Mirarte┊MYG & KTH

✰ Capítulo único✰

A lo largo de toda mi vida como un ángel negro, había sido espectador de una gran variedad de rutinas que llevaban a cabo los humanos; algunas eran monótonas y aburridas, y otras cambiaban diariamente. Había visto personas que se empeñaban en lograr una determinada meta que creían que traería consigo satisfacción y felicidad desmedidas; otros individuos solamente se despertaban, comían, se bañaban y dormían; no le daban el mínimo interés a lo que estaba aconteciendo a su alrededor y ni se esforzaban por cambiar su día a día para tener experiencias más placenteras.

Un día que parecía ser aburrido como los demás en mi vida como un ángel vagante, tuve la inigualable dicha de encontrarte. Ibas caminando por la acera con un gorro gris y una sudadera del mismo color; sin saberlo, me traspasaste e inmediatamente captaste mi completa atención. Algo diferente hallé en ti. Ningún ser me había atraído tanto desde que me había convertido en un ángel.

En lugar de seguir caminando hacia ningún lugar en específico realmente, detuve mi caminar, di media vuelta y te seguí. Recorrimos diferentes calles y avenidas con paso lento, parecías tener todo el tiempo del mundo a tu disposición. Después de pasar el parque central, llegamos a una casa de dos niveles pintada de un verde claro y con un jardín que solicitaba a gritos la atención de alguien. La puerta tenía unas flores talladas y el barniz hacía que la madera reluciera de una manera sorprendente. Al dejar tu gorro colgado en el perchero, soltaste un sonoro resoplido y subiste trotando los escalones hasta poder aventarte en tu cama y aspirar el aroma que emanaba de las sábanas que la cubrían.

La primera impresión que tuve de tu vida era que era totalmente ordinaria; no parecía tener algo que hiciera que tu persona sobresaliera.

Cuando el sol empezó a esconderse en el oeste, bajaste a la cocina arrastrando tus pantuflas moradas y diste inicio a la preparación de tu cena. Yo aguardé en la sala y analicé con detenimiento la asombrosa pulcritud que tenía cada uno de los objetos que se encontraban allí. Sostuve la idea de que eras un limpiador compulsivo con cada cosa existente en el planeta hasta que vi algo que atrapó mi total atención: en contraste con todo, había un piano en la esquina de la habitación del que colgaban algunas telarañas y donde el polvo se dejaba ver en demasía. Sin duda aquel instrumento irradiaría una grandiosa belleza si se hallara en mejores condiciones, pero ¿por qué se encontraba en esa situación deplorable? ¿Ese día habías olvidado limpiarlo? ¿Te daba flojera realizar aquella laborioso tarea?

Un simple piano abandonado generó en mí la teoría de que había un capítulo de tu vida que no permitías que llegara a su desenlace. Un ciclo sin terminar. Una gran cicatriz interna que todavía no sanaba, o en su defecto, no le dabas la posibilidad de que lo hiciera.

Descubrí que vivías solo al tercer día y que tu nombre completo era Min Yoongi, lo segundo lo supe gracias a aquellas veces en las que te regañaste a ti mismo por hacer destrozos a la hora de preparar tu comida, como aquella vez que se te resbaló de las manos tu plato con arroz y, de muy mala gana, habías tomado los artículos de limpieza necesarios para recoger todo.

Fuera de tu ocasional torpeza al realizar algunas tareas del hogar, eras realmente callado y ese hecho me confirmaba que había un suceso que había generado que adoptaras tal comportamiento.

El calendario pegado con imanes de Kumamon en el refrigerador indicaba que era el 23 de agosto y el reloj marcaba las 9:00 a.m. cuando tomaste una gabardina negra del perchero cerca del umbral de la puerta y saliste de tu casa. Te vi conducir tu automóvil por primera vez, pues para trasladarte al trabajo -en ese entonces era un suposición el hecho de que trabajabas ya que me limitaba a quedarme en tu hogar cuando salías- preferías caminar. Bajaste del vehículo por unos minutos para posteriormente regresar con un ramo de claveles; ahí fue cuando las teorías hicieron acto de presencia de nueva cuenta.