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Muy bien, parece que éste fanfic nunca va a terminar si sigo así, publicando y amenazando que es el último xD

Este capítulo está dedicado especialmente a Saturnine Evenflow, que hoy es su cumpleaños y se merece lo mejor que pueda brindarle. Gracias por soportar la locura, amiga.

¡Aquí va!

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Keiji Akaashi jadeó asustado, despertándose de repente en medio de la oscuridad.

Tardó varios segundos en comprender dónde estaba, qué hora era y qué lo había sobresaltado de aquella manera. Cuando logró regularizar su respiración, volteó en la cama y su mano se deslizó hacia un costado, palpando el colchón.

La cama a su lado estaba vacía, las sábanas frías.

Suspiró, volteando otra vez y cubriéndose hasta la coronilla. Al cabo de unos minutos se destapó, sofocado y ofuscado consigo mismo. Estiró la mano hasta alcanzar su teléfono en la mesa de noche, encendiendo la pantalla.

Las 6:15 AM.

Soltó el aparato mientras se retraía en si mismo entre las frazadas; al cabo de un rato de comprender que los nervios no volverían a dejarlo dormir, volteó por segunda vez y tomó la almohada a su lado, enterrando el rostro en ella y olfateando aquel aroma fuerte y penetrante que tanto lo calmaba.

Y de un momento al otro, comenzó a llorar.

Malditas hormonas.

Hacía casi dos semanas que estaba repitiendo la misma rutina miserable de despertarse sobresaltado porque Bokuto no estaba en la cama junto a él. Últimamente, el equipo de la universidad había recrudecido los entrenamientos y a eso le tenía que sumar que Bokuto se estaba auto exigiendo más de la cuenta y, día por medio, el Alfa salía a correr antes de las seis de la mañana sin que él se despertara en el proceso.

Hecho inútil, porque dejar a un Omega embarazado sólo en un departamento al que aún no se había acostumbrado era una mala idea.

No iba a echarle la culpa a Bokuto, aquello no tenía ningún sentido. Akaashi ya cursaba su cuarto mes de embarazo y habían decidido mudarse juntos hacía poco menos de un mes; al principio, la situación había sido bastante compleja, sobre todo porque la familia de ambos habían hecho todo lo posible porque ellos dos sobrellevaran lo mejor posible las cosas - y no se habían detenido hasta que Akaashi, presa de los nervios porque su padre y la madre de Bokuto habían tocado absolutamente todo en el departamento de éste cambiando y mezclando los efluvios, había estallado y se había tenido que poner firme en afirmarles que estaba todo bien - y la situación no había hecho sino empeorar cuando Akaashi comenzó a sentirse un tanto inseguro sin la presencia de Bokuto, hecho que había tenido a bien ocultar para no desesperar al otro.

Luego de un par de semanas de adaptación, ambos habían encontrado un equilibrio y la tranquilidad parecía volver a reinar para Akaashi. El Omega había podido inscribirse a la carrera de Edición en la misma universidad que Bokuto y la estaba sobrellevando bastante bien.

Pero la paz nunca había sido una opción, menos teniendo de pareja a Bokuto.

Dos semanas atrás, no sólo había comenzado el pequeño inconveniente de que Bokuto había estado más fuera del departamento que con Akaashi, sino que el Omega había comenzado a experimentar ciertos "malestares". Nada serio, por supuesto. Los vómitos todavía no habían cedido del todo pese a que estaba a punto de ingresar a su quinto mes de embarazo, la cintura comenzaba a cobrarle factura y las piernas se le hinchaban más de lo normal.

VainillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora