de los profesionales y su padre y amigos no podían estar más felices. Aunque aún no superaba el duelo la pelinegra intentaba sobrellevarlo de la mejor manera y sus intentos estaban dando el fruto esperado.
Isaac seguía siendo el mejor de la clase, y sus sueños estaban más cerca que nunca. Había hecho el examen de admisión a una de las mejores universidades del país y estaba esperando sus resultados, los que iban a beneficiarle a sobremanera.
Él le hacía seguimiento a su amiga Vanessa, la llevaba a las citas con los especialistas, pero cuando su padre, Enrique, no estaba trabajando, claro está.
Hablando del padre de Vanessa, este se había recuperado de su alcoholemia y trabajaba en lo siempre había querido trabajar, en un periódico como columnista. Los padre de Isaac y Aleksander, con sus contactos, le consiguieron un empleo y él, en tan sólo meses, había sido ascendido a columnista. Él, junto con su hija, visitaba la tumba de Elián y reproducía sus canciones favoritas, las que oían cuando estaban en la escuela y todo estaba bien. Aleksander los acompañaba de vez en cuando.
El castaño de pecas estaba en un proyecto, una empresa que lo llevaría por lo alto o eso es lo que creía, y justamente hoy estaba probando suerte en una disquera, ya que le habían respondido el mensaje que él les había enviado justo después de volver del viaje y querían escucharlo, sobre todo porque era parte de una familia de músicos y compositores, y tal vez él pudiera generarles algún ingreso.
La verdad es que el castaño estaba en la producción de un disco, con ayuda de sus familiares y conocidos en el ambiente musical, esto impedía que pasara tiempo con sus amigos, Vanessa e Isaac lo echaban de menos, tanto así que un día llamaron a Mónica, la madre de Aleksander, para que lo dejara salir, porque lo extrañaban, además de que no tenían idea de lo que el castaño tenía en mente.
Ella, entre risas, les respondió:
— Mañana en la noche pueden venir a cenar, los estaremos esperando gustosos. Ustedes saben que se les aprecia en esta casa, Enrique puede venir, Albert invitará a una amiga también.
Issac dijo:
— Claro, señora. Usted puede quedarse tranquila, que no la dejaremos plantada con toda esa comida, salúdeme a su hijo, que está perdido, tanto así que sus amigos tienen que llamar a la mamá.
Vanessa rodó los ojos, a veces su amigo se las pasaba de impertinente y eso que era un cobarde.
La mujer rio y les dijo:
— Bueno, chicos, tengo que dejarlos, hay unas personas que me están esperando en la sala y debo colgar, hasta pronto.
Los chicos, felices de la vida, siguieron su día en el colegio. Desde su regreso tenían un montón de exámenes, tareas y trabajos, y se acercaban los cuestionarios cuyo puntaje te abría puertas a la universidad, cosa a la que Isaac le había prestado mucha atención, aunque él hizo el examen de admisión de una universidad y adjuntando las notas del año y el puntaje vería si entraba o no.
Vanessa, que era buena estudiante, pero no tan buena como lo era su amigo Isaac, no estaba tan preocupada, porque había retomado entrenamiento con su equipo de fútbol y ella estaba aspirando a una beca deportiva, y estaba segura de que quedaría, ya que su nombre sonaba entre los equipos de ligas menores y era la goleadora de su equipo.
Ese día tenía partido y su humor, por el ver a Aleksander y por la beca deportiva estaba en lo alto. Isaac, Albert y su padre vendrían a verla, el segundo estaba libre de sus conciertos y proyectos y tenían una bonita amistad. Todo saldría bien.
Ya en el partido sus compañeras hacían un gran trabajo, daban pases a diestra y siniestra. El marcador estaba en viento en popa.
El balón estaba cerca de ella y una de sus compañeras de lo pasó, Vanessa estaba cerca del arco, pero no tan cerca, así que le pasó el balón a otra compañera y esta, anotó un gol.
El público se alzó en vítores y celebraciones, la cultura del fútbol era muy grande en su colegio y el que fuera goleadora y diera los pases finales traía sus beneficios. Sus compañeras y ella celebraron el gol dándose un gran abrazo grupo y continuaron con el partido.
Pasada media hora, el partido estaba a punto de finalizar. Llegado un punto la pelinegra estaba tan cerca del arco que podía hacer un gol, corrió hasta llegar al punto adecuado y pateó.
Justamente cuando el árbitro sopló el silbato, el balón entró en el arco y Vanessa y su equipo ganaron el partido.
Toda la gradería de su colegio celebró y ella, feliz de la vida, fue alzada por su compañeras.
Hay veces en la vida que uno está mal y no sabe qué hacer, tus seres queridos pueden ayudarte, el dios en el que creas, tú mismo o cualquier cosa que te haya ayudado antes. También hay veces en el que estás en lo alto, y eso también está bien, es parte de la vida, de envejecer. Vanessa se dio cuenta de eso ese día, cuando estaba siendo alzada por sus compañeras y todo se veía tan bonito.
Ella se dijo esto:
"Los días grises no son para siempre, en algún momento saldrá el sol y él te hará ver que ningún mal dura 1000 años".
Sus compañeras la transportaron hasta la primera fila, dónde se ubicaba su padre, y este la miro con orgullo.
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El dolor de amarte | ✔️ EFECTOS DE AMARTE 1#
Teen FictionLa vida de Vanessa cambia cuando un viejo amigo de su padre muere. Ese amigo, Elián, siempre estuvo para su pequeña familia, compuesta por ella y su padre. Antes de morir el hombre le pide a Vanessa viajar en compañía de sus mejores amigos, Isaac y...