Narra Lionel

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Escuche como los camiones de la mudanza de al lado se iban y dejaban instalados a la nueva familia. Antes que ellos no vivía nadie pero daba igual. Mama y yo no salíamos mucho. Ella era nutricionista pero a pesar de tener el título, había dejado de trabajar cuando se enteró de que yo iba a venir. Parece una tontería pero a mi papa le parecía algo lógico y ella accedió al principio. Pero cuando intento retomar el trabajo a él no le hizo gracia y ya pasaron 5 años de eso.

Yo no debí ser hijo único. Tendría que haber tenido un hermano mayor que se llamaba Damian. Mi mama lo tuvo cuando tenía 16 años pero desapareció. No me dijeron nada hasta hace unos días y fue por un accidente que tuvimos en casa.

Mi papa había salido enojado de la casa, mientras gritaba cosas feas y mi mama me despertó. Papa estaba tomando un café en la cocina cuando me escucho gritar dormido. Lo llamaba. No a papa sino a Damian. Soñaba muy a menudo con un chico que tenía como 18 años y se llamaba Damian. El me decía que corriéramos y cuando me quedaba muy atrás lo llamaba a gritos. No sabía que hablaba dormido. Que error. Note la cara ardiéndome y sabia que él me había pegado antes de irse. El decía que era por mi bien cada vez que lo hacía y yo le tenía mucho miedo. Mama también por eso me despertó con el hielo en la mano. Siempre fui de dormir profundo por lo que no sentí la cachetada, pero en cuanto me senté, el dolor apareció. Le prometí a mama que no volvería a nombrar a Damian y a la siguiente noche cuando el chico del sueño apareció le dije que no quería correr y que se fuera. Fue triste porque no lo hizo. Volvió durante años cada noche y cada vez me daba más tristeza. Un día le pregunte si era mi hermano y me dijo que no sabía, pero quería que corriera con el igual. Era raro. Cuando papa se fue no volvió después en todo el día y lo supe porque estuve toda la tarde saliendo a ver si lo veía venir pero solo podía ver el paredón que tapaba la vista. En una de esas salidas encontré una pelota y supuse que sería de los vecinos que recién se habían mudado así que la devolví de una patada. Tenía un buen pie a pesar que era muy chico y es que practicaba mucho puntería con mi abuelo Juan que me hacia tirar la pelota por un aro y en cuanto lo hacía bien, el se ponía contento. Y verlo contento era muy raro porque mi mama me dijo que desde que mi abuela se murió ya no era el mismo.

Por alguna razón me quede mirando por el paredón y me acorde de lo que mama me dice cuando alguien me hace un favor y yo no digo nada y me sorprendí al escuchar un gracias del otro lado. Bueno creo que fue gracias porque dudo tanto en responder que no sabía lo que decía pero respondí con de nada y me metí en la casa. Se ve que tenía un vecino nuevo. Le podría contar a Juan Cruz sobre él y tal vez lo invitaríamos luego a jugar con nosotros. Juan Cruz era el vecino de la esquina que iba a casa los domingos a buscarme para jugar. Los padres se habían separado. Lo sé porque tiempo atrás mi mama y la mama de él que eran amigas estaban hablando y escuche que estaba cansada de su marido y sus adicciones. No sabía que significaba eso pero supuse que era malo. Y además dijo que el señor López no iba a dejar que se llevara a sus hijos y le daba cosa dejarlos con el pero que era cuestión de tiempo. Al parecer no le daba tanto problema dejar a sus hijos solos porque hace una semana Juan Cruz vino a buscarme y me dijo que su mama se había ido hace 3 días. El hermano mayor de Juan Cruz, Jeremías no era hijo del mismo papa así que cuando volvió y no encontró a su mama se fue con su papa que vivía no muy lejos de nosotros. Desde ese día Juan Cruz cuida de Pablo cada día y se lo trae a jugar con nosotros los domingos. A veces Pablo llora porque extraña a la mama pero yo le regalo golosinas y se le pasa. Es la cosa de los nenes chiquitos, si lo distraes se le pasa la tristeza. A Juan Cruz no, el no me lo dice pero me doy cuenta, el esta como cuando mi papa le pega a mi mama y no puedo hacer nada para ayudarla porque si no me pega a mí.

Me pase toda la tarde esperando a mi papa pero no fue hasta la noche que el volvió. Tenía un olor horrible, como si hubiera bebido pero él no era de tomar. Tal vez bebió alcohol esta vez para sanar las heridas internas. Porque eso decía mama para justificar a los que tomaban de mas. Yo estaba sentado en silencio en el sillón y el entro y fue directo hacia mí y me agarro del cuello de la remera. Sabía muy bien lo que seguía así que cerré los ojos esperando que terminara pronto pero no fue así. Me golpeo 3 veces antes de que me tirara al suelo y me vaya a estrellar contra la mesa ratona que tanto le gustaba a mama. Me picaba toda la espalda pero me apure a levantarme e intentar huir. Era la primera vez que se me ocurría correr ¿Pero a donde iba a ir si el infierno estaba era mi propia casa? Tome fuerza y me moví hasta la cocina donde mi mama que salía de su cuarto me pedía perdón con la mirada. Entonces me gire justo para ver a mi papa levantarme otra vez y arrastrarme con el cinto en la mano hacia el living

-¿Ahora se te da por correr mocoso? Te voy a enseñar, ni tu dios te va a salvar, mas vale que te calles o te prometo que hasta que no te quiebro no te dejo- Y eso me puso furioso.

El no creía en Dios pero yo sí. Había aprendido a rezar gracias a mi abuelo y no faltaba  un domingo que no me levantara temprano para ir a la iglesia. Y se creía que me iba a abandonar para que me siga pegando, pero yo se que Dios me dio fuerza y a mi mama.

-Basta! Por favor déjalo, no es su culpa-

-Tú no te metas-

Pero se metió. Mama salto e intento con todas sus fuerzas que me soltara. Yo me revolvía todavía agarrado de la remera pero me la logre sacar y así fui hacia la cocina. Cuando me vio mi papa se giro y golpeo a mi mama varias veces con tanta fuerza que quedo inconsciente pero yo ya había vuelto. Levante la escoba lo más alto que pude y le di terrible palazo en la cabeza. Una, dos, tres y cuatro veces con todas mis fuerzas. Quedo algo aturdido así que corrí a la puerta de entrada y abriéndola Salí corriendo hacia afuera y golpee la puerta de al lado donde abrió un chico de ojos verdes y pelo oscuro que no tendría más edad que yo. Le explique a gritos lo que había pasado y una chica que no podía tener más de 20 llamo a la policía y me dijo que me quedara ahí mientras ella iba a ver. Francisco, como se llamaba el chico de ojos verdes me convido una galletita de chocolate y eso me hizo acordar a Pablo por lo que le dije que no gracias. En eso vi la pelota y supe que había conocido al chico de al lado.

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora