Capítulo 9

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Kurapika consulto su reloj una vez más. Ya llevaban dos horas esperando. ¿Killua habrá tenido éxito? Aunque fuera parte de la familia, dudaba que lo dejaran llevarse a la Amenaza Zoldyck sin peligros. Menos en la semana más importante del calendario, en el Mes sin Dios.

Gon compartía su intranquilidad vigilando la carretera. Él se había traído su caña de pescar y solía apoyarse en esta para desestresarse, luego de descubrir que no podía pescar por asuntos legales en las lagunas y ríos.

Debajo de su serenidad pasiva, Kurapika tenía serias dudas sobre lo que estaba pasando dentro de esa Mansión de Asesinos y se contenía las ganas de decirle a Gon que era hora de actuar cuando este dio una exclamación y en un santiamén Killua estaba con ellos, cargando a alguien a sus espaldas.

— Perdón, perdón— Dijo el albino, echando chispas— Antes de darme cuenta, era muy tarde. Tenía que despistar a unas perseguidoras, ya saben.

— Estábamos preocupados porque algo te salió mal— Gon se alegró al verlo de vuelta.

— Que alivio que estés bien— Kurapika fue el primero en notar la carga que traía consigo— ¿Es tu hermana?

— ¿Cómo supiste?

— Estas en tu modo Nen y por lo que sé todos los Zoldyck son entrenados desde su nacimiento para resistir grandes adversidades como, por ejemplo, la tortura con electricidad— explico Kurapika, ganándose una mirada admirada de Gon y un bufido de Killua, quien abandono su condición electrizante.

— Diablos. No se puede dar sorpresas contigo explicándolo todo.

Killua bajo cuidadosamente a la pequeña de su espalda para que tocara el asfalto.

Killua bajo cuidadosamente a la pequeña de su espalda para que tocara el asfalto

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— ¡Oh!— Gon se sorprendió al verla— ¡Es muy bonita!

Kurapika entrecerró los ojos, conociendo muy bien a su amigo para decir que esa fue una reacción instantánea y un comentario honesto. Sin embargo...El ambiente se volvió pesado.

Killua mostró los dientes, rabioso.

Alluka puso cara risueña y se sonrojo.

Al advertir el cambio de humores, protagonizado por un Killua con ganas de degollar al moreno, el Kuruta tuvo una idea. "¿Acaso...Killua tiene un complejo de hermano?", se preguntó.

— Oye, Gon— llamo el hijo de Silva, moviendo un dedo de manera amenazadora— Quiero que hablemos un rato a solas.

Confiado e inocente como era, Gon acepto, extrañado de tener que hablar en secreto con el peliblanco. Este se lo llevo detrás de un muro que tenía pegada la propaganda de la próxima película de Hunter x Hunter y le aplico el duro discurso de "Te acercas a mi hermana y te castro".

Kurapika sintió una gota incomoda resbalársele por la cien. Para ignorar lo que pasaba tras el muro, miro a la chica ya libre de su prisión domiciliaria, examinándola. Lucia tierna, vulnerable, inocente. Tenía el cabello negro brillante, cortado en líneas hasta la cintura, luciendo una curiosa vincha de la que colgaban caras bipolares. Era baja y menuda, con un cuerpo no muy dado a la lucha.

Romance de VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora