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Estoy sumida en absoluta oscuridad.
Escucho voces.
Susurros.
Que gritan un solo nombre.
¡Aaliyah!
¡Reacciona, Aaliyah!
¡Aaliyah!
Muevo levemente mis dedos ya que es lo único que puedo sentir de mi cuerpo, me duele cada una de mis extremidades, quiero abrir los ojos pero no puedo, siento algo pesado en mis párpados, como si alguien no me permitiera mirar lo que ocurre a mi alrededor.
Abro levemente mis labios y un quejido sale de mi garganta, he sido capaz de reaccionar abriendo mis ojos con lentitud intentando acostumbrarme a la luz que me pega en el rostro, siento mis huesos acomodándose como si hubiera estado demasiado tiempo en el mismo lugar, me siento sintiendo la tierra en mis manos.
Observo a mi alrededor notando que estoy junto a una carretera que no logro reconocer, me pongo de pie intentando que mi cuerpo se acostumbre a la actividad muscular que estoy ejerciendo.
Noto un dolor en mi torso por lo que bajo la vista encontrando un rastro de sangre en mi pecho, toco la zona con confusión levanto mi blusa introduciendo la mano en la herida a la vez que soltaba un quejido para luego mirar mi mano ensangrentada con horror.
Se trataba de una auténtica bala de plata con un extraño sello, con mis manos temblando guardo la bala en uno de mis bolsillos, siendo ese el único recuerdo de mi verdadero yo, porque no soy capaz de recordar nada; me percato de la pulsera con un dije de luna en mi mano derecha.
Algunas imágenes llegan de golpe a mi mente por lo que doy un paso hacia atrás.
— ¡No me importa si eres el Alfa! ¡Eres mi hermano y no quiero perderte!
— No necesito tu protección, Aaliyah, deberías de preocuparte por tu amigos porque yo puedo cuidarme solo
— No puedo perderte,Aali
—¿Te acuerdas de aquella vez, Der? Te dije exactamente lo mismo y no te importó así que no vayas a esperar que a mí sí
—¡No! ¡Aaliyah!
Siento las lágrimas mojar mis mejillas, no entiendo porque todas esas palabras pueden dolerme tanto pero lo que tengo en claro es que esa voz fue o es alguien importante para mí.
Empiezo a caminar a la orilla de la carretera con la vista perdida, sin rastro alguno de un auto o eso creía hasta que vi uno a lo lejos, el coche se detiene a unos metros de mi de ahí baja un pelinegro de unos lindos ojos azules que me observa con seriedad y noto el enojo en su mirada así que inevitablemente retrocedo.
En unos segundos está en frente de mi, puedo notar como sus ojos se inyectan en sangre saliendo unas venas debajo de estos y unos colmillos se asoman en sus labios, suelto un chillido cuando se abalanza sobre mi
—¡Damon! ¡No!
Es lo último que logro escuchar antes de volver a quedar en la oscuridad, otra vez.
