De repente el sol solo aparece por la ventana. El mundo está silenciado no sólo porque ha tocado usar mascarillas sino porque la tristeza no nos permite pensar en nada más. El miedo merodea nuestros pensamientos, el encierro nos asfixia. Aún no comprendemos lo vulnerable y frágiles que somos, sin embargo demostramos lo egoístas que podemos ser sin ningún tipo de recelo. Nos quejamos por estar en casa, como que si fuese un castigo, vemos el confinamiento como tortura aunque está sea nuestra salvación. Nos angustia todo, porque hemos perdido la capacidad de dominar el tiempo a nuestro antojo, quizás sea por eso que nos estorbe pasar un tiempo a solas y reflexionar. Como humanidad ya hemos perdido la empatía hasta con aquellas personas que nos rodean. Si se llaman familia y amigos esos que en estos tiempos te sirven de eslabón; cuida de ellos y valoralos que así como van las cosas no sabes cuando uno de ellos te pueda faltar. Las muestras de afecto ya son a la distancia, hay más amor y cariño virtual que buenas vibras en el entorno. Los besos y abrazos son armas biológicas. Todos estamos agobiados diría yo que hasta descojonados. El celular y las redes se convirtieron en nuestro entretenimiento, sin embargo con ello también tuvimos que adaptarnos a los sanizantes y geles antibacteriales hasta hacerlos nuestros mejores amigos. Hemos perdido a muchos de los nuestros, porque tenemos que guiarnos por algo llamado "selección natural" algo egoísta debo decir. Porque con ello también perdimos humanidad y bondad. Los viejitos no tenían culpa, así como no la tenían los demás que hoy ya no están. Tú que si puedes, reacciona que aún estás a tiempo abraza, ama y cuida a tu familia y amigos, que hay quienes no han podido descansar. Por cierto mil gracias a todos los médicos, enfermeras y personal médico que han tenido que ir a una guerra sin armas con el riesgo de no regresar, de su parte es digno de admirar. También debo felicitar maestros, psicólogos, policías y personal de contingencia porque ustedes no han tenido descanso. Todos los antes mencionados considerense héroes o heroínas. Nos ha tocado escuchar a aquellos en los menos confiamos los burócratas de conciencia liviana esperando que sepan lo que hacen con nuestra vulnerable sociedad. Han sido días difíciles más para aquellos que están aislados por estar infectados no pueden ir a casa, no pueden ver a su familia. Los que están graves se levantan por las mañanas esperando que no sea el último día. Saldremos de esta tarde o temprano al menos es lo que yo quiero pensar. En esta adversidad no hay tratamiento, ni cura que nos permita volver a disfrutar de la falsa libertad que tanto añoramos. Los días cada vez son más grises, las estadísticas aumentan y las esperanzas se consumen. Cuando tenga un tiempo libre no se olvide de orar, pídale al celestial que acabe pronto y ojala que el mentado COVID-19 nos humanice a todos por que vaya falta que nos hace. Lastimosamente aún no hay una cura solo un pequeño remedio y este es casero. Tú que estas sano no salgas, no te contagies por tu bien y el de los tuyos.
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COVID-19
Non-FictionUn breve relato en los tiempos del Covid-19. El virus que arrodilló al mundo.