1 - TRISTEZA

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Nicolae

Me arrodillo ante el cuerpo sin vida de Cris y coloco mi mano sobre su cuello. No hay restos de vitalidad en ella, por lo que no puedo evitar que una lágrima se me escape. ¿Por qué, Drogo? ¿Por qué? ¿Por qué has tenido que acabar con su vida? Ella no se merecía esto.

Me asombra cómo está colocado el cuerpo. Perfectamente vestido y con las manos sobre el pecho en un claro gesto de paz. No cabe duda de que Drogo, pese a lo que ha hecho, ha procurado que su imagen no sea demasiado horrible para los demás.

La cojo en mis brazos tratando de aguantar las lágrimas y me dirijo a la salida de la cueva. Una vez fuera, una suave llovizna comienza a caer. Miro hacia el cielo pensando que él también está llorando su muerte. Aprovecho esas pequeñas gotas para dejar salir mi frustración. Lloro sin conocimiento. Esto es lo más doloroso que había sufrido en mi vida. Ni siquiera la muerte de Ágata me afectó de esta manera, pero es que Cris era única.

Muy despacio atravieso el bosque acercándome poco a poco a la mansión. Mi cabeza ahora mismo es un caos completo. ¿Cómo se lo voy a explicar? ¿Cómo les voy a decir a sus hijos que es su propio padre quien le ha matado? Es todo tan confuso y doloroso.

En cuanto deposito un pie en el jardín, todos acuden corriendo hacia mí. Conforme se van dando cuenta de la situación, comienzan a llorar y a gritar desesperados. En estos momentos ya no oculto mi tristeza, es algo que compartimos todos.

—Llévala a su habitación —me indica Camile en tono firme.

Le dedico una dura mirada. Entonces me doy cuenta de que la frialdad de su voz es tan solo una fachada. Por dentro está tan rota como todos nosotros. Eso me alivia. Empezaba a temer que Camile hubiese perdido su humanidad.

Asiento y, con paso firme, entro en la mansión y me dirijo a la habitación de Cris. Una vez allí, le deposito con delicadeza en su cama. Enseguida aparece Ana y comienza a colocarle aparatos como una loca.

—No pierdas el tiempo —digo colocando una mano sobre su hombro.

—¿Pero qué dices? —me replica molesta —. Tiene que haber algo que pueda hacer. Tengo que salvarle.

—Es demasiado tarde.

Ella se vuelve hacia mí y, al ver las lágrimas en mis ojos, se derrumba y se pone a llorar.

—¿Por qué? —pregunta entre sollozos —. Era muy joven. Tenía toda la vida por delante.

—Lo sé —respondo ayudándole a levantarse. Me duele mucho ver a Ana así. Y esto no ha hecho más que empezar.

—¿Quién ha sido el desgraciado? —brama Viktor dolido. Eso me asombra. En todos mis años de existencia, jamás le había visto expresar sus sentimientos más profundos de esa manera.

En ese momento Draco, Christen y minidrogo se abren camino entre la gente. Los tres se tumban encima de ella y comienzan a llorar. Desvío la mirada. Es demasiado triste verles así.

—Vamos al salón. Tenemos que hablar —digo tratando de mantener la compostura.

Vuelvo mi mirada a los hijos de Cris y minidrogo y después la dirijo a Peter. Éste está conmocionado, pero enseguida comprende lo que le quiero decir. Los chicos deben estar en la reunión, por lo que dejo en sus manos el sacarles de aquí. Me duele pedírselo a Peter, pero es en quien más confío.

Salimos de la habitación y me fijo en que Pet, Justin y Tom se han quedado dentro. Supongo que estarán intentando ayudar a Peter en la tarea que le he encomendado. Eso me alivia. Si ellos no lo consiguen, nadie lo hará.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora