𝘊𝘢𝘱í𝘵𝘶𝘭𝘰 ú𝘯𝘪𝘤𝘰

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"¿Vas a dibujar?'' Preguntó el rubio mientras veía hojear al ajeno en su cuaderno de bocetos, bastante pensativo a decir verdad.

"La verdad es que estaba revisando unos borradores, sin embargo ahora que lo dices tiene tiempo que no lo hago." Contestó el pelinegro dubitativo y una vez se decidió optó por tomar su mejor pluma y restos de materiales.

"¿Qué dibujarás?" Cuestionó el más bajito mientras te miraba detenidamente.

"Pensaba en hacer un retrato..." Respondió el contrario titubeante ante su próxima obra de arte.

"¿Puedo ser tu musa? Píntame cómo a una de tus musas, hazme arte, hazme bonito sólo cómo tú sabes." Rogó con un puchero puesto que su chico realmente dibujaba perfectos retratos a color y en blanco y negro en un estilo bastante peculiar y precioso.

"¡Por supuesto!Pero te necesito cerca y bastante quieto, y no olvides que todo tú es hermoso amor." Dijo con esa bella sonrisa y ese característico eyesmile que poseía el peliengro.

No esperó por mucho tiempo a que terminara de organizarse debido a que el alto es bastante rápido y ésta vez le dibujaría en blanco y negro.

Se sentó a horcajadas del más bajo y posó el cuaderno de bocetos sobre mi pecho y me miró emocionado, con esa sonrisa que tanto privilegio tengo de ver cada día al despertar.

Le devolví la sonrisa, es muy contagiosa cómo para no hacerlo.

"Mantente serio por favor." Hizo un puchero al cual no me pensé dos veces en besar para después admirar ese leve sonrojo asomarse por sus preciosas mejillas.

Intenté mantener mi rostro todo lo serio durante el proceso de su boceto mientras él me veía con esa mirada que tanta serenidad me transmitía.

"Te amo." Opté por decir, por que sí, por que me gustaba recordarle cuánto le amo. Seguido de ello él con sus mejillas teñidas en un rojo color amapola se acercaron a mi con sumo cuidado, apartando el cuaderno de bocetos y propinándole un dulce beso.

Busqué obtener más de ese beso por que hoy me apetecía más de él, por lo tanto, le di un cálido abrazo tras apartar el cuaderno con su total permiso, y volví al ataque besando su labios en una unión un poco más feroz.

Cómo de esos besos que sientes que hasta te roban el alma, sintiéndose cómo si luego de estos supieras que el último suspiro está por tocar tu puerta, pues era cómo tocar el cielo.

"Te amo más mi amor." Susurró el rubio el cual no supo en qué momento quedó él sobre su novio el cual ahora estaba semi desnudo, con la cama desordenada, pinceles por el suelo, pero no le disgustaba, al contrario se había avispado para complacer a su amado.

Eso le sucede por perder la noción entre esos hilos de saliva que unían ambos belfos- por ende el escaso espacio en el que se hallaban - cada que se propinaban un sinfín de besos, con suspiros de por medio como sinfonía.

Cuando se separaron ambos jadeantes, por el tiempo otorgado en el beso. En un corto lapso de tiempo en el que retomaron la respiración el pelinegro comenó una escalera de besos, desde los cerezos ajenos hasta tu ombligo, lugar en donde el más bajito se irguió jadeando el nombre ajeno.

Besó cada rincón de su torso, tras de eso el pelinegro suspiró sobre el pezón izquierdo notando cómo un leve escalofrío recorría el menudo cuerpo del menor sonriendo por la acción que realizó, esa tan tierna de apretar los labios y los dedos de tus pequeños pies.

El mayor(pelinegro) condujo su mano izquierda a su pezón derecho, toqueteándolo, pellizcándolo, todo a la par que besaba el izquierdo y comenzaba a morder el ya nombrado.

Con la última acción ya el menor comenzaba a erguir su espalda, quedando por pocos segundos pero repetidos un poco encorvado, acariciando el cabello contrario, jadeando ahogadamente el nombre del culpable de envolverle en esa ciega nube de placer, y eso que sólo era el principio.

También maldecía, lo cual era impropio de él, excitando y divirtiendo a su vez al esbelto y pelinegro hombre que yacía sobre él.

Cómo ambos sabían que ansiaban por más se dieron el capricho de continuar en vez de dibujar y ahí quedó el cuaderno de bocetos en aquella vintage mesita de noche mientras entre suspiros se fundían en uno.

El pelinegro palpó la leve erección al bajar sus besos por su zona v y sonrió cuál niño travieso tras hacer una gamberrada por que él había provocado eso y él lo solucionaría.

Se deshizo de la última prenda de su rubio; sus pantalones, y en un abrir y cerrar de ojos su mano izquierda ya estaba trabajando de arriba a abajo sobre el erecto miembro.

"Espera...mh...también quiero ayudarte."

Señaló su erección al percatarse y comprender el más esbelto entre ambos cargó a horcajadas al más bajito, tras deshacerse de sus propios calzones para después lanzarlos en algún punto de la habitación.

Cómo los trajeron al mundo, ahora sí totalmente desnudos, piel con piel, y ahora miembro con miembro.

Tomó la manita del rubio ayudándole, ahora era más excitante, ahora ambos éramos partícipe de algo tan íntimo cómo refregar sus extensiones a la par que se "masajeaban".

Gemían ahogadanente, la atmósfera era más cálida ahora, con toda así orquesta de sonidos tan lascivos y eróticos.

Recargó su rubia cabellera en la pared mientras le ayudaba, ahora lo hacían con dos manos para tomar bien ambas extensiones de la cuál la perteneciente a la del rubio ya asomaba el líquido preseminal.

"M-me voy a correr." exclamó alterado y cómo todo un vulgar. El ajeno sonrió al escuchar eso e hizo lo mismo pero más rápido.

Cerró sus ojos mordiendo su labio, deleitándose con lo que su novio hacía.

"Dámelo cariño." Sólo esas palabras bastaron para dejar que su semilla saliera y te vinieras en nuestras manos.

"¿Te dije ya que me fascinas?" Susurró entre gimoteos el alto tras correrse. El menor negó bromeando pero igual el contrario optó por recalcar. "Me fascinas mucho Jaemin."

Con su sonrojo hasta las orejas, la sonrisa radiante - pese a estar notablemente agotado - postrada sobre su rostro le susurró al alto:

"Gracias por darle color a mi vida, Jeno"

Anonadado el mayor no dudó dos segundos en brindarle cientos de besos por el rostro para luego cómo si de una muñeca de porcelana fueras recostar al rubio sobre la cama.

"Descansa nana, yo limpiaré todo mi bebé." le susurró, viendo como el nombrado yacía acurrucado en la cama dejándose lleve por los brazos de Morfeo.

Bocetos Y Suspiros. | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora