Cambios

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Su mano llevaba más de quince minutos encima de la de Mirio. Sabía que tenían una muy buena amistad, pero le sorprendía que no le hubiese reprendido todavía por esa acción.

Carraspeó un poco y desvió la mirada, consciente de que adoraba el tacto de sus manos juntas.

Había sido un día largo, y ahora lo único que le apetecía era pasar una agradable tarde con su mejor amigo. 

Aunque claro, en ningún momento habría creído que la cercanía de sus manos sería parte de ese tiempo de calidad entre amigos.

Así, permanecieron otros cinco minutos más sin decirse nada. Solo permanecieron mirándose mutuamente, pensando en todo lo que había sucedido recientemente.

Tamaki deseaba consolar al rubio que había en la cama del hospital frente a él. Sabía lo mal que lo debía estar pasando, y ahora mismo él era el único que podría hacer algo para hacerle, aunque fuese por unos minutos, un poco feliz.

—Vaya —se atrevió a decir de forma reservada—. Sí que han cambiado las cosas.

Mirio se le quedó mirando por unos instantes, como si no fuese consciente de lo que le estaba diciendo. Aunque claro que sabía a lo que se refería. Él era uno de los más afectados, después de todo.

Al final, se limitó a alzar una ceja, esperando a que continuase hablando, cosa que sucedió unos segundos más tarde.

—Ya sabes... Una organización yakuza ha sido desmantelada, una niña pequeña ha sido liberada y...

La mirada de Tamaki fija sobre el rubio fue más que suficiente para hacerle comprender que también deseaba mencionar acerca de la muerte de su mentor, Nighteye, y la pérdida de su quirk.

—No te preocupes por eso —le dijo Mirio con una sonrisa radiante—. Lo importante es que Eri-chan está a salvo.

—¿Y tú?

—¿Yo?

Tamaki suspiró. No quería darse por vencido, pero Mirio le estaba haciendo las cosas bastante difíciles. Sabía que él no quería pensar en el aspecto negativo de las cosas. Sin embargo, tenía que preocuparse también por sí mismo y por lo que le depararía el futuro de ahora en adelante.

—Sí, tú, Mirio. Has perdido dos cosas muy importantes para ti. ¿De verdad estás bien?

Repentinamente, la mano del rubio tomó también la suya, entrelazando sus dedos con firmeza.

—Te sigo teniendo a ti. Así que sí, estoy bien.

Su pulgar acarició la palma de su mano, enviando un escalofrío al cuerpo del más bajo. Se sentía muy bien estar de esa manera con su amigo, demasiado bien. Eso le hizo temer acerca de cómo estaban llevando su amistad. 

—Si necesitas desahogarte, sabes que yo siempre estaré aquí para ti.

El contrario le sorprendió con una agradable risa refrescante.

—¿Ves a lo que me refiero? A pesar de que ahora mi camino para ser un héroe ha sido interrumpido, sigues aquí, junto a mí. —El rubio hizo una pausa, apretando con un poco más de fuerza sus dedos entre los suyos—. Además, no todos los cambios son tan malos.

—Lo sé, pero estos sí lo son. Sé que te convertirás en un héroe, te conozco lo suficientemente bien para saber que no te rendirás. Aún así...

—Tamaki —dijo con voz seria—. Relájate. Podemos superar esto juntos. Mientras cuente con tu apoyo, seré capaz de hacer cualquier cosa.

Los ojos del rubio reflejaban un optimismo inmenso. Podría haber pasado por el mismo infierno, pero seguía fuerte. Aún así, algo le decía a Tamaki que él mismo se estaba forzando a decir esas cosas para no preocuparle a él, y no quería que tuviese que pasar por esa carga. Si él era su amigo era para poder apoyarlo en momentos así.

Cambios [Miritama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora